Sylvester Stallone tenía ganado este viernes al público del Festival de Cannes antes incluso de empezar a hablar y en una clase magistral convenció a los pocos escépticos con buen humor y los secretos de una carrera cuyo primer éxito, Rocky, dice que “estaba condenado al fracaso”.

“Tuve que aprender boxeo. Todo el mundo en la película trabajó prácticamente gratis. Se rodó en 25 días, por menos de un millón de dólares. Giraba en torno a un hombre solitario al que una mujer le hace renacer. No estaba concebido para hacer dinero”, señaló el actor.

De aquello han pasado 43 años. En vaqueros, camiseta y camisa de cuadros abierta, el estadounidense llegó a Cannes para presentar el último filme de otra de las sagas que han marcado su trayectoria, Rambo, en cuya quinta entrega, Rambo V: Last Blood, participa la actriz española Paz Vega. “Aún está lidiando con la culpa de no haber podido rescatar a todo el mundo en Vietnam. Algo fruto del síndrome de estrés postraumático”, añadió el actor, que en el nuevo filme, que se estrenará en septiembre, se enfrentará a los cárteles mexicanos de la droga después de que la hija de unos amigos ha sido secuestrada.

La lucha ha sido un eje central en su filmografía, en la que estuvo nominado al Oscar por Rocky (1977) y Creed (2016). “Sabía que mi tipo de físico me iba a limitar. A los estudiantes se les enseña a ser versátiles, y como teoría está bien, pero en la práctica no sucede así. Pensé ‘céntrate en algo’. Me gusta la mitología, el hombre contra sí mismo y el sistema. Intento no salir mucho de mi registro, porque hay gente que hace otras cosas mejor”, destacó.

Con esa máxima ha construido una carrera desigual, resultado también del funcionamiento del negocio en los ochenta y los noventa. En esa época, aseguró, se puso el piloto automático como actor. “Las películas se reservaban a veces con dos años de antelación y antes de que te dieras cuenta tenías ocho años de basura. La estrella era el jefe, pero hoy se mira el conjunto”, apuntó.

Stallone, de 72 años de edad, no escondió que ha aprendido de sus errores: “Puedes tener 100 ideas malas por cada una buena, pero todo lo que necesitas es una buena idea. El fracaso te hace más inteligente y el éxito a veces te vuelve más estúpido”.

Su propia familia se encarga de echarle en cara los títulos fallidos. “Mis hijas me preguntan: ¿Por qué hiciste esa mierda? Y yo les digo: ¿Cómo creen que les pagué la escuela?”, indicó en el penúltimo día del certamen cinematográfico, que este sábado desvelará su palmarés.

Cómodo en esa hora y media de conversación, demostró además que sabe reírse de sí mismo al afirmar que el accidente que tuvo al nacer le provocó problemas para hablar. Sus primeros directores no entendían qué decía, pero supo que era grave, bromeó, cuando el austríaco Arnold Schwarzenegger le preguntó qué acento tenía.

Su próximo Rambo no mostrará al héroe musculoso de las anteriores cintas: “Me han operado unas 30 veces. Soy literalmente biónico. Es parte de la vida, hay que aceptarlo”, añadió Stallone, partidario de no engañar al público intentando parecer más joven.

El actor, no obstante, no es ajeno al ego que provoca estar en forma: “Cuando empiezas a cambiar tu cuerpo tu personalidad cambia. Tienes ganas de ir desnudo para mostrarlo, te vuelves muy narcisista”, señaló ganándose las risas.

Stallone dejó claro que no piensa retirarse pronto: “Se me ocurren cuatro ideas de películas al día. El drama humano es inagotable”, indicó el también director, que quiere que Cobra se convierta en serie de televisión. Tiene además nuevos planes para Rocky, una gran idea en la que la trama despega a partir del encuentro del protagonista con un tipo que está en el país ilegalmente. “Siempre creo que va a ser el último, pero… La gente te comenta que no tienes nada que demostrar, pero yo siempre digo que sí. Nunca hay que dejar de golpear”, recalcó Stallone, al que un aficionado le dio las gracias por existir.


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