En escena, seis actores juegan con un texto que habla sobre la eterna inconformidad juvenil. El dramaturgo y director del montaje tiene 23 años, que es también el promedio de edades de todo el elenco y la producción de Spleen. Es por ello que el montaje logra ir más allá de una mera representación teatral de las pasiones de la juventud y se transforma en un manifiesto sobre la capacidad de creación de las mentes noveles.

Roy Williams es cineasta, por lo que se permitió tomar diversos referentes de la cultura audiovisual, como películas de la promesa de Cannes, Xavier Dolan, y soundtracks de éxitos taquilleros de Hollywood para escribir un texto desde la entrañas de su propio paso hacia la adultez.Spleen es la primera obra de teatro que escribe y dirige, y en ella aglutina diversos códigos teatrales que decantan en un espectáculo que combina potentes diálogos, musicalización idónea y un diseño escenográfico bastante cinematográfico.

Cuatro jóvenes hastiados de sus vidas monótonas se reúnen en un lujoso hogar para cometer un asesinato. Creen que el contacto con la muerte es la única experiencia que les hace falta para vivir a plenitud y hallar un nuevo destino. Al comienzo, todos parecen estar muy seguros de lo que quieren, sin embargo la inexperiencia da paso a tropiezos que se convierten en la trama de una historia en la que se mezclan reflexiones sobre el perdón y la culpa.

Para cumplir su objetivo, el cuarteto de amigos delega en una prostituta el trabajo sucio: ella debe asesinar a un personaje que representa todo lo que los jóvenes quieren cambiar en el mundo. “Quiero que los espectadores sean como unos voyeristas, que vean por un rendija la vida de estos diamantes en bruto, que se equivocan constantemente debido a su inexperiencia”, asegura Williams, quien dirige a Carlos Fabián Medina, Yulika Hernández, Victoria Farías, Santiago Osuna, Nerea Fernández y Ricardo Lira en un montaje que gracias a la disposición escénica parece más el set de un filme que de un teatro.  

“Yo quería hacer una película dentro de la obra”, revela Williams. “Spleen nace de la experiencia del paso a la adultez. No hay manual que te diga cómo crecer o qué hacer para convertirte en lo que aspiras. En la pieza se retrata a un grupo de jóvenes que quieren ser diferentes y no saben cómo cambiar su entorno y dentro de esa impulsividad juvenil, deciden matar”, dice el director, que decidió incluir una pared de agua, un cuarto rojo fuera del escenario y percusión en vivo en el montaje.

“La situación actual del país modifica mucho a los jóvenes. No saben si irse o quedarse. Quieren hacer muchas cosas pero a veces no tienen los medios o las plataformas. Hay quien se frustra. El spleen simboliza eso, es el término inglés que la poesía simbolista francesa se apropió, y hace referencia a la melancolía por lo que se deja atrás. Por eso añadimos la pared de agua al montaje. Ese constante goteo es una lluvia que evoca la nostalgia, la memoria”, refiere el artista.

Williams se graduó como director de Cine en la Unearte y obtuvo una mención en el último Festival de Cine de Baruta por la Dirección Artística de su cortometraje La edad del cielo, que retrata historias de niños que viven en los vertederos. El joven director además estudió Comunicación Social en la Universidad Católica Santa Rosa y en el Taller Nacional de Teatro obtuvo su preparación teatral en un programa coordinado por la Fundación Rajatabla.

Spleen, con su reflexión sobre la melancolía de la juventud contemporánea presurosa por cambiar la vida sin mirar las consecuencias, se presenta hasta mediados de marzo en la Sala 1 de la Fundación Celarg, en Altamira, los viernes y sábados a las 7:00 pm y los domingos a las 6:00 pm.


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