Ya en mis puertas

no se dice ausencia

en esta casa no cabe más la palabra inventada

el futuro en dos manos

el silencio que no se acaba nunca

en mi casa no entra nadie que no tenga tu nombre

se derrumban las estaciones,

un otoño por caer

un invierno solitario y calmado

una primavera ávida

desesperada por salir.

Solo el verano tibio llega para cubrirme cómodo

como es, como debe ser.

Solo abro la puerta para esperarte.

Te veo siguiendo la orilla

leyendo tus manos

como único mapa posible para encontrarme.

**

la daga precisa húndela y que afincada duela amor

Eleonora Requena

Dime en dónde estoy

en dónde me encuentro

en cuál paisaje, en qué tajo de la aridez

en qué parte de la casa se esparcen los recuerdos.

Dime cuál de las sillas es la que se tambalea

la que se quiebra con el peso de la nada

cuál es la rama que cae para siempre

la que muere.

Dime qué es lo que no recuerdas, la palabra,

el gesto, el abrazo, la mano extendida.

Cuál corazón fue el que se extravió en la memoria

en cuál, en la mía, en la de todos.

Dame un sonido que se quede aquí atrapado

así sea entre las sombras.

Dame una palabra

una sola.

La que pueda retener

y anudar siempre en lo irreparable.

**

Réquiem V

Hay mucho de crueldad en el destino,

de ruleta rusa, trampas entre la maleza

mientras planificas, en la placidez

una vida que nunca tendrás.

Hay mucho de ironía en los años que pasan,

que espera paciente

que aflojes los brazos, e inclines la cabeza.

Mucha crueldad para que el mazo espere, se

levante y caiga en el punto justo,

un golpe árido en medio de frente

que te deja ciego.

Perdido para siempre en la oscuridad.

**

Salvatio

Hay mucho de bondad

en los nudos que se tejen en el camino,

mucha paciencia para desenredar el horror

la muerte

nuestros pecados.

Desanudar los espantos viene de la mano de una niña

esa que quizá fuiste y que retorna amable

desnuda y libre.

Te toma la mano, anuda para siempre sus dedos a los

tuyos

y te salva.

**

Venimos de tan lejos

para encontrarnos aquí.

Yo venía de detenerme

de espaciar latidos

para volverlos lejanos, inofensivos

quedarme sentada en lo olvidado

con el corazón detrás de la ventana,

duro, de pura piedra.

Yo quería salvarme y arder

y le puse tu nombre.

Te llamaba desde siempre

y escuchaste.

**

Ya no huyo

ni busco,

me remonto

a la que una vez fue mi casa.

Ya no me tiemblan las manos

ya puedo verme de nuevo

caminando el mismo sendero de cenizas.

Ya no temo a la brevedad del sosiego

ni a la muerte,

soñar con mi padre

y su último abrazo.

No le temo a lo oscuro que ha vuelto,

y que me llama por mi primer nombre.

He vencido.

________________________________________________________________________

Bajo infinito

Claudia Noguera Penso

Edición de autor

Washington, 2017


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!