Román Lozinski define como una inmensa responsabilidad asumir el horario de 6:00 am a 9:00 am del Circuito Éxitos, del que César Miguel Rondón salió luego de casi 30 años al aire por prohibiciones para hablar sobre temas como la Presidencia interina de Juan Guaidó, la represión o la presión internacional en relación con Venezuela.

El periodista, que hasta este domingo cerró un ciclo de 6 años en el horario de 3:00 pm a 6:00 pm, comienza mañana en un espacio para el que ha esbozado una nueva programación. Deja claro que no llega para sustituir a César Miguel, a quien se refiere como una institución en el país, sino para aportar su trabajo y ponerlo al servicio de la audiencia.

Y aunque sostiene que la presión de la censura es cada vez mayor, señala que tanto él como otros comunicadores han aprendido a desarrollar una capacidad para hablar sin arriesgar los pocos espacios informativos que quedan.

—¿Cómo pasó del horario vespertino al matutino?

—Esa es más bien una pregunta para la gerencia de la radio. Por mi parte, recibí la llamada, con ella la propuesta y luego mi decisión de contemplar todas las variables.

—¿Cómo asume el reto de enfrentarse al horario matutino? ¿Qué cambio significa para usted estar de 6:00 am a 9:00 am en la radio?

—Lo asumo con una gran humildad y con absoluto respeto por tan respetable audiencia. Comencé hace 27 años en Unión Radio como asistente de producción. Pero he podido hacer carrera. He estado al aire en La Mega, la radio de noticias que entonces era Actualidad, y desde hace 6 años en Éxitos. Han sido muchos escalones. En la práctica, en mi dinámica diaria, claro que hay cambios. No podré llevar a mis hijas al colegio, ese es uno importante; de hecho, fue el primer elemento a considerar. La verdad es que la madrugada no me amenaza. Por años en Globovisión tuve un horario mucho más agresivo. Ahora la alarma del despertador se adelantará solo 15 minutos, grabaré mi programa de televisión más tarde y podré buscar a mis hijas a la escuela. Tiene implicaciones en mi rutina, en mi agenda. Es una cuestión de adaptación.

—Define como una inmensa responsabilidad este nuevo reto. ¿Cree que será más exigente en comparación con el horario que tenía antes?

—Lo es, es una inmensa responsabilidad. Estar al aire en un medio de comunicación, más en uno como la radio en la que tengo el privilegio de trabajar, es siempre una enorme responsabilidad. Y es todavía mayor en estas circunstancias. En términos de mi trabajo, de cómo asumo los retos, no será más exigente. Suelo entregarme de lleno en cada proyecto. No importa el medio. No importa la hora. Siempre pongo todo lo que tengo en función del respeto que me generan la audiencia, mis compañeros, mis principios. Sí espero que me acompañe mi audiencia de las tardes y poder seducir a la de la mañana para que se mantenga ahí, deseo conquistarlas a ambas con mi trabajo.

—¿Cambiará el formato del programa? ¿Tendrá nuevas secciones?

—Hemos esbozado un programa nuevo. No será el mismo de César Miguel, no será el mío de las tardes. Por supuesto que habrá elementos de producción que van con el diseño de cualquier espacio matutino, como la lectura de los titulares. Pero traeré algunas de mis secciones de la tarde, y claro que tendremos novedades. Más allá de la estructura, el hecho de ser otro conductor ya le imprime unas características distintas. Un sello diferente.

—Usted salió de Globovisión por la censura, una situación que ahora se repite en el Circuito Éxitos. ¿Cómo hará para enfrentar esos mismos obstáculos?

—No renuncié a Globovisión solo por la censura, ese fue uno de los elementos, pero hubo más. Ahora, es imposible comparar Globovisión con Unión Radio. Este grupo de radioemisoras no ha sido comprado por nuevos accionistas con la intención de cambiar su línea editorial. Las presiones contra la radio vienen de afuera. Las presiones del canal nacieron de su seno. Con el paso del tiempo, todos hemos desarrollado una capacidad para aprender a decir las cosas sin poner en riesgo las pocas ventanas que quedan para informar. En la medida en que aumente la presión, crecerá nuestra creatividad para sortearla.

—En un momento como el que atraviesa el país en este 2019, ¿los medios no deberían apostar por el regreso de la democracia al país?

—¿Y no lo hacen? Al menos, ¿no lo hacemos nosotros? ¿Han escuchado a Nelson Bocaranda, a Unai Amenábar y a Albani Lozada, a Gladys Rodríguez? Eso por mencionar a mis compañeros de radio. Pero hay más ejemplos de resistencia democrática decente. Es cierto que hay quienes apuestan por la complacencia que raya en la propaganda. Es verdad que hay medios que han cambiado su línea editorial y hasta de estilo. Pero no es justo generalizar en estas circunstancias.

—¿Cómo se puede trabajar cuando a un locutor, por ejemplo, se le impide hablar de represión, detenidos o de Juan Guaidó como presidente interino? ¿Cuál es su estrategia para evitar salir del aire?

—En 2017 los únicos dos programas que salieron al aire en tiempos de protesta fueron el de César Miguel en la mañana y el mío por la tarde. Lamentablemente, yo era el vocero de tantos jóvenes reprimidos, heridos y asesinados. De ellos hablé, de ellos sigo hablando. Tanto hablo de detenidos que mi primera entrevista luego de las presiones, de la censura, fue con el Foro Penal dando un balance récord de los presos políticos en el país. Es cierto que hay gente que nos impide decir que Juan Guaidó es el presidente encargado. Es cierto que me tomó dos días digerir esta nueva dinámica, pero también es verdad que es mucho, muchísimo, lo que aún puedo decir sobre lo que ocurre en Venezuela. Denunciar, analizar, visibilizar. Como dije a mi audiencia de las tardes: “Cada vez que yo diga Juan Guaidó, póngale usted en su mente el título que quiera. Yo no puedo, pero usted sí y nadie se lo puede impedir”.

—¿Fue una decisión fácil asumir el horario que por casi tres décadas perteneció a César Miguel Rondón, una de las voces más representativas de la radio venezolana?

—No, la verdad no lo fue. Agradezco a César Miguel sus palabras para conmigo cuando lo contacté para informarle mi decisión. Tampoco fue fácil asumir el espacio que dejó Pedro Penzini Fleury en las tardes, primero de 4:00 pm a 6:00 pm y luego extendido de 3:00 pm a 6:00 pm. Ni entonces, ni ahora, llego para sustituir compañeros. Llego para aportar humildemente todo mi trabajo y ponerlo al servicio de mis respetados oyentes.

—El programa de César Miguel Rondón ha sido uno de los más emblemáticos en la radio. ¿Cómo espera desvincular a los radioescuchas de la emisión anterior?

—César Miguel es una institución en Venezuela y de seguro muchos de sus seguidores le acompañan a través de las plataformas tecnológicas de las que dispone. Él ha sido, es y será referencia por la estructura de su espacio, pero sobre todo por su inteligencia, su elocuencia, su capacidad de análisis y su bagaje cultural. Yo no quiero desvincular a los oyentes. Los quiero invitar a que me acompañen, a que nos den su voto de confianza, a que me permitan demostrar que es mucho lo que podemos hacer desde los medios independientes. La audiencia ha madurado, como ha madurado el país. Y hoy nos pide seguir, acompañar, informar, estar. Y decidí estar.

—¿Cómo describiría la situación de los medios radioeléctricos en este momento, en esta coyuntura?

—Crítica. Extrema. La represión aumenta y lo hace en todos los aspectos de la vida nacional. Los medios no solo no escapan de ella sino que la padecen en primera persona.

—Hace tres años dijo que no descartaba la posibilidad de emigrar. ¿Está todavía esa idea sobre la mesa?

—Mi posición sigue siendo la misma. No la descarto. Pero has dicho bien: fue hace tres años, y aquí sigo tres años después. Y asumiendo nuevos y complejos retos.


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