La serie ha sido controversial, no hay duda. 13 Reasons Why no ha dejado indiferente a ninguna de las personas que la han visto. Mientras hay quienes consideran que banaliza temas como el suicidio y el acoso escolar, otros defienden su pertinencia como detonante para discutir sobre un problema que afecta a todas las sociedades.

Se centra en Hannah Baker, una adolescente que se quita la vida y deja varios cassettes en los que narra los hechos que paulatinamente la afectaron. Un compañero, Clay Jensen, los escucha y así revive, además de lamentar, cada momento adverso para la muchacha; otros, en cambio, tratan de ocultar que se sepa lo que subrepticiamente ocurre en la escuela. Para algunos jóvenes, Netflix supo tratar un asunto bastante álgido. “Es muy dura. Se adentra en temas como el alcoholismo, el abuso sexual, el bullying y el suicidio, y ninguno lo aborda a la ligera, todos con el grado de madurez que se merece”, escribió en su blog Federico Jiménez, de 16 años de edad, quien además afirma que todos sus compañeros de tercer año de bachillerato la habían visto y discutido.

El psicólogo Abel Saraiba, coordinador del programa Creciendo sin Violencia de Cecodap, considera que la serie de Netflix también está bien realizada. “No muestra el caso como suele hacerse, sino con pequeñas acciones que pueden afectar mucho a una persona. Hannah es interesante porque en cada capítulo se ven los matices que surgen en ella. Hay que entender que las acciones están dramatizadas, hechas para causar un impacto. Incluso, hay detalles que se pueden alejar de la realidad, pero eso no desmerita lo demás”.

La adolescente trata de sobreponerse, mas no lo logra. “Lo que es una reacción de adaptación al principio, se convierte en un estado depresivo. Se vuelve más irritable. Hay muchos elementos que los docentes ignoran, incluso cortarse el cabello, que desde el punto de vista psicoanalítico puede indicar –si uno se aventura en el análisis– una agresión a sí misma”, asegura Saraiba sobre la serie, que cuenta entre sus productores con Selena Gómez y el cineasta Tom McCarthy (Spotlight), que dirige además algunos episodios.

Para el experto es fundamental entender que no se puede señalar como responsable a todas las personas del entorno. “Hay algunos que en cierta forma actuaron inadecuadamente, pero no causaron su muerte. Existen detonantes. No obstante, es importante señalar la importancia de la intervención. Es elemental que niños y adolescentes vean la serie con orientación y así evitar confusiones que contribuyan a alguna tendencia depresiva o suicida. La serie en sí misma no va a causar algo así. Hay que ser justos y no condenarla, pues no es una apología. El tema clave es la orientación. Tampoco hay que prohibírselas, porque al final siempre van a conseguir cómo verla”, recomienda el psicoanalista.

En esto coincide María Nouel, psicóloga clínica, que asegura que es inútil evitar que alguien la vea. “Quien toma una decisión tan drástica va a encontrar mucha información al respecto en diversas fuentes”.

Cuenta que son varios los casos en consulta de muchachos víctimas de acoso, depresivos, que incluso han intentado quitarse la vida. “Pienso que puede ser una oportunidad para que los padres se unan a sus hijos, identificarse con los personajes y conversar. La supervisión ayudará a aclarar dudas y angustias”.

Trino Gascón, presidente de la Sociedad Venezolana de Psicología Clínica, confirma lo importante que es la vigilancia: “Hannah tiene todos los síntomas de un trastorno de personalidad límite. Existen investigaciones que demuestran que la exposición del suicidio puede ser un factor de riesgo entre quienes luchan contra una enfermedad mental”.

Destaca también la importancia de los estilos parentales, es decir, la forma en la que los padres educan a sus hijos; aunque lamenta que no se profundice más en ese aspecto. Asimismo, le hubiera gustado que se desarrollara más el trabajo que realiza el consejero para evitar este tipo de desenlace.

Y es en este aspecto, el del orientador, en el que Saraiba también hace énfasis. “No se puede decir que esas personas involucradas indujeron la muerte de la adolescente, pero sí fueron elementos que generaron una angustia que ella no supo manejar. Hay una responsabilidad del colegio y de los padres en esto”.

Aprovecha para reiterar que hay que estar atentos, sin escandalizarse, a cambios como el aislamiento, la irritabilidad, el bajo rendimiento escolar, el descuido del aspecto o los pocos deseos de comer. “Hay que explorar si se llega a escuchar en ellos la idea de la muerte. Es necesario generar la confianza para que acudan a uno”, agrega el psicólogo.

¿Podría 13 Reasons Why incidir en un cambio de actitud de los acosadores? Saraiba no duda en afirmar que eso sería positivo. “Claro, puede ocurrir también que un agresor insista en su manera de proceder porque afecta aún más. Por eso, con orientación, la historia es clave e inspiradora sobre las consecuencias de no buscar ayuda”.

EL DATO

Cecodap publicó en su informe de 2016 que hubo 2.403 casos de violencia escolar. El acoso forma parte de los 361 que aparecen en la categoría “Otros”. El estudio, basado en lo recabado en prensa, no tiene un número preciso de lo que también se conoce como bullying, pero hay una razón. “No aparecen reseñados porque son poco denunciados. Además, las escuelas tratan de ocultarlos porque se exponen. Es un tipo de violencia invisibilizada”, indica Abel Saraiba, coordinador del servicio de atención psicológica de la organización que defiende los derechos de los niños desde 1984.


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