OSWALDO FLORES CUMARÍN (Caracas, 1985). Licenciado en Letras por la Universidad Central de Venezuela (UCV). Ha realizado talleres literarios en la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos y Monte Ávila Editores. Poemas suyos han sido publicados en las revistas culturales web Gente emergente, digopalabratxt.com y Stand up Poetry. Es conductor del programa radial Ciudad de la Hoz en la Radio del Sur. Se ha desempeñado como facilitador de talleres literarios en el interior de Venezuela para la Casa Andrés Bello. Actualmente se dedica al estudio de música afro-venezolana y a la escritura.

(SERVILLETAS)

Mi madre tenía el empeño, y el gesto dulce, de quedarse en las cosas.

Nunca supo de su mala maña, pero la veía quedarse en el más pequeño

de los objetos

en la tapa de los frascos,

el papel aluminio de las envolturas,

en el potecito humeante de café, vacío.

Mi madre.

Nunca pude despedirme de mi madre desde la ventana

Era de su terquedad quedarse conmigo, en el borde ajeno de las cosas.

Era mi terquedad asomarla como la luna detrás de todas las ventanas.

(De la antología Amanecimos sobre la palabra)

AMOR A LAS ALMAS

Aunque me trinen los dientes como el disparo

y cierre los ojos para atinar el oscuro simple

la roja mancha detrás del párpado, hija de la luz

y la negra marcha de los pezones:

no te quiero el cuerpo, muchacha blanda

aunque mi idioma te engañe

y te mire como jauría 

y te revolotee, como la más inmensa carroña,

lo magro y lo manso, y lo graso y lo tierno del perfume 

–rosada y negra, atún–

objeto sencillo del mar que no existe ni en cien años

no te quiero el cuerpo, muchacha blanda

ni lo terso de la ropa,

ni el transparente augurio de criatura delgada

no te quiero ni el sorbo 

ni la ternura triste de tu esquina más vil 

ni la calidez que engaña tu pisada sobre mis pies de luto 

no te quiero la pisada, mujer

ni la huella torda que eres debajo de la lluvia, a vuelo de paraguas

tampoco la dulce y larga extremidad del reflejo

no tu habla de gemido en la sordina

no tu palco vítreo, ojo de pez, desde donde arrojan flores

no tu silba extraña de animal submarino 

no tu oscurana, ni tu caverna

no

y mil veces no

no te quiero, muchacha blanda

no a ti

por eso intento romperte como a una porcelana 

abrirte como piel en hueso

pero con amor a las almas.

(Del poemario inédito Instructivo para bajar del autobús)

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ADLLY J. GONZÁLEZ ORTIZ (Caracas, 1988). Licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela, actualmente cursa la Maestría en Literatura venezolana en esta misma casa de estudios. Ha participado en los talleres de poesía de Armando Rojas Guardia (2011-2013), Igor Barreto (2010) y Rafael Castillo Zapata (2015). Tiene un primer poemario inédito titulado Puedo inclinarme más aun, en espera de publicación.

PUEDO INCLINARME MÁS AÚN

Puedo ser más paciente

Más pasiva

Para dejar que el otro hable primero

O para dejar que Lo Otro hable siempre

Puedo inclinarme más aún

Puedo tener más hambre

Puedo ceder mi plato, mi lengua, mi boca, mi ración

Mi única migaja

Puedo compartirla (miti/miti)

Porque sé

Con la seguridad del mendigo que se ha saciado de fe

Que con el poema puedo invocarla:

Migaja, migaja, migaja  

Y ella, lenta, se tornará pan.

(De la antología Amanecimos sobre la palabra;

a su vez del poemario inédito Puedo inclinarme más aun)

TÚNEL

Así, en el túnel, trepaba

Por el áspero pardo de las tapias

Una sombra más sombra que se tornaba azulada, malva.

Se aferraba al resquicio y temblaba insectamente:

Volvía la luz a través de la claraboya

Volvían los dedos y la huella

Un olor mudo de carne y nervios

Eran ellos

Abrían, jadeantes, sus grietas

Un suspiro de piedra llenaba de punzante y dulce vaho la

     fosa.

Y venía.

Se acercaba trémula. Ya llegaba la hora precisa

Para citarse

(Ahí)

En el pasadizo, en la ventana

Para mirar con ojos torpes la corpulencia, el latido como de

     corazón de pájaro, la tez fruncida del extraño

     otro, quien también mira, remira, con sus

     azabaches. 

Desde allá, más allá

(Y tan cerca)

Tantea.

Era hora

Para volver a desnudarse en fragmentos y sentir con la

     gordura de los pies, la redondez de los pezones,

     la tupida curvatura de las pestañas.

El calor blanco de la tarde que era un cuerpo. Dos.

Agudo y cóncavo

Asomados

En círculo, en rectángulo

Colmando esa nada imprecisa del túnel

Mientras afuera huyen los pájaros.

 (Del poemario inédito Puedo inclinarme más aún)

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PAMELA RAHN SÁNCHEZ (Caracas, 1994). Realizadora cinematográfica, mención guión. Autora del poemario El peligro de encender la luz (2016) y de la plaquette Flores muertas en jarrones sin agua (2017). Sus poemas han sido publicados en distintas revistas online en México, Ecuador, Portugal, España, Colombia, Argentina y Venezuela. Forma parte de antologías: Cosmoanónimos (2015), HOT BABES (2015). Incursiona en el collage y en los autorretratos.

LA FUENTE MUDA

La fuente me enmudece

es proverbio de agua 

y purificación

que crece 

derramada 

en cualquier sueño

mundano

de la tierra que me vio crecer

Pantano

agua y suciedad 

en la palma de mis manos

que se oscurecen

Y ensucian mi libertad 

de mujer que muere atropellada 

todos los sábados

al ver correr el mismo caballo

en espiral por la avenida 

muertos de insignia abierta

y papagayos blancos

que asumen mi visibilidad nocturna

al verme volar

en mi ángulo más breve.

(De la antología Amanecimos sobre la palabra)

HIMNO A LA LOCURA

  

A Chile, 

pero especialmente a Calih, Yuliana, 

el flaco, Lissette y María, 

amigos infinitos que me regaló la poesía.

¡Mamá!; todos mis amigos están locos

Caminan por las calles 

con las manos afiladas como tijeras

repartiendo rosas 

Se buscan entre sí mismos

y se encuentran en los vasos de cerveza

y en las risas inertes que produce el vacío.

¡Todos están locos!  

Corren detrás de extraños

regalando libros y sonrisas

Y sus rostros de niños malditos 

corroídos por la locura

enamora a todos.

¡Mamá! A mis amigos los ven en las calles de Chile

Y los abrazan

como si abrazaran a viejos edificios en ruinas

Buscan asfixiarse entre sus brazos 

Para así ir a morir en algo que tuvo vida

¡Mamá! Mis amigos están vivos 

están 

tan 

vivos

que me han hecho resucitar

Y ya no te hablo desde la muerte.

¡Mamá! 

Llevo la garganta hirviendo en llamas

Y las cuerdas vocales 

remojadas  

en el humo de un tabaco

que se vuelve líquido 

cada vez que pruebo el sexo de un hombre

que me amó 

sin conocerme

¡Mamá!; qué extraño es ser valiente

lúcido 

penetrante

¡Mamá! 

qué extraño es comenzar 

a existir 

entre personas  

que vuelan.

(inédito)

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ANDREA PAOLA HERNÁNDEZ (Maracaibo, 1995). Estudia Teatro en la Universidad Nacional Experimental de las Artes. Coordinadora editorial, sección de narrativa, de la revista digital digopalabratxt.com. Fundadora del Centro de Estudios de Género en la Universidad Simón Bolívar. Primer lugar en el Concurso de Cuentos José Santos Urriola 2014. Ha participado en talleres literarios con Wilfredo Machado, Eleonora Requena, Fina Torres y Armando Rojas Guardia. Ha colaborado con las revistas digitales digopalabratxt.com, ERRR-Magazine, Canibalismos; y los fanzines Bipolar (Caracas) y El Higo (Madrid). Su blog: Insapiencias (andreapaolahernandez.wordpress.com).

PERSONAJE ANÓNIMO

A mí la poesía

me viene de mi madre

(…)

Y me queda mi padre

en su hueso de escribano

Rafael Castillo Zapata

Árbol que crece torcido

El arte me viene de mi padre

Que con tanto ahínco insistía en libros, óleos y ajedrez

Creciendo bajo una cámara sin ser famosa

Con mi boa de plumas y mi afirmación de diva

De mi padre me viene Abba, Cindy Lauper y la literatura

     La figura vacía y la ausencia de un hombre

Tomates verdes fritos y la homosexualidad latente

     La necesidad de ser más que una foto en la pared

De mantener mis ideales sin importar la lucha

     De querer ser alguien cándido cariñoso

Aprender que a la familia no se le deja por otra

con mano en pecho con mano en boca

luchar por no querer que nos parezcamos

En la calle todos los hombres se me parecen a mi padre

supongo que ocurre porque no tiene rostro.

(De la antología Amanecimos sobre la palabra)

ROJO

Red – a world about to dawn!

Victor Hugo

Les Misérables

Es rojo el color que uso

en las uñas en los labios

en las flores que llevo en el pelo

es el color primitivo

de la sangre / de las putas

que como la piel

cuando se rompen enrojecen

cuando se abren destilan calor

pasión y vida dentro del desfase

porque todo es rojo

porque todo es quiebre

la niña es mujer porque se rompe y llora

la mujer aparece cuando se parte en rojo

como la bandera japonesa

la sábana de la novia

el blasón de la integridad que como mujer corresponde

el cielo es carmín cuando anochece

el sacramento      también se rasga

(inédito)

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Nota sobre la procedencia de los textos

Los poetas que participaron en esta lectura aparecen en el libro Amanecimos sobre la palabra. Antología de poesía joven y reciente venezolana. Selección y prólogo: Oriette D’Angelo. Caracas: Team Poetero Ediciones, diciembre 2016. Los textos aquí presentados fueron leídos en Poesía de Ocasión; pertenecen a la antología mencionada y/o al resto del trabajo, publicado o inédito, de dichos autores. 


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