Desde 1991, la obra El Kaleidoscopio da un aire museístico a la estación Chacaíto del Metro de Caracas. “Han pasado días y más días desde el primer día”, dice el epígrafe que acompaña la pieza de Beatriz Blanco, en la que quiso reflejar el punto de partida y el destino del hombre. Pero su valor y el lugar donde se encuentra dispuesta no han impedido que sus partes de bronce hayan sido robadas y ahora se encuentre en un grave proceso de oxidación.

Lo mismo ha ocurrido con miles de obras en el resto del país. Estatuas y esculturas de bronce son desvalijadas y sus piezas fundidas y vendidas a 6 dólares cada una en Cúcuta, Colombia. También han ido a parar  a Trinidad y Tobago, a Curazao y al mercado asiático, señala la investigación “El robo del bronce”, realizada por la organización Institutional Assets and Monuments of Venezuela (IAM), que trabaja en pro de la documentación, valoración y protección del patrimonio cultural del país.

La indagación, publicada en el site www.iamvenezuela.com, concluyó que en 12 estados han sido hurtadas 297 toneladas de bronce patrimonial, lo que equivale a 1.782.180 millones de dólares.

Los estados afectados son: Zulia, Táchira, Lara, Sucre, Anzoátegui, Distrito Capital, Miranda, Falcón, Carabobo, Trujillo, Vargas y Mérida.

“El robo del bronce a estatuas, placas y bustos se ha realizado de manera sistemática. Se lo llevan a Cúcuta, donde hay 12 fundidoras, y lo venden. Esta situación pone en evidencia que no hay en el país una política de preservación patrimonial”, aseguró Nilda Silva, coordinadora editorial de la página web de IAM Venezuela.

Silva indicó que el hurto de bronce ocurre desde hace aproximadamente una década, pero se ha intensificado en los últimos dos años. “En este período hubo robos casi todos los días, en parte por la impunidad y por la falta de políticas para la preservación cultural. Creo que también hay un problema subyacente: la intención de quebrar los hilos con el pasado, la identidad de lo que fuimos. Las estatuas de José Antonio Páez han sido vandalizadas desde que (Hugo) Chávez empezó a repudiar al héroe”, dijo.

Uno de los estados más afectados es Mérida, que cuenta con el patrimonio broncíneo más rico del país, indica Silva. 40% de ese acervo ha sido robado. “Sin duda, es el estado más perjudicado”, lamentó.

La obra La conversación, del escultor Manuel Suescun, ubicada en el paseo Albarregas de Mérida, es una de las más emblemáticas de las que han sido despedazadas. La pieza recrea una conversación entre Gabriel García Márquez y Tulio Febres Cordero. Primero se llevaron el torso del escritor merideño (que luego fue encontrado en unas tuberías de agua) y después mutilaron los antebrazos del Nobel colombiano. También se apoderaron de la estatua de fray Juan Ramos de Lora, fundador de la Universidad de los Andes.

Otros casos han sido los robos de la estatua del poeta Udón Pérez y las puertas del antiguo Banco de Maracaibo, la primera entidad bancaria creada en el país. En Falcón hurtaron la efigie del zambo José Leonardo Chirino, en Sucre la campana de 500 kilos de la iglesia Santa Inés (declarada monumento nacional); en Lobatera, estado Táchira, se llevaron tres campanas del siglo XIX de la capilla del Humilladero.

Y la lista sigue. En total, IAM Venezuela registró el robo de 6.812 piezas.

“Los monumentos son los referentes culturales que crean recuerdos urbanos en la ciudadanía. Generan, también, valores de identidad con el pasado. Una de nuestras preocupaciones es qué pasará con las nuevas generaciones que no tendrán memoria de las estatuas”, expresó Silva. Y advirtió: “Más allá de la materialidad, lo que le da valor a estas obras es el afecto que la gente les tiene. Sin referentes estamos perdidos”.


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