Aunque las zapatillas se rompan, los vestuarios sean inasequibles y no abunden los escenarios, las bailarinas venezolanas continúan apostando por su arte. Las academias son lugares donde la crisis deja su rastro y en algunos casos son centros de instrucción que se han quedado huérfanos de maestras. Nina Novak, Keyla Ermecheo y Siudy Garrido son los nombres de referentes de la danza que han emigrado, mientras otras como Yolanda Moreno y Siudy Quintero permanecen en el país, pero no niegan la difícil coyuntura que atraviesa el ámbito en el que se desarrollan.

En junio de 2017 Novak fue homenajeada en el Teatro Teresa Carreño por sus 50 años de trayectoria y en diciembre decidió emigrar, dejando tras de sí un legado que marcó a varias generaciones de balletistas criollas. Ahora, la
casa de tres pisos donde funcionaba su academia albergará a la academia Danzas de La Mar, dirigida por Martha Idilko. «Vamos a continuar con su legado. Ella ideó una forma de enseñar y se fue con el corazón roto para
poder reunirse con su familia», dijo Idilko.  Ahora son más de 800 bailarinas las que se formarán bajo la impronta de la maestra polaca, pero que igual deben luchar contra un contexto adverso.

«Un par de zapatillas puede costar más de 100 dólares», asegura Atenas Guerrieri, maestra de danza de 29 años de edad, que trabajaba en la sede de Ballet de La Mar en Nueva Esparta y vino a Caracas a encargarse de las
alumnas. «Las puedes comprar en bolívares, pero ese es el precio aproximado de unas Gaynor Minden. Dependiendo de la calidad puedes necesitar varios pares durante el año. Para gastar menos muchas lo que hacemos es repotenciar
las puntas, que cuesta unos 500 mil bolívares», agrega.

En 2014 cuando la directora del Ballet Metropolitano de Caracas, Keyla Ermecheo, decidió partir al Norte, el contexto no era muy diferente. «Había mucha inestabilidad en todo y además comenzaron las protestas más fuertes. Nunca me desprenderé del ballet, es mi esencia, pero decidí cerrar la academia ese año», asegura la maestra que a principios de este año estuvo dictando clases privadas en el  Miami Hispanic Cultural Arts Center.

Otra maestra que se fue a dictar cátedra en Miami fue Yolanda Moreno, pero fue solo por unas semanas a finales de 2017. «Como todo el mundo se está yendo también pensaron que ella emigraría, pero sigue apostando por
Venezuela y dando clase en El Colmenar de la Danza», segura Saraí López, instructora de danza nacionalista que se formó bajo la tutela de Moreno en la agrupación Danzas Venezuela.

A pesar de tratarse de géneros diferentes, las complicaciones económicas las sufren todos los bailarines. «En cada presentación hay que usar mínimo tres vestuarios y eso puede pasar del millón de bolívares, es difícil para los
representantes», dice López, quien además agrega que cada espectáculo debe aprovecharse al máximo debido a que los escenarios son escasos. «Cada vez nos llaman menos. Antes íbamos a las inauguraciones y demás eventos, ahora tenemos pocos momentos», revela.

Otra maestra que se mantiene apostando por la danza en el contexto adverso es Siudy Quintero, madre de Siudy Garrido. Por la hija, también maestra de flamenco que emigró hace unos años para poder cumplir con retos profesionales, se nombró la academia fundada hace 55 años. «Yo fui una de las primeras que abrió una academia de danza», cuenta la madre y añade que en el 2010 tuvo la última presentación. ³Los teatros están muy caros y producir se hace cada día más cuesta arriba», explica la profesora de 77 años.

Algo que todas las maestras comparten es el amor por la danza. Novak y Ermecheo dejaron una parte de sus vidas en el país, mientras que Moreno y Quintero continúan apostando por un país que les exige más de lo que les da. La directora de la academia Siudy Garrido puntualiza: «La cultura no es solamente el joropo, sino todas las expresiones artísticas que tienen cabida en este país. El ballet, el flamenco, la danza nacionalista y todos los que
nos dedicamos a hacer arte formamos parte de la identidad de este país. Aquí hay mucho que hacer todavía y por eso seguimos trabajando».


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