Por JOSÉ ANTONIO PARRA

La experiencia de Russ Meyer (Estados Unidos, 1922-2004) ha sido de las más interesantes en los anales del cine erótico en la modalidad sexploitation. Este género abarca filmes de bajo presupuesto al estilo de pornografía soft y se le asocia generalmente con la estética propia de los años sesenta. No obstante, la filmografía de Meyer posee peculiaridades que la elevan a la categoría de fenómeno artístico de culto.

Hay varios elementos que predominan en la poética de este cineasta. En primer término, el tópico central de las películas de este creador es el cuerpo femenino, en especial de mujeres con pechos enormes que se contraponen con cintura estilo “avispa”. Varias divas con estas características corporales fueron protagonistas de Meyer, entre ellas Tura Satana (Japón, 1938-Estados Unidos, 2004), Kitten Natividad (México, 1948) y Uschi Digard (Suecia, 1948).

Adicionalmente, en esta filmografía hay un fuerte matiz surreal que tiene vasos comunicantes con las estéticas psicodélicas y à gogo de los años sesenta y setenta. Asimismo, el autor apela a ciertos elementos de forma recurrente, tales como la voz del narrador en off, al igual que el uso de música clásica, el jazz o incluso marchas. Esto se ve en películas icónicas, entre las que se cuentan The Immoral Mr. Teas (1959), Up! (1976) y Beyond the Valley of the Dolls (1970). Mondo Topless (1966), por ejemplo, tiene más bien una perspectiva plástica (de algún modo poética, en su particular mirada) de la obsesión del director: los senos voluptuosos.

Otro ingrediente que posee la estética de Russ Meyer es el humor. En muchos casos las situaciones se tornan satíricas y hay un tono absurdo en el devenir de sus tramas. Esto se ve de modo extremo en el filme Up!, que es, sin duda alguna, expresión superlativa del denominado “cine bizarro”. En esta película Meyer presenta, entre otras cosas, una caricaturización de Hitler en absurdas situaciones sexuales.

El biotipo de sus protagonistas apunta más bien hacia la antiheroína, tal es el caso de Tura Satana, en torno a quien hay toda un aura legendaria. Esta actriz fue protagonista del largometraje de Meyer, Faster, Pussycat! Kill! Kill! (1965). Su biotipo era en extremo peculiar y poseía raíces japonesas, cheyenes y anglosajonas. Además de ser extremadamente voluptuosa fue especialista en artes marciales y su mito sirvió de inspiración a Quentin Tarantino para su filme Kill Bill (2003­-2004).

Las grandes estrellas de este cineasta Kitten Natividad, Uschi Digard y Candy Samples además fueron íconos del cine porno. De hecho, Natividad convivió con Meyer durante varios años y al igual que Candy Samples tuvo sus inicios en el espectáculo como bailarina exótica y go-go dancer. Ushi Digard, por su parte, fue una figura muy interesante de ese período. Sueca de nacimiento, esta celebridad estuvo involucrada en el cine, no solo en la actuación, sino también como productora. Anterior a eso había estado en el negocio de la venta de joyas.

En cuanto a Russ Meyer, quizá la honestidad al momento de vincularse con el arte fue unas de las claves de su éxito. Este cineasta nunca dudó en focalizar su trabajo en sus propias obsesiones, cosa que lo llevó a la hechura de las películas por el disfrute mismo de hacerlas. En efecto, fue a la edad de 15 años cuando comenzó a filmar con una cámara de 8 mm que le regaló su madre. Posteriormente, tuvo un proceso de aprendizaje y depuración con su vivencia en la Segunda Guerra Mundial, donde registró algunas de las más cruentas batallas. Meyer fue parte de una unidad al mando del General Patton. Luego de la guerra y motivado por la potente pulsión vital que fue motor de todo su trabajo, comenzó a trabajar con Hugh Hefner para Playboy.

Su obra cinematográfica fue en extremo prolífica y de él se llegó a decir que era una suerte de hombre orquesta en el sentido de que era director, guionista y camarógrafo. En su caso no solo se dio una resignificación de piezas cinematográficas clase B que se tornaron en joyas del arte; también la recaudación de dichas películas fue cuantiosísima. Por ello, durante los años setenta, los estudios de cine le dieron todas las facilidades para la elaboración de largometrajes mainstream. Ciertamente, la obra de Russ Meyer es paradigmática en lo referido al erotismo; una experiencia absolutamente de culto.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!