Por JOSÉ ANTONIO PARRA

OTONO (SIC) de Luis Moreno Villamediana (Maracaibo, 1966) es un enigmático libro objeto elaborado por el sello editorial de culto, «Letra Muerta», que dirige Faride Mereb. En este trabajo confluyen en una misma propuesta experimental tanto los textos de Villamediana como la exquisita perspectiva gráfica de la mencionada editorial.

De este poeta venezolano hay que decir que posee un denso corpus lírico situado en el cutting edge de la esfera iberoamericana. En su poética hay una profunda experimentación que está referida –entre otros aspectos– no solo a lo estético per se, sino también a lo idiomático, a la rítmica y a las estructuras sintácticas.

Lo primero que uno encuentra al abrir el envoltorio del libro es un artefacto en cuya tapa yace el emblema “este libro no es un libro precioso”. En seguida se genera una poderosa intriga a partir de este significante. Entonces deviene una experiencia reveladora que prosigue entre pliegues, colores, contrastes y paradojas hasta dar con el poema inaugural de Villamediana: “EL LIBRO DE SULEIMAN/CONTRADICHO”, del que bien vale la pena citar un fragmento en esta nota:

“este libro no relata, lo juro, una serie de hechos históricos,

porque se dio en el coco

y sufre amnesia,                                                           [ni habla

de variadas especies

                                                                         ni de peces, tampoco;

tampoco se halla en él un cuadro de la esfera

ni de las cosas, hermosas, de este mundo,

ni de la situación de las ciudades ni las áreas habitadas de la Tierra,

ni hace la descripción de animales;

                          –no es un libro precioso;

Abu-Hobaysch es el nombre-de-un-tipo que vivió

doscientos cincuenta años;

cierta vez fue al país de Magog y vio al sabio

Al-Sauah

con quien fue al mar situado entre la India y el Sind;

allí vieron un pez

sobre cuya espalda se elevaba algo parecido a una vela de navío; en algunos momentos este

pez levantaba la cabeza mostrando una enorme masa –extraordinaria–; cuando expulsaba

el agua por la boca

se veía elevarse

                         un alto alminar”.

Como puede verse este es un libro objeto de arte cuyo texto está pleno de extrañas y reveladoras atmósferas. Más allá de lo lírico en sí, este trabajo remite a una experiencia salida de este mundo, a una aproximación donde lo inefable y lo insólito hacen epifanía. Hay una gran coherencia entre el exotismo implícito en la alusión a Suleiman y el resto de las atmósferas que van deviniendo, tanto en este poema como en el resto del libro.

Este artefacto se da desde una arquitectura fractal, tanto en lo relativo al diseño gráfico, como al texto. Lo enigmático y lo prodigioso son impronta en él. La impresión atmosférica que me evocó en lo personal esta experiencia de lectura tuvo ciertas reciprocidades y analogías con el trabajo experimental de los Pink Floyd, Ummagumma.

No solo hay un énfasis estilístico en cuanto a la ruptura de la “lógica” poética, en este caso vinculada a los quiebres rítmicos, sintácticos o temporales, sino también en lo emocional. En torno a lo primero hay que decir que el libro abre una dimensión sumamente lúdica donde se superponen multiplicidad de planos espacio­ temporales. Sin duda alguna esta experiencia está plena de matices psicodélicos y surrealistas. También lo emocional deviene en este corpus y en estratos muy profundos de la psique. Ya hacia el final me llamó profundamente la atención el tono concreto y melancólico del poema “Juguete con retrato de autor”, del que cito un fragmento a continuación:

“el perro mecánico tiene la cola que sirve también para limpiarse el rabo, entendiéndose rabo

como otra cosa

                          no el cabo                 ni la prolongación

y mueve la tal cola

cuando paseamos los fines de semana

cerca del lago frío, con otros que alrededor respiran

mientras corren

                         persiguiendo alguna hoja que se muda

con un viento obstinado;

el perro mecánico tiene las coyunturas oxidadas pero da saltos como si rebotara

y fueran de goma sus músculos de hierro”.

Sin duda alguna en esta edición confluyen los trabajos virtuosos de Luis Moreno Villamediana y del equipo de «Letra Muerta» participante en ella: Faride Mereb, Graciela Yáñez Vicentini, Javier Aizpurua, Omar García y Baden Goyo. En torno al autor, su aproximación excelsa al fenómeno literario responde a una carrera plena de reconocimientos. Ha publicado los libros: Cantares digestos (1996), Manual para los días críticos (2001), En defensa del desgaste (2008), Eme sin tilde (2009), Laphrase (2012) y El edificio fantasma (2015). Asimismo, ha recibido múltiples premios, entre los que destacan el Premio Internacional de Poesía Juan Antonio Pérez Bonalde (1997), el Premio de Literatura Infantil del Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz (México, 2014) y el de la Bienal Eugenio Montejo categoría ensayo (2017), entre otros.

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OTONO (SIC)

Luis Moreno Villamediana

Ediciones «Letra Muerta»

Venezuela, 2017


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