Por JOSÉ ANTONIO PARRA

El poemario Imposible de lugar (2008) de Claudia Sierich (Caracas, 1963) es exuberante. En él se nota un discurso lírico sumamente denso, al igual que ciertas rupturas del orden “lógico” en lo referido al lenguaje para dar así nacimiento a una poética novedosa y potente. En esta lírica devienen distintos matices y miradas con una forma única de (re)crear al mundo en su doble dimensión, tanto fenoménica como del alma.

Hay una sazón muy peculiar en este trabajo, una hecha a base de atmósferas, así como de rupturas del lenguaje y del tiempo. Todo esto se da en pos de inaugurar un territorio nuevo, una dimensión donde prevalece el enigma que está más allá de las cosas y lo palpable. Obviamente, el hecho de que esta poeta tenga también como oficio el de traductora le da una aproximación singular, una que le permite percibir, y de alguna manera asir, ese lenguaje atávico que subyace tras las lenguas del mundo; universo donde flotan, unas sobre otras, todas las instancias de la emoción, al igual que su contraparte en la forma de signo.

Del mismo modo, se da una constelación lúdica en este poemario. Ella es obvia en los distintos trastocamientos que la poeta da al lenguaje, con sus disonancias y rítmicas abruptas; con sus lexemas que van y vienen y se entrelazan para inaugurar este sofisticado cuerpo imaginario y poético.

Hay, no obstante, una suerte de tempo melancólico en Imposible de lugar, un tempo que en lo personal pienso que podría tener algunas analogías con la poética de un Chet Baker, por ejemplo. Sierich, en efecto, lo cita en un epígrafe en alusión al tiempo; ¿será acaso la naturaleza efímera del tiempo y del fenómeno vital el génesis de esa impronta melancólica?

Para esta escritora el mundo tiene un cierto carácter de puesta en escena, de (re)presentación donde devienen y se entrecruzan lo sensorial y las emociones. La forma como el artificio es planteado al lector –a los “comensales”– en su poema “Trato cotidiano” es un cálido anzuelo que bien vale la pena citar:

“A la vez el pozo ofrece su boca negra

y cuando quiere fauces caminar a mi lado

ruge rayo adentro     ábrete Sésamo

tan crispa corozo el abismo

bostezando otro espanto.

Hay golondrinas que anidan bajo el techo.

Parecen livianas, ligeras de pensamiento.

Recojo una hoja de palma seca

fruto de oro la trastoco bandeja de golosinas

y sobre el canto del mismo cántaro callo

con un tris de sal marina

el sopetón de sinsabor.

La mesa está servida. Llegan los comensales.

El ángel abre su luminoso ojo en silencio.

A tavola brisa de agua

la maga el melodioso y la niña parlanchina.

Un nunca escanciados gestos aéreos

con humor tintinean tan bate los manteles

reza rubí algo de sombra a la sombra.

También la tarde se da la vuelta crisálida.

También la mano puede quieta en flor.

Cuando de las hojas se vuelca la hora

una noche grande valle la copa

bebe hondo goteando

cóncavo el día de puntillas tropelía

jugó la gran jugada el gran hacedor.

Cuál será tu pregunta ahora que serme

va casi de una forma    casi     esta vez

                                                                          hasta suficiente”.

En los muchos mundos de Claudia Sierich la palabra poética es el canal que aproxima lo indecible al mundo ordinario. El ángel, lo atemporal y lo trascendente son leitmotiv en este trabajo pleno de ricas texturas. De igual forma, la reflexión ulterior que pareciera flotar en las aguas de esta poesía resuena una y otra vez en torno al fenómeno de la existencia. En tal sentido la poeta asume a plenitud su rol sagrado y en el caso de Imposible de lugar nos presenta una lírica que es virtualmente una plegaria, una plegaria plena de enigma.

Claudia Sierch también tiene publicados los poemarios Dicha la dádiva (2011) y Sombra de paraíso (2015). El poemario al que nos referimos en esta nota recibió el Premio de Poesía Autores Inéditos de Monte Ávila Editores en al año 2008 y la Mención Honorífica en Poesía del Premio Municipal de Literatura de Caracas 2010. Con esta autora asistimos a la vida y obra de una poeta genuina y honesta; de una voz resonante y atemporal, una voz que inaugura mundos.

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Imposible de lugar

Claudia Sieriech

Monte Ávila Editores Latinoamericana

Caracas, 2008


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