Por JOSÉ ANTONIO PARRA

Dentro de las diversas expresiones del arte y del ámbito de los creadores hay algunos, muy contadísimos, que han accedido a la dimensión de culto. Aún no se sabe a ciencia cierta qué determina que este fenómeno se dé.

La constelación de culto implica el hecho de que el sujeto que la experimenta sea percibido por el lector-espectador de un modo tal que todo en su existencia reviste un interés, en especial aspectos anecdóticos. De igual forma, la manera detallada como fue creada y ejecutada una determinada pieza de arte, literaria o musical es de importancia esencial en este contexto.

Por ejemplo, esto se observa con claridad en el cuento “El perseguidor” (1967) de Julio Cortázar, referido a Charlie Parker. En él, Parker es (re)presentado con una connotación claramente de culto donde la vida y la creación se integran en una sola faceta. En este caso, la canción “Lover Man” (1941), que en el cuento Cortázar nombra “Amorous”, reviste una perspectiva trascendente en cuanto a la sesión en particular en la que el protagonista logra la mejor versión de ella.

Cortázar no solo posa su mirada sobre un músico de jazz que innovó una estilística, sino que se mira en ese espejo en tanto él mismo sujeto de culto. Los diversos elementos que dan coherencia a esa totalidad que fue la vida de Parker aparecen aquí desplegados: la genialidad, la adicción, el bebop como género inaugurado, la forma de morir, el descalabro existencial, etc.

En el ámbito lírico, esa singularidad de la vida de algunos poetas ha sido factor clave al momento del acceso a la experiencia de culto. Tradicionalmente las poetas confesionales –quizá por su mismo desgarramiento, tanto en la historia vital como en su expresión lírica– están en el ámbito de lo de culto. Pienso aquí en Sylvia Plath y en Anne Sexton dentro de la órbita anglosajona.

En el contexto de la literatura venezolana, según mi modo ver el fenómeno, hay cuatro grandes figuras que poseen la connotación de culto: Miyó Vestrini, Hanni Ossott, Ida Gramcko y Martha Kornblith. En tal sentido, el trabajo que ha desplegado la editorial «Letra Muerta», dirigida por Faride Mereb, en torno a Vestrini, Ossott y Gramcko es invaluable y pone de manifiesto la hechura de artefactos diseñados en función de una perspectiva también de culto. En este caso el libro objeto contribuye a acentuar dicha característica. La imagen que ilustra este texto es muestra de la perspectiva excelsa de dicha editorial a nivel de diseño. Esta (re)presentación consiste del detalle de un recorte hemerográfico en el que aparece Miyó Vestrini y que fue editado y digitalizado por «Letra Muerta».

En lo musical en el mundo, durante los años sesenta y comienzo de los setenta, aparecieron algunos de estos mitos, como lo fueron Nick Drake, Syd Barrett, Roger Rodier y la banda The Free Design, entre otros. De estos, quizá han sido Nick Drake y Syd Barrett los que han tenido un mayor alcance. En el caso del primero, eso ocurrió luego de su destape massmediático a más de dos décadas de su muerte, producto de que su pieza, “Pink Moon”, fuera utilizada por un comercial de Volkswagen para Europa.

La vida de Drake fue en extremo desgarrada y mientras vivió su trabajo no fue casi conocido, a pesar de que es considerado de un valor superlativo, tanto en lo musical como en lo lírico. Los Free Design, por su parte, llevaron a efecto una actividad creativa que incluyó versiones de otras bandas con peculiares arreglos vocales de forma que la mixtura de elementos fue única. Luego de haber desparecido del ámbito mainstream, durante los años noventa surgieron bandas como los Stereolab y los High Llamas que estuvieron influenciadas por ellos. Estas bandas de los noventa que han vuelto a traer a la palestra lo de culto también han posado su mirada sobre músicos mainstream de los sesenta y setenta, quienes pudieran estar experimentando un desplazamiento también hacia lo de culto. Esto último ocurre, por ejemplo, con Burt Bacharach.

De modo pues que la dimensión de culto es de las más exquisitas en el ámbito del arte, de la literatura y de la música. Ello sin contar a figuras históricas que han accedido por sus peculiaridades a dicha experiencia, tal es el caso de Apolonio de Tiana, en torno a quien ha surgido literalmente un culto durante siglos.


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