Cada poeta joven descubre el mundo e inventa la poesía. “Desde la absoluta arrogancia de mis / veintidós años os observo”, escribe Juan Ángel Asensio en uno de los poemas de locos // santos // salvajes. El libro queda apenas como rastro físico –en su formato más convencional de obra impresa– de un periodo de convulsión y ebullición creadora, en concreto de su primera implicación en las actividades del Colectivo Vitalismo, integrado por diferentes músicos, actores y poetas universitarios.

En sus dos años de existencia, Vitalismo –donde no hay protagonistas en solitario, pero que se expande a modo de hidra– ha venido realizando eventos que combinan el recital y la performance, renovando sus miembros y estrechando lazos desde Madrid con grupos afines de otros lugares del país y del otro lado del océano. Sus encuentros tribales y en vivo –en persona– se contraponen, por principio, con los de otros poetas jóvenes coetáneos más centrados en las redes sociales –en el avatar– y el éxito comercial.

Esos poetas locos y salvajes, a los que da voz Juan Ángel Asensio en su primer libro, tienen ecos evidentes de lecturas de visionarios como Walt Whitman y Allen Ginsberg, con el clima ceremonial y apocalíptico de un concierto de The Doors. Los santos alucinados llegan a la gran ciudad dispuestos a arrojar sus “eyaculaciones en lo sagrado”, en compañía de animales como el lobo y el coyote, y hermanas como las valquirias. Vienen armados de antigüedad mistérica, sembrando el asfalto de espadas, sepulcros, altares, ídolos, esfinges, ángeles. Anuncian el Leviatán y proclaman el Ragnarok.

Es natural que este libro contenga aciertos y fallos. Busca la expresividad por encima de la forma, y en ocasiones privilegia el énfasis y el exabrupto por encima de cualquier tropo académicamente construido. La puntuación y la versificación andan en vilo por la vehemencia del principiante. Recurre a trucos de poeta de jam y, en otros momentos, la mano se le va al traste de la guitarra eléctrica.

Juan Ángel se encuentra ya explorando nuevas posibilidades. Ha retorcido las palabras, en una etapa intermedia marcada por Vicente Huidobro, César Vallejo y sus seguidores entre los jóvenes poetas de México o Perú, pero en la actualidad parece haber abandonado la retórica de profeta bíblico y cualquier pose forzada, con nuevos poemas en la línea de cierto neo-ruralismo y recuperación de las raíces familiares que está floreciendo en la nueva poesía española con resultados todavía por desvelar.


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