El Adonáis de Poesía, para autores de hasta 35 años, es uno de los premios literarios de mayor prestigio en lengua española. Creado en 1943, carece de dotación económica; un detalle que se ve compensado por la relevancia histórica de sus ganadores, con nombres como José Hierro, Claudio Rodríguez o José Ángel Valente. En ocasiones, los poemarios ganadores del Adonáis se convierten en referentes generacionales, como fue el caso de De una niña de provincias que vino a vivir en un Chagall (1980) de Blanca Andreu. El premio está abierto al español transoceánico, de manera que uno de sus ganadores fue el venezolano Luis Enrique Belmonte con Inútil registro (1998).

La leonesa Camino Román fue premiada con un accésit en el último Adonáis (2016), categoría nada despreciable si se tiene en cuenta que comparte tal suerte con José Agustín Goytisolo, Julia Uceda o Ángel González. La publicación de su poemario Accidente ofrece la oportunidad de conocer una voz muy personal que hasta entonces estaba reservada al cambiante mundo de las redes sociales, donde se da la circunstancia de que también apareció como por sorpresa.

Hasta el año 2014, dedicada profesionalmente a la docencia de las asignaturas de Dibujo e Historia, la autora se había dado a conocer como artista plástica. La lectura ocasional de una entrevista a Vicente Monroy, máximo promotor de la poesía digital en España, le llevó a experimentar con la palabra y sus posibilidades en Internet. Su primer fruto fue un archivo PDF de descarga gratuita que comenzó a circular entre miles de lectores entusiasmados con la frescura de unos poemas muy breves, como escritos al vuelo, que reflejaban la excitación ante un nuevo medio y una nueva sentimentalidad.

Camino Román ha seguido desde entonces explorando los medios digitales sin perder ese aura de poeta desprevenida, cuyos poemas parecen escritos en el momento, verdaderos impromptus, llenos de referencias a situaciones cotidianas y objetos triviales que se repiten de manera recurrente –Google, Wikipedia, paseos con el perro, conversaciones de novios– y que toman forma de manera caótica y con una sintaxis descuidada; la que utilizamos normalmente para hablar cuando estamos entre amigos y en confianza.

Accidente (Ediciones Rialp, 2017) es, por tanto, poesía accidental, al azar de un diálogo escuchado en una película para adolescentes, una fotografía captada en Facebook, un rótulo callejero, una percepción cualquiera que provoca la escritura como respuesta con la que dar sentido al torbellino de la actualidad. El lector puede quedarse en la superficie, soltar una risa ante la ingenuidad de sus intuiciones, pero también puede verse reconocido en estos poemas de apariencia despreocupada y, tal vez, sentir el escalofrío al contacto con lo auténticamente humano.


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