La transformación de un espacio supone una nueva interpretación. Capturar estos cambios es reconstruir la realidad original que absorbe la intervención del artista, al menos durante un instante. Así concibe Miguel Braceli su obra, en la que las personas y los objetos se introducen en un espacio, logrando conexiones que adquieren un significado durante el instante y otro al ser capturadas por el lente.

El artista plástico nacido en Valencia, Carabobo, hace 34 años, recibió el 9 de abril el Leslie King Hammond Graduate Award, premio del Maryland Institute College of Arts, donde cursará estudios. Además, obtuvo la Beca Full Bright que le permitirá realizar un posgrado en Bellas Artes también en Estados Unidos. La semana pasada presentó en la Sala Mendoza Coreotopías, libro que publicó en España. Y el 17 de junio inaugurará una muestra individual en el Espacio Monitor del Centro de Arte Los Galpones, en la que espera integrar un conjunto de intervenciones realizadas en varios países durante los últimos años con un proyecto formativo que incluye a estudiantes de diferentes regiones de Venezuela.

¿Por qué la intervención de los espacios en su trabajo?

—Trabajar con el espacio público es una forma de acercar los proyectos a la realidad. Mi trabajo busca insertarse en determinados contextos sociales, políticos, o estéticos para transformarlos desde la acción. La intervención es la forma contemporánea de dialogar con lo dado para producir nuevas realidades.

¿Cuál es el papel de las personas en su obra?

—Las personas son un interlocutor de la obra. A través de la participación el espectador se vuelve un agente activo que construye la obra mientras absorbe una experiencia. Posteriormente, en las imágenes las personas son un testimonio de las poéticas contenidas en cada proyecto. En el vínculo con lo humano y la realidad es que mi trabajo encuentra sentido.

—¿Qué lo ha mantenido ocupado últimamente?

—Desde hace varios años he estado trabajando entre Latinoamérica y Europa. Suecia, España, Bolivia y por supuesto Venezuela son algunos de los contextos más recientes. En los últimos trabajos he venido afianzando la idea de construir espacios de aprendizaje, entender la obra de arte como un proyecto formativo donde el conocimiento es la sustancia en transacción.

—¿Cuánto tiempo pasa fuera de Venezuela?

—Es itinerante, cada proyecto es distinto, y por tanto exigen distintos compromisos de tiempo. En los últimos años he aprendido a hacer de mi casa el equipaje.

Ha recibido premios como el de Arte Público de Extremadura y el Premio Arte Joven del Principado de Asturias, ¿qué significan las distinciones para usted?

—Es sumamente estimulante saber que las instituciones cada vez apuestan más por proyectos en el espacio público y de participación. Estas distinciones significan una apertura institucional a nuevos formatos de acción, que a la vez abren camino a otros artistas para fortalecer estas prácticas e ir generando vínculos más cercanos con la sociedad.

—¿Qué le ha llamado la atención del mundo artístico últimamente?

—El compromiso con lo social y lo político, su deseo de involucrarse en determinadas problemáticas y su capacidad para transformarlas.

—En momentos de crisis, ¿cuál es su posición acerca del papel de los artistas?

—Los artistas debemos insertarnos en la realidad para buscar transformarla. No basta con producir una obra encriptada y gremial; o lo contrario, masiva y complaciente. El arte debe integrarse a la sociedad y convertirse en una herramienta de construcción colectiva. El arte contemporáneo propone metodologías de trabajo permeables a otras disciplinas, desde las cuales es posible aprender.

—Como artista joven, qué le dice a esos venezolanos que quizá no encuentran espacios para desarrollar su talento.

—Los espacios no hay que buscarlos, sino construirlos.

—¿Cuál es el aporte que pueden dar los jóvenes talentos al país?

Trabajar, aprender y enseñar. En Venezuela todo cambio es posible solo a través de la educación.

Ascenso firme y constante

Miguel Braceli se formó como arquitecto en la Universidad Central de Venezuela, de donde egresó con honores. En la misma casa de estudios hizo posteriormente un master en diseño arquitectónico.

El valenciano ha presentado individuales en Bolivia, Chile y Venezuela, y ha participado en colectivas tanto en el país como en Argentina, Brasil, España, Italia, España y Estados Unidos. El ímpetu creador de este artista ha llevado sus intervenciones a seis países de distintos continentes.

A principios de año recibió el Premio Arte Joven del Principado de Asturias en España por su trabajo bautizado Coreotopías. Gracias a este reconocimiento la Sala Borrón de Asturias presentará una individual de Braceli a finales de año. También obtuvo el Premio de Arte Público de Extremadura en 2017.


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