De martes a domingo en el CCCT se dan cita cientos de artistas que forjan un fortín de entretenimiento para todo público. Minutos antes de las 6:15 pm, una veintena de personas se aglomera frente a cada uno de los puntos de venta ubicados debajo de una pancarta, de casi 10 metros, en la que se muestran las 30 piezas de la noche. El número de personas que se acerca el miércoles –primer día de la temporada– a los espacios del Urban Cuplé para ver obras es menor en comparación a las 11 temporadas anteriores del Microteatro; las funciones se agotaban cada 15 minutos.

La cercanía con el asueto de fin de año, la inseguridad de la noche capitalina y los altos precios de las entradas, que aumentaron de 5.000 a 60.000 bolívares en tan solo cinco meses, son vistos por vendedores, artistas y público como las causas comunes de la baja asistencia. “Decidir aumentar el precio de las entradas no fue sencillo, pero producir teatro es cada vez más difícil y si no subíamos los costos no nos daban. Aún así, la audiencia ha sido muy compresiva”, asegura el director Dairo Piñeres, uno de los organizadores del evento.

En una de las colas para comprar entradas estaba Elena Contreras, quien junto a sus amigos prefirió ver solo cuatro funciones, de las siete disponibles desde las 6:15 hasta las 9:45 pm debido al temor al hampa. “Es mejor salir más temprano”, dijo Contreras y agregó: “Ya había venido a otras temporadas. Esta vez me sorprendí un poco por el aumento de los precios, pero si todo aumenta en la calle es lógico que las entradas también”.

Cuando después de unos minutos Contreras logró llegar al punto de venta, no pudo comprar boletos para las comedias Bipolar, escrita por el actor Juan Carlos Gardié, ni para Yo la monto hermana, la única producción que cuenta con una sala de dos pisos y una alfombra roja en la entrada, ya que ambas piezas agotaron sus primeras funciones. Lo mismo ocurrió con la comedia que satiriza al Microteatro en su trama: Desnudas en el baño.

De las 30 propuestas, solo siete son dramas entre los que se encuentra la pieza que versa sobre las adicciones a las redes sociales Open Mind dirigida por la joven actriz Valentina Garrido –nominada al Premio Marco Antonio Ettedgui–, quien junto al artista plástico Enay Ferrer ideó una escenografía que cuenta con cientos de cuchillos que forman alas, una jaula de hierro y televisores que transmiten video en vivo. 

“Sin duda producir este año fue mucho más complicado, sin embargo la creación artística no puede estar supeditada a lo que dicte la economía”, aseguró Ferrer al ser consultado por las complicaciones del montaje.

La situación económica nacional no escapa de las tramas y en Cocinando con Dorangel, un divertido cocinero autodenominado “comegenatriano” propone soluciones ante el desabastecimiento. Aunque la comida y las bebidas no faltan en el Microteatro, donde una ración de 5 tequeños cuesta 100.000 bolívares, un perro caliente 45.000 bolívares, un refresco 40.000 bolívares y las cervezas 45.000 bolívares. Una pareja, puede llegar a gastar entre entradas y comida 1.500.000 bolívares, en un fin de semana dramático.

Manifestación dramática

Entre los dramas de la duodécima temporada del Microteatro destaca Alan, una pieza que al ritmo de una canción, con poca escenografía y solo tres actores cuenta una historia afín a una nación que estuvo sumida en protestas constantes durante el año 2017. “Yo vivo en el conjunto Los Verdes de El Paraíso donde se violentaron muchos hogares cuando hicieron allanamientos, incluyendo mi casa”, asegura el actor José Gregorio Martínez, director y dramaturgo de la pieza. “Sentí la necesidad de escribir sobre la importancia que sentimos millones de venezolanos, pero al mismo tiempo quise tratar el tema de la protesta desde el amor fraternal, la solidaridad y la empatía que todos los que nacimos aquí llevamos por dentro”, agregó Martínez quien escribió sobre un joven que defiende la libertad de pensamiento.  


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