Nunca ha estado sobre la mesa suspenderlo. La escasez de gasolina que agudizó el problema del transporte y la crisis eléctrica que se profundizó en marzo no detuvo a la directora del Festival del Cine Venezolano. Si no se realizaba en Mérida, como todos los años, se haría en otro lado. “El festival va”, dijo Karina Gómez. Haría cualquier cosa para que se concretara la cita que reconoce la producción cinematográfica nacional desde 2005.

Y así fue.

La edición 15 del Festival del Cine Venezolano se hará en Caracas, pero, reiteró Gómez: “Es prestado”. El deseo es volver a la región andina para las próximas ediciones. Pero cuando haya mejores condiciones. “Mérida, hoy, tiene una situación muy crítica, muy ruda y muy triste”, lamentó.

Luego de sortear problemas presupuestarios y falta de personal, el festival tendrá lugar en la Sala Plus 2 de Trasnocho Cultural, del 14 al 20 de junio, para premiar y mostrar las novedades de la filmografía nacional.

108 butacas estarán disponibles durante 6 días en los que se se proyectarán, en orden aleatorio, los 13 largometrajes en competencia: Amnesia de Gabriel Marino, Arpón de Tom Espinoza, Canción de las sombras de Roque Zambrano, Cumbres borrascosas de Tony Rodríguez, Historias pequeñas de Rafael Marziano, Jazmines de Lídice de Rubén Sierra, La jaula de José Salavarría, La noche de dos lunas de Miguel Ferrari, Operación Orión de Rubén Hernández Ramón, Parque Central de Luis Alberto Lamata, Peleador nocturno de Mario Pagano, Voy por ti de Carmen La Roche, y Yo imposible de Patricia Ortega.

Los periodistas Juan Antonio González y Alexandra Cariani, el productor Pedro Mezquita y los cineastas Geyka Urdaneta y Luis Rodríguez serán los encargados de premiar en los renglones de Mejor Dirección, Mejor Actor, Mejor Actor de Reparto, Mejor Actriz, Mejor Actriz de Reparto, Guion, Dirección de Arte, Dirección de Fotografía, Edición/montaje, Sonido, Cámara, Música, Casting, Maquillaje y Vestuario.

Adicionalmente, se proyectará una muestra de cortometrajes de la ULA, Está todo bien de Tuki Jencquel, El vendedor de orquídeas de Lorenzo Vigas, y Araya de Margot Benacerraf, documental que hace 60 años ganó el Premio de la Crítica  en el Festival de Cannes. Esta película, así como el periodista y promotor cultural Pablo Antillano –que falleció en febrero– y el cineasta Joaquín Cortés, quien ganó el primer Premio Nacional de Cine en 1980 con El Domador, recibirán un homenaje en el contexto de la muestra.

Esta edición no contará con las actividades complementarias de formación y el maratón de Cine Átomo, que se realizaban como parte del festival desde 2007; sin embargo, Gómez y su equipo, constituido por cuatro personas, no decaen: esperan poder retomarlos el año próximo. La intención, además, es realizar muestras en otras ciudades del país. “Requiere personal y también requiere plata”, afirmó.

Karina Gómez, directora del Festiva de Cine Venezolano de Mérida

—En los años ochenta, el festival de Cine fue realizado por Tarik Souki, director del departamento de Cine de la ULA. En una entrevista dijo: “Caracas es mucho rollo”. ¿Qué expectativas tiene de este festival en Caracas, en comparación con Mérida, una ciudad tradicionalmente cultural?
—El festival es prestado. Los festivales más importantes del mundo se hacen en el interior de los países, por ejemplo: Cannes, Venecia, San Sebastián. Es un evento nacional que se hace en la región. Adoro Caracas y la rueda de prensa siempre se inició aquí. Pero los festivales siempre se hacen en el interior porque es difícil dedicarse a una sola cosa en las ciudades capitales.

—¿Qué dificultades hubo para llevar a cabo este festival?
—Es difícil cuando constantemente te cuestionan por qué lo estás haciendo. Pero me encanta que me digan que no, porque me atravieso y el festival va. De 60 personas, pasé a trabajar con solo 4, y 2 de ellas estaban en el interior del país. Yo tampoco estaba en Venezuela. El dinero se levantó poco a poco; Dolby puso una parte, Amazonia Films me dio el afiche; el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía, que es el gobierno, también nos ayudó. Trasnocho Cultural me abrió las puertas desde el primer momento. Como un rompecabezas, todo se integró y ya estamos aquí.

—¿Qué significa para usted el Festival de Cine Venezolano? Un evento que le dio continuación al acontecimiento más relevante del quehacer cinematográfico, luego de su última edición en 1990. El primer festival lo realiza en 2005. Son 15 años de ejecución ininterrumpida.
—Soy una persona absurdamente apasionada. Me encanta lo que hago. El festival es parte del país. Es parte de su ADN. Intentamos llevarle alegría al país y darle una visión diferente, de que sí se puede. Es el futuro, que es nuestro, de la gente que trabaja, que le echa pichón, que ve en los amaneceres el día bonito.

—¿Considera que se consume más cine nacional que antes?
—Sí. El festival ha hecho muchas cosas, y una de ellas es incrementar el disfrute del cine nacional. La gente va a las salas. Nunca hemos bajado de 25.000 espectadores en 3 días. Hay muchas películas que se estrenan en el festival y cuando se proyectan en otras partes les va muy bien, independientemente de si ha sido merecedora de un premio.

—¿Cómo describiría al cine venezolano de los últimos 15 años?
—Se hace muy buen cine. Este año tiene una particularidad: hay cineastas realmente buenos, de los que se espera un trabajo impecable. Me preocupa un poco el jurado, que tendrá que darse golpes para elegir la Mejor Película, porque hay muchísimo nivel.

—¿Goza de buena salud el cine nacional?
—Goza de buenos cineastas, no sé si de buena salud. La historia de la salud es intermitente porque mientras la gente no tenga una entrada real de dinero para poder gastar en entretenimiento, no va a tener buena salud. Tenemos buena salud en la medida en que tenemos cineastas trabajando en todas partes del mundo. Hay buenos productores, laboratorios excelentes, productoras increíbles que siguen en el país, que están buscando plata fuera para poder producir. Eso está muy bien. Pero no gozamos de buena salud en la medida en que los venezolanos no tengan poder adquisitivo.

—¿Qué tan relevante es incentivar el encuentro cultural en este momento?
—Muestra otra faceta de Venezuela. No somos solo malas noticias. No se puede hablar mal todo el tiempo. La gente tiene que tener un nivel de altura para hablar de Venezuela y su cultura. Ese es mi trabajo, que la gente lo vea desde mucho más arriba de lo que realmente se ve.

—¿Va por 15 años más de festival?
—Cuando uno de mis hijos cumplió 10 años, le pusimos un traje como de James Bond en la décima edición del festival. Le tomamos una foto y pusimos en la descripción: “Este festival tiene la edad de este niño”. Él ya tiene 15 y seguiré criándolo hasta que tenga 30 o más. Entonces habrá varias personas que se aburrirán esperando que yo entregue el festival. Esta es mi forma de vida.


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