Una mesa con un cubo lleno de libros llamó su atención. “¡Mami, mami, mira!”, le dijo un niño a su madre mientras caminaban por la plaza Bolívar de Chacao. Aproximadamente 20 personas se acercaron por curiosidad, otras sabían de la actividad. “¿Quieres un libro y una rosa?”, le preguntó al pequeño una de las organizadoras del evento . Él se acercó y recibió el obsequio. Un acto en conmemoración del Día del Libro.

La celebración es la unión de dos efemérides: la tradición española de regalar rosas por el Día de Sant Jordi, que coincide con el aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes, William Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega.

Rajihv Morillo, de 30 años de edad, fue uno de los participantes que llegó con antelación. Había estado anteriormente en los intercambios de libros auspiciados por la iniciativa Qué Leer, que le ha permitido obtener ejemplares que no puede pagar. “Hay libros y revistas que no llegan al país. Los que se producen aquí son bastante costosos”, dijo mientras tomaba una copia de Cantaclaro, de Rómulo Gallegos. “Hay algunos amigos a los que les he pedido que me traigan ciertos títulos cuando regresan de viaje. Es complicado. Toda mi vida he leído. Mi mamá es bibliotecóloga y eso ha incidido”, agregó.

Junto con Morillo estaba Jonás Estrada. “Si tuviera que escoger entre el impreso y lo digital, elegiría siempre el libro en físico. La experiencia es totalmente diferente. Además, no todos los libros están disponibles en formato electrónico”, indicó, mientras hojeaba su nueva adquisición: La Eneida de Virgilio.

La biblioteca móvil de Qué Leer tiene dos años en las calles. Están distribuidas en seis puntos por la ciudad capital y pretenden incentivar la lectura poniendo libros a disposición de las personas, en lugares públicos donde tengan que esperar. En su mayoría son donaciones de particulares y de las editoriales. Hoy pasearon por tres plazas representativas del este de Caracas acompañados de Tibisay Guerra, quien lleva el proyecto de promoción del libro Autores Venezolanos.

De la plaza Bolívar de Chacao se trasladaron a plaza Francia, en Altamira, donde más de 25 personas estaban esperando que comenzara la actividad. Una de ellas fue Danny Toro, quien intentaba mantener el hábito de la lectura pese a la dificultad para obtener los títulos. “Las librerías están desapareciendo por la situación económica del país. Así como uno intenta resolver la compra de la comida, lidiar con la escasez de agua y las fallas eléctricas, también se hace lo mismo con la lectura. En mi caso particular, leo como se pueda. Si está impreso, se lee en físico. Si está en digital, se lee desde la computadora. Actividades como estas también contribuyen”, señaló al respecto.

El sector editorial en el país trata de seguir a flote, aunque ello significa batallar contra las dificultades de producción. Los sellos trabajan a riesgo de no recuperar los costos de edición. Las divisas para importación de novedades desaparecieron. Grandes cadenas de librerías bajaron la santamaría. Se agudiza un panorama en el que el libro parece desdibujarse de las manos de los venezolanos. Sin embargo, para Ricardo Ramírez Requena, escritor, librero y director de La Poeteca, hay que tratar de continuar, aunque sea con lo poco que se tenga. “Esta actividad de las chicas de Qué Leer y Autores Venezolanos es una manera de poner libros en las manos de las personas. Yo siento que la gente está ávida de plaza, de calle, de iniciativas y hay que brindarlas”, expresó.

La actividad terminó en la plaza Los Palos Grandes, cuando el cubo de libros quedó completamente vacío. Se obsequiaron aproximadamente 150 ejemplares en un día para celebrar en un país, entre tantas otras, con una grave crisis editorial. “Nosotros apostamos al libro. Creemos que la lectura es una forma de resistencia y de generar conocimiento para ser mejores ciudadanos que, a su vez, forjan un mejor país”, afirmó Melissa Nahmes, miembro del equipo de Qué Leer.


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