Hace una década el gobierno decidió no renovarle la concesión a RCTV. Luego de que el fallecido presidente Hugo Chávez lo amenazara el 28 de diciembre de 2006, el 27 de mayo de 2007 fue la última vez que su señal se vio en televisión abierta.

El canal –cuya señal internacional también fue sacada del aire en 2010– se convirtió en una compañía productora de contenidos.

Gracias a un convenio de coproducción con RTI Colombia y Televisa de México, RCTV produjo en 2014 las telenovelas Las bandidas Virgen de la calle. En 2015, sin socios, realizóPiel salvaje y en 2016, Corazón traicionado. Este año prepara dos miniseries: la primera, cuyas grabaciones en exteriores ya comenzaron, tiene como nombre tentativo Ellas aman, ellos mienten, escrita por José Vicente Quintana y protagonizada por Patricia Amenta y Héctor Peña. La segunda, aún sin título ni reparto, es escrita por Karin Valecillos.

A vuelo de pájaro es fácil notar que RCTV, aun fuera del aire, produce más dramáticos que el que fuera su competidor: Venevisión. Entre 2014 y 2017, la televisora de La Colina realizóCorazón esmeralda (2014), Amor secreto (2015), Entre tu amor y mi amor (2016) y Para verte mejor (2016). Televen, por su parte, no tiene el músculo necesario para embarcarse en la producción de telenovelas.

José Simón Escalona es el actual vicepresidente de producción de RCTV. Es enfático al afirmar que con el cierre del canal no solo se perdieron puestos de trabajo, sino que se apuñaló la libertad de expresión y creación. El país, dice, también perdió una ventana importante que le permitía verse reflejado, así como mantenerse informado de lo que sucedía afuera.

—¿Qué ha sido lo más complejo de convertirse en una productora sin pantalla?

—Lo más difícil ha sido la transición. Pasar de ser un canal que perdió la estructura con la que trabajaba, el dinero que se hacía a través de la comercialización de la pantalla y sus audiencias, a ser solo una productora. Hubo un tiempo en el que solo fue una prestadora de servicio. Se hicieron cosas interesantes y funcionó porque era una empresa acostumbrada a ello: prestar servicios a producción. Como esa área se pudo preservar fue sencillo, dentro de lo que cabe, amoldarse a ese estilo. Pero a medida que se va haciendo entiendes que ese modelo de negocios no permite que pienses en el futuro. La única manera fue cambiar los objetivos de la empresa para preservar lo que fue el orgullo de RCTV, que era la producción propia. Eso es complejo especialmente por la situación del país.

—¿Qué tan complicado ha sido recuperar el nicho que las telenovelas de RCTV tenían en el mercado internacional?

—A nuestras producciones les ha ido bien, pero ha sido difícil. Ahora estamos en el último lugar después de haber permanecido en los tres primeros por muchos años. Luchábamos contra Televisa y TV Globo, que era lo mejor de la producción latinoamericana. Al estar tanto tiempo fuera del mercado, con los cambios que ha tenido la industria, necesitas recuperar la confianza en tu producto, en tu capacidad de seguir entregando una o dos buenas telenovelas al año. Tenemos que volver a ganarnos nuestro lugar. Debemos recuperar la personalidad de la marca. Hay que seguir insistiendo.

—¿Continúan los convenios de coproducción con RTI Colombia y Televisa?

—Sí, aún existen. Hay muchos que siguen llamándonos, pero a la mayoría les inquieta la situación venezolana. Producir es muy complejo en una crisis como la que atraviesa el país. A veces se dificulta algo tan normal como conseguir flores para un decorado.

—¿Quién ganó con el cierre de RCTV?

—Con el cierre de RCTV nadie ganó. Perdió la televisión, perdió el país. Parte de lo que nos agobia a todos es que hemos perdido nuestra identidad. Con la salida del aire de RCTV perdió el venezolano porque desapareció parte de su cultura, también los profesionales que se formaban en estos pasillos. Todos hemos perdido, todas las generaciones. Y esa es una de las cosas que me cuesta decir porque es doloroso. Hemos tenido que reinventarnos y eso es algo trascendente. Tiene el espíritu de esta empresa, que siempre fue de vanguardia. Y en ello nos apoyamos para construir una productora sin pantalla, sin país en el que transmitir y sin una industria de televisión que pueda apoyarnos.

—¿Estaría listo RCTV para un eventual regreso?

—Estoy seguro que sí, porque sería muy fácil convocar a la gente que sigue aquí, que sigue amando la televisión. Y la audiencia estaría encantada. Pero eso va a ser imposible si no tenemos empresas, producción nacional. ¿Por qué? Porque la televisión vive de comercializar sus espacios a través de contenidos.


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