Jackson Gutiérrez es famoso porque en sus películas ha querido mostrar la cruda realidad que azota a los venezolanos. El 31 de julio esa misma realidad tocó directamente su último largometraje, El hijo del presidente, que se estrena el viernes en las salas del país.

Ayer sería presentada ante los medios la cinta que rodó durante cuatro semanas en Chapellín. La hora de proyección estaba pautada para las 9:00 am en el Cinex del centro comercial El Tolón. Pero no fue posible: las luces de las salas estaban apagadas, al igual que las de las tiendas, y no funcionaban ni los ascensores ni las escaleras mecánicas, pues un apagón en el este y el oeste de Caracas había frustrado la presentación.  “Eso debe ser porque la película se llama El hijo del presidente y la quisieron sabotear”, comentó en tono de broma uno de los asistentes.

Sea un obstáculo o no, Gutiérrez y su equipo decidieron continuar con la programación del día, a pesar del apagón. No se pudo ver la película, pero sí hablar de ella: El hijo del presidente narra el secuestro que sufre el vástago (Luciano Muguerza) del primer mandatario de un país al escaparse del palacio de gobierno con la ayuda de su escolta.

Aunque el título del filme ha causado revuelo entre la gente, el director explicó que no se muestra al gobernante como una mala persona. Tampoco hace alusión a ningún mandatario en especial. “Es una película totalmente de ficción. Puede ser el hijo de cualquier presidente”, afirmó.

Al ver que su hijo está desaparecido, el presidente, interpretado por Julio Alcázar, decide emprender su búsqueda y, de este modo, conoce cómo son los barrios de la capital del país que gobierna. Una ciudad que puede ser Caracas o cualquiera de América Latina.  

“La película es como un cuento de hadas porque, al final de una carambola, el mandatario va al barrio y ve el problema que tiene una niña. Es algo que no hemos visto en este país: logramos que un presidente sea atento con su pueblo. Entonces demostramos que puedes ser presidente y ser buena persona”, indicó el actor.

El director de la cinta, que se dio a conocer con producciones como Azotes de barrio en Petare o Complot, se separa del cine guerrilla con El hijo del presidente, con la que también espera generar mensajes positivos para el público. “En esta historia los malandros no son los villanos. Aquí la maldad se separa y entramos en la humanización. Se creó, más bien, una especie de Robin Hood”, dijo. 

Gutiérrez no le teme a la piratería y mucho menos a la censura.

En el primer caso, asegura que fue gracias a la piratería que Azotes de barrio en Petare se hizo muy famosa. “Gracias a los vendedores piratas yo estoy aquí en el mundo del cine. Yo sí apoyo la piratería, aunque muchos no. Pero hay gente que no puede ir al cine y nosotros necesitamos que vean nuestro trabajo”, señaló.

En cuanto a la censura, Gutiérrez afirma que hasta pudiera ser favorable. Pero no cree que vaya a ocurrir porque considera que su producción es “fresca y sabrosa” y que no tiene nada que ver con la política nacional. “No nos da miedo la censura. Más bien es mejor: publicidad gratis. No hemos recibido ni amenazas ni advertencias. Es una película con mucho amor, suspenso y drama”, agregó entre risas.


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