Durante una salutación de fin de año a la Fuerza Armada Nacional, el fallecido presidente Hugo Chávez sentenció a Radio Caracas Televisión. “Ya está redactada la medida. Así que vayan preparándose, apagando los equipos”, dijo el mandatario el 28 de diciembre de 2006.

“Sería un abuso de derecho y se expondría a una dura consecuencia”, alertó en ese momento el director general de la planta, Marcel Granier.

Pero no sirvieron de nada las manifestaciones ni los recursos interpuestos por la directiva del canal. Hoy hace exactamente una década se puso fin a 53 años de historia de la televisora más antigua del país hasta ese momento. Las consecuencias fueron devastadoras para los sectores involucrados y la crisis que se ha generado en la producción televisiva es incalculable.

El año 2007 fue de una gran convulsión provocada por la decisión de Chávez. El país vio surgir un movimiento estudiantil que en principio manifestó en contra del cierre de RCTV y a favor de la libertad de expresión; y posteriormente en rechazo de la reforma constitucional impulsada por el gobierno.

De ese grupo salieron algunos de los líderes que hoy protestan en contra de Nicolás Maduro, como Freddy Guevara y Stalin González. También Yon Goicoechea, actualmente preso, y el ahora diputado chavista Ricardo Sánchez.

Censura refinada

La factura política más grande que pagó el gobierno hasta ese momento fue la derrota en el referéndum del 2 de diciembre de 2007. Chávez definió el triunfo de la oposición como “una victoria de mierda”.

Desde ese momento, el chavismo comenzó a refinar su estrategia para censurar medios, indica Luisa Torrealba, profesora investigadora del Ininco: “Se recrudeció la presión económica sobre los medios de comunicación social, con multas en el caso de los audiovisuales y en el de los impresos, la negación de divisas y el monopolio en la importación y distribución del papel”.

Torrealba enumera otros métodos de presión: las providencias administrativas de Conatel, acusaciones de desestabilización a través del Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria, así como el uso de los medios públicos para exponer al escarnio a los periodistas y fomentar agresiones físicas o ataques a medios.

“Se sofisticaron también en el uso del Código Penal para juicios por vilipendio, por ejemplo. Los tribunales se han usado para prohibir la divulgación de informaciones de interés público, como en el caso del derrame de petróleo en el río Guarapiche. Todo esto atizado por una creciente opacidad en el manejo de cifras de escasez y epidemiológicas, entre otras”, agrega la académica.

Tan solo este año han sido apagados tres canales internacionales en el país: CNN en Español, Todo Noticias y El Tiempo.

Sufre la televisión

Hasta el momento de su salida del aire, RCTV producía programas de humor, de denuncia, de opinión política, al igual que Venevisión, su competidor. Durante la década de los noventa, cada canal hacía un promedio de seis telenovelas al año.

La primera consecuencia para la industria televisiva fue la pérdida de 5.000 puestos de trabajo directos e indirectos, afirma el periodista Orlando Suárez.

“El cierre de RCTV dejó sola a Venevisión en el liderazgo del rating, lo que se tradujo en la desaparición de la competencia sana. Antes, cuando uno de los canales estrenaba una producción, el otro respondía con una igual o mejor. La audiencia fue una de las principales víctimas de esta medida del gobierno”, expresa.

Suárez recuerda que el entonces gerente general de Televen, Germán Pérez Nahím, le dijo: “En los tiempos gloriosos de la TV venezolana había dos tanques de guerra que se enfrentaban. Con la desaparición de RCTV queda uno solo frente a alguien que tiene una bazuca”.

La televisora de Horizonte, sin un músculo de producción fortalecido, se convirtió en el segundo canal del país.

“La principal consecuencia fue la merma de productos audiovisuales. Hoy solo hay una telenovela nueva al aire. Venevisión quedó en primer lugar haciendo lo que le daba la gana, incluso con el tema de los salarios. Al no haber otro empleador fuerte en la industria, las ganancias del personal especializado se vieron afectadas”, asegura el comunicador.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!