Gael García Bernal

Gael García Bernal es la voz de Héctor, el pícaro personaje compañero de aventuras de Miguel, el protagonista de Coco, la película animada de Pixar que se estrena el viernes y que está inspirada en la tradición del Día de los Muertos en México.

El largometraje, que cuenta la historia de un niño que aspira a ser músico aún en contra de la voluntad de su familia, es hasta ahora la cinta más taquillera de la historia de México, con más de 21,6 millones de espectadores en poco más de un mes.

—¿Cuál considera que es el acierto más importante de una película que mezcla tantos elementos de la cultura mexicana y entrecruza el mundo de los vivos con el de los muertos?

—Uno de sus aciertos es que se trata de una gran película. Eso no se puede disertar en pocas palabras. Se trata de un gran esfuerzo y mucho trabajo de investigación, visión de cine y perspectiva. Creo que lograron hacer una excelente adaptación sobre un país. Es una gran película mexicana. Cuando uno ve Coco, uno observa una película de México. El Día de los Muertos, a diferencia de otros países, tiene una cantidad complejísima de tradiciones y demás. La efigie cultural va más allá de ser una empanada, una mezcla de un montón de cosas. Hablamos de una tradición que no se ha visto así en el cine. Es un filme muy fiel a toda la dimensión, incluso gráfica, de nuestro país. El Día de los Muertos es una reflexión de jolgorio y de meditación en torno a la muerte. Entonces, arman una fábula fantástica alrededor de este tema.

Coco es una película con una trama muy familiar, en la que se forjan en su desarrollo otros vínculos afectivos, como el que ocurre entre su personaje y el niño protagonista. ¿Hay aspectos emocionales que se intensificaron en usted con respecto a su niñez?

—Claro. Cuando uno hace una película proyecta algo inevitable. ¿Por qué? Pues porque todos vamos a morir en algún momento. El hecho de que veamos una historia así hace que todo el tiempo incluyamos nuestras disquisiciones en torno a la muerte, la vida, el sentido de las cosas, el recuerdo. Se vuelve increíblemente potente todo eso.

—La familia de Miguel no quiere que él sea músico. ¿Vivió alguna experiencia similar con alguna persona que haya querido disminuir su entusiasmo por ser actor?

—Todo lo contrario. Vengo de una familia de actores y yo no quería dedicarme a esto, para nada. Sucumbí ante lo que el destino me puso al frente. Mis papás son muy tranquilos y buena onda. Nunca me exigieron alguna profesión. Siempre me apoyaron. Mi historia es como la del dicho… ¿Cómo es que dice? Hijo de herrero, cuchillo de palo…

—Casa de herrero, cuchillo de palo…

—Sí. Yo intentaba con todas las posibilidades no ser actor, pero mientras más me movía, más me jalaba la cosa.

—Algunas sinopsis describen a Héctor como un embaucador. ¿Está de acuerdo? ¿Lo describiría de esa forma?

—Es embaucador en el sentido de que es muy simpático. Es la gran diferencia entre tener o no carisma. Embaucador puede tener una acepción medio peyorativa, pero en realidad embaucador es alguien que convence, que habla, divierte y suma a otros a una gran aventura. Un embaucador es un creador de comunidad. Obviamente, depende de otras cosas si eso es completamente beneficioso o peligroso.

—¿Por qué ha dedicado Coco a los mexicanos en Estados Unidos?

—Porque es inevitable. En el momento en el que surge una campaña que dice que los mexicanos son criminales y narcotraficantes, se abre una caja inagotable de mentiras que mucha gente cree. Es difícil dialogar en medio de una mentira, creo que es imposible. Es arduo argumentar contra una mentira porque está basada en los complejos de inferioridad, inseguridad y demás cosas. Lo que podemos hacer es demostrar a los chicos mexicanos que viven en Estados Unidos que la cultura de donde provienen es increíblemente compleja, profunda y mucho más sofisticada. Creo que eso generará buenas ideas porque va a empoderar a la gente, primero a actuar y luego a exigir a sus representantes que sean una oposición verdadera, además de desestimar y desaparecer la mentira.

—Con todo lo logrado en su trayectoria, ¿se considera un ejemplo para los niños y jóvenes?

—Pues no. No me puedo considerar un ejemplo. Hay un oxímoron total. Más bien son las acciones. Es un concepto que viene de afuera y no de uno. No lo podría decir así.

—¿Algún mensaje al público venezolano que lo sigue?

—Les mando un saludo muy afectuoso. Es de los pocos países que no conozco de Latinoamérica. No he ido a Venezuela ni a Ecuador. Tengo que ir. Un abrazo grandotote.


Nada es más importante que la familia

Coco, dirigida por Lee Unkrich y Adrián Molina, está ambientada en la celebración mexicana de Día de los Muertos.

En un pequeño pueblo, un joven llamado Miguel desea con ansias ser músico, seguir los pasos de Ernesto de la Cruz, un personaje inspirado en Pedro Infante. Pero su familia se opone. Un turbio antecedente familiar ha predispuesto por generaciones a los parientes del muchacho a todo lo que tiene que ver con la música.

Una noche, por un extraño hecho, el niño logra traspasar a la Tierra de los Muertos, donde descubre muchas de las razones por la que su familia rechaza ese inmenso deseo que tiene de tocar la guitarra y cantar.

Coco no es un filme sensiblero. Pixar presenta una historia que alude a los sentimientos, esos que surgen entre la familia, que con sus pesares y prejuicios mantienen en vigor la lealtad y la unión, así como la virtud de reponerse a las adversidades.

El filme, que deslumbra en sus ambientes, intenta ganarse no solo al público mexicano, sino al latinoamericano en general. Esto lo logra con el tono de comedia con el que trata a personajes que forman parte del ideario de la región, como la pintora Frida Kahlo. Un aspecto que sin duda demuestra la universalidad de la cultura mexicana. Como en la mayoría de los trabajos del estudio, la cinta presenta interesantes alegorías alrededor de la muerte, un tema espinoso, pero tratado lúdica y sutilmente.

Entre quienes hacen las voces en español en Coco, además de Gael García Bernal, están Marco Antonio Solís, Angélica Vale, Ana de la Reguera y Elena Poniatowska.


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