El paso del tiempo se registra mejor en los espacios que en las personas. Dos carteles que anuncian producciones de los años noventa, El matrimonio de Bette y Boo y El americano ilustrado, aún se mantienen a los lados de una puerta negra que resguardó más de 35 años de historia de las tablas venezolanas.

El teatro con un aforo para 100 personas, sus luces, escenografías, vestuarios, utilería, guiones, libros de consulta, fotografías y folletos de estrenos se mantenían bajo el cobijo del Grupo Actoral 80 que hasta ayer hizo vida en el sótano uno del edificio San Martín del Centro Simón Bolívar, mejor conocido como Parque Central. Por orden de Corpocapital, el organismo que gestiona el espacio arquitectónico del centro de la ciudad, la agrupación artística fue desalojada de su sede para que los bomberos del Distrito Capital puedan utilizar el espacio.

“Todo esto en el fondo no es más que exponer un profundo desprecio hacia la cultura”, afirma Héctor Manrique, actual director del Grupo Actoral 80, formado en 1983 por Juan Carlos Gené, de donde surgieron figuras del teatro nacional como Gladys Prince y Basilio Álvarez. En 1987 los miembros de la agrupación construyeron en un estacionamiento del Centro Simón Bolívar la Sala Espacio 80, que desde 1996 estaba dispuesta como un lugar de creación artística de acuerdo con un comodato que la directiva del GA80 suscribió con la gerencia del complejo.

“Un organismo que se llama Corpocapital nos ha pedido el desalojo de la sede. ¿La razón? Se la van a dar a los bomberos”, aclara Manrique. “Estamos sacando las cosas. Nos dieron aproximadamente un mes para terminar de mudar todo lo que hemos guardado durante años. Aquí están las escenografías y los vestuarios de cientos de piezas que hemos escenificado como ArtEl día que me quierasHumboldt & BonplandTerror y La foto, que aún se mantiene en cartelera. El sitio donde entré por primera vez a recibir una clase de teatro fue a esta sede en los años ochenta. Estoy despidiéndome de un espacio donde me formé y en el que he dado la mayoría de mis talleres. Es un lugar emblemático en el que tuvimos que dejar de hacer espectáculos por la inseguridad”, añade el director.

Improvisto, montaje de 2005, fue uno de los últimos espectáculos teatrales que se montaron en la sede de Parque Central. “Yo vine a ver El matrimonio de Bette y Boo en 1995 y me enamoré del espacio”, asegura Angélica Arteaga, directora y actriz de teatro que se formó con la agrupación GA80 e impartía talleres iniciales de actuación que debieron ser suspendidos por el desalojo al que están sometidos.

La generación que hoy se monta en los escenarios de la capital, aún recuerda cuando la cultura dominaba los espacios. “Aparte de lo que se hacía en la sede del GA80, Parque Central entero era un sitio donde brotaba la cultura. Uno subía antes o después de ver una obra y se encontraba con bailarines, escritores y músicos. Desde hace unos años la sede quedó solo para uso interno porque era imposible atraer al público a un sitio potencialmente peligroso”, añade Arteaga.

“Todos sentimos un apego emocional por un lugar que ha significado mucho para el teatro nacional y para las carreras de cada uno de nosotros”, asegura el actor Pedro Borgo, quien forma parte del elenco de La foto, y que comenzó a formarse en los talleres de la agrupación junto al actor Daniel Rodríguez Cegarra y a Manrique en 2013. “No teníamos límites para la creación porque utilizábamos el vestuario y la escenografía de cientos de producciones”, agrega Borgo.

El Espacio 80 tiene 5 metros de alto, 11 metros de ancho y 30 metros de largo. Dentro se apilan estantes con vajillas, libros, utilería, sillones, enciclopedias, libretos de teatro en español y portugués y cientos de fotos de los momentos más importantes del grupo. Actores, estudiantes y demás miembros de la agrupación deberán repartir años de historia en sus casas o depósitos antes de la fecha límite dispuesta.

Se intentó contactar al ingeniero Alexis Pabón, presidente de Corpocapital, pero no fue posible conversar con él. “Las ganas de hacer teatro se mantienen. Seguiremos montados en el escenario, desde donde esperamos no nos puedan bajar”, puntualizó Héctor Manrique.

Desalojos culturales

En 2009 el Ministerio para la Cultura le negó el Convenio de Cooperación Cultural al Grupo Theja que tuvo desalojar los espacios del Teatro Alberto de Paz y Mateos. En ese momento, no solo los teatreros se quedaron sin un lugar donde ensayar sino que más de cinco agrupaciones de danza, entre las que se encontraba el Ballet Contemporáneo de Caracas, sufrieron las consecuencias. En ese mismo año la sede del Ateneo de Caracas, ubicada en Bellas Artes, se convirtió en la Universidad Nacional Experimental de las Artes, bajo la gerencia de la cartera de Cultura.

En marzo de 2012 la directiva del teatro Tilingo, cuya sede se encontraba dentro del parque Arístides Rojas, recibió también una orden de desalojo por parte del gobierno del Distrito Capital.


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