En 2015, la revista Forbes indicó que Narcos fue uno de los 10 mejores programas de televisión del año. Era la época en la que empezaba a cimentarse la popularidad de la serie que cuenta una historia bastante conocida en América Latina, que ha sido vista por la industria del entretenimiento desde diversas perspectivas.

El auge y caída del imperio de Pablo Escobar Gaviria, interpretado por el brasileño Wagner Moura, fue la vorágine que se narró en las dos primeras temporadas. La tercera, que se estrenó hace una semana, se centra en el desarrollo del Cartel de Cali tras la muerte de Escobar y la lucha contra las drogas que libra el gobierno de Estados Unidos a través de la DEA.

La organización criminal es liderada por los Rodríguez Orejuela, familia que juró acabar con el capo del Cartel de Medellín. El agente Javier Peña (Pedro Pascal) será el encargado de arrinconarlos.

El venezolano Francisco Denis interpreta a Miguel, el hermano menor de los narcotraficantes, una de las principales figuras de esta trama de muerte y corrupción con alcance en los más insospechados confines de la sociedad colombiana.

—Ahora todo el peso de la parte antagonista recae en los hermanos Gilberto (Damián Alcázar) y Miguel Rodríguez Orejuela.

—Sí. En una parte de la historia Miguel tiene que asumir el rol de jefe. Surge un conflicto entre los hermanos. Veremos una curva interesante en el personaje, que en la temporada pasada se mostró introvertido y tímido, pero que ahora debe asumir el liderazgo y aparecen las ansias de poder. Lo interesante del Cartel de Cali es que a diferencia de Pablo Escobar, que se enfrentó a todo lo que se le opuso, estos señores compraron todo a su paso. Fue la primera gran transnacional de la región. Todo este escándalo de Odebrecht, que ha comprado a casi todos los gobiernos latinoamericanos para conseguir concesiones, tiene que ver mucho con la estrategia empleada por estos narcos.

—¿Cómo se preparó para esta etapa?

—Al principio te dan muy poca información. Al ser televisión, los tiempos son distintos y pocas veces te reúnes con los directores. En Colombia empecé a leer todo sobre el cartel, especialmente un libro sobre Miguel escrito por su gran amigo Alberto Giraldo. Fue su enlace con la campaña de Samper y demás políticos. Se reía de Miguel porque decía que era un tipo obsesionado con la limpieza, el orden, la pulcritud, que se afeitaba cinco o seis veces al día. Una vez sabido esto, creé una máscara, un marco en el que valiera todo lo que cupiera adentro tomando en cuenta estas características.

—¿Qué le llamó la atención del personaje?

—Todos estos narcos latinoamericanos, tradición que viene de Italia, son personas muy apegadas a la familia, preocupados porque los parientes salgan adelante. Claro, son personas de orígenes muy humildes. Los hermanos Rodríguez Orejuela se criaron prácticamente en la calle. Al tener poder y dinero crearon un círculo de protección familiar.

—¿Qué opina de la discusión sobre la pertinencia o no de estas historias?

—La misión del arte no es educar. Es una actividad de enfrentamiento con la realidad, de rehacer un discurso que puede ser un reflejo, una metáfora, una acción transformadora. En el caso de la televisión, es un divertimento, además. Es importante conocer nuestra realidad como latinoamericanos, hay que hablar de ello. Como en Venezuela, que seguramente se hablará mucho durante años de lo que estamos viviendo. Sería poco inteligente esconder la situación de Venezuela. Imagina que dentro de veinte años digamos que el período chavista fue muy difícil y violento, por lo que no hay que hablar sobre ello. Hay que excavar muy profundo porque además hay muchas visiones.

—¿Hubo en algún momento temor a la reacción que pudiera haber en el país con la serie, especialmente ahora que aparecen personajes como Ernesto Samper, vinculado con la crisis política venezolana?

—Bueno, con respecto a Samper, sé que envió una carta a la producción de Narcos, muy diplomática, en la que enumeró los logros de su gobierno, entre ellos la erradicación del Cartel de Cali. Fue inteligente, no se enfrentó, pero sí quiso dejarlo claro. Creo que Netflix fue suave con respecto a eso. Al final aparece una nota periodística que detalla cómo el cartel dio dinero para su campaña. Ahora, en Colombia no está claro si el ex presidente estuvo al tanto. Fue absuelto, pero su ministro y director de campaña, Fernando Botero Zea, sí estuvo preso. Con respecto a Venezuela, el gobierno cometió un error al prohibir series como El comandante, en la que también actúo. Por ejemplo, chavistas amigos míos la buscaron en Youtube. Es inútil esconder las cosas, tratar de tapar el sol con un dedo. Hay que ver y discutir.

Pasos en México

Francisco Denis actuó recientemente en la serie El comandante, producción censurada en Venezuela. Interpretó a un militar llamado Brizuela. Pero antes de la televisión, el actor tiene una larga trayectoria en las artes escénicas. Desde 1994 es director de la compañía Río Teatro Caribe. También ha sido parte del elenco de películas como Azul como el cielo, Travesía, Libertador, Ley de fuga, El chico que mienteComando X y Muerte en alto contraste.

Hace una semana llegó a México, donde espera por la aprobación de proyectos. También tiene algunas propuestas en Los Ángeles. “En Venezuela, Teatro Río Caribe sigue bajo la conducción de Sathya Rengifo y Miguel Denis, mi hijo. Ellos lo están llevando muy bien. Se siguen presentando agrupaciones de música, teatro y circo. Como director de teatro, acá en México hay muchos actores venezolanos con los que llevaremos a cabo un proyecto que se llama Teatro en el Cuarto. Se trata de la creación de obras para muy pocos espectadores. Obras para no más de 15 personas en distintos puntos de la ciudad. Es como un mirón en la casa de alguien. Acá ya desarrollamos la pieza La voz humana de Jean Cocteau”.


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