Doña Bárbara saca el arma y apunta al pecho de su hija Marisela, quien conversa con Santos Luzardo mientras lo mira embelesada. Pero la cacique del Arauca no se atreve a disparar y baja el revólver. “Es tuyo. Que te haga feliz”, dice resignada.

El texto aparece en uno de los capítulos finales de una de las novelas referenciales de la literatura venezolana, que cumplió el 15 de febrero 90 años en un país donde todavía acecha la barbarie que tan bien supo describir Rómulo Gallegos. Aquel día de 1929, Doña Bárbara fue publicada en España por la editorial Araluce, en Barcelona.

“La llanura es bella y terrible a la vez; en ella cabe, holgadamente, hermosa vida y muerte atroz. Esta acecha por todas partes; pero allí nadie la teme. El llano asusta; pero el miedo del llano no enfría el corazón”, escribe Gallegos en el capítulo VIII, titulado “La doma”.

El escritor, que en 1948 fue presidente de Venezuela por apenas 9 meses, es responsable de un ideario que hoy día sigue siendo citado en academias, instituciones y en la jerga popular.

Cada personaje representa algún tópico del imaginario venezolano. Doña Bárbara, violenta, autoritaria y astuta, es reflejo de la barbarie llanera; en ella misma obedece al trauma que sufrió de pequeña cuando fue violada. No obstante, no es un ser desprovisto totalmente de sentimientos: se enamora de Santos Luzardo, quien es todo lo contrario de ella. Abogado y doctor de la Universidad Central de Venezuela, es un hombre citadino que personifica el progreso. Marisela, por otra parte, simboliza lo salvaje que puede ser evolucionar en favor del progreso.

Doña Bárbara refleja el espíritu de nuestra nación. Gallegos, sabio y visionario, construyó unos arquetipos que representan aspectos del carácter del venezolano: la barbarie, la sumisión, la corrupción, la nobleza, la mediocridad, la fe, la inocencia y, sobre todo, la capacidad para progresar”, indica Eritza Liendo, escritora y profesora de Literatura Venezolana de la Universidad Central de Venezuela.

Añade que el personaje central también representa la inocencia mancillada; doña Bárbara, al no poder recuperarse de su desgracia, decidió vengarse de cada ser humano del mundo, un objetivo que logra con una de las figuras más tristes de la novela: Lorenzo Barquero, un hombre que tenía mucho futuro pero que destruyó su vida con el vicio y el despecho por un amor nunca correspondido. “Ella lo convirtió en el espectro de La Barquereña”, recuerda la autora de los libros Cambios de último momento y Shadow y otros cuentos sombríos.

Ricardo Ramírez Requena, también escritor y profesor de la UCV, considera que la novela de Gallegos ocupa un lugar crucial en el país. Destaca que es un texto que plantea varias disyuntivas decimonónicas que colindan con el siglo XX, entre ellas menciona la barbarie, la preponderancia del pensamiento positivista en el país, la violencia y el carácter indómito de la naturaleza. “Es una novela que, como otras de Gallegos, se propone el recorrido y la exploración de lo que significa Venezuela en términos geográficos y lingüísticos”, agrega.

Otro tópico que acentúa es la capacidad del narrador caraqueño para crear personajes magníficos.

El escritor guariqueño Alberto Hernández, recientemente galardonado en el Concurso Transgenérico por su novela El nervio poético, opina: “La importancia de Doña Bárbarapodría verse en dos caras. Una, porque permite el conocimiento de un país, la Venezuela de los años 20. Una nación que se estaba descubriendo a través de una descripción muy contemporánea. Y dos, por el nivel simbólico de sus personajes, que representan a esa misma nación”.

Refiere que Gallegos abrió una “visión telúrica” que se mantuvo por muchas décadas. Es decir, es una novela de la tierra pero también de “perfiles conductuales que definían sociológica y políticamente a un país atrasado, enfermo, mandón, donde se enfrentaban –y se siguen enfrentando– aquello que muchos críticos definían como civilización y barbarie. En ese sentido, Gallegos le insufló el lado pedagógico a la casi desconocida literatura con su vocación de maestro de aula”.

También menciona la calidad estética y narrativa del autor para describir el llano: “Él revela el llano apureño. Contar, describir ese país entre 1928 y 1929 en solo 28 días de presencia de Apure, lo consagra como creador. Se vale de la belleza de esa tierra para fundar una estética, una narrativa tradicional que descubre esa región de Venezuela. Hay que destacar también la descripción del paisaje y de los personajes, que apoyan la estética de su narrativa. Igual pasa con los diálogos”.

Ramírez Requena vincula esa capacidad descriptiva de Gallegos con el periodismo. Es decir: él iba al sitio, hacía un trabajo de investigación, levantaba el glosario y comenzaba a escribir.

Liendo considera que hoy día Doña Bárbara, en las circunstancias sociopolíticas del país, representa una situación que parece estar estática. Sin embargo, advierte: “Pareciera que por primera vez está en camino de cumplirse lo que Santos Luzardo no logró en 60 años. Parece que por fin Marisela va a pasar de ser una guaricha salvaje a ser una novia civilizada, esperanzada. Es lo que queremos, una Venezuela con ambición y progreso”.


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