Nacido en San Petersburgo en 1906 y fallecido en Moscú en 1975, es considerado como uno de los más grandes compositores del siglo XX. Su primera sinfonía la escribió a la edad de 19 años, mostrando así su genial precocidad. Dejó una vasta obra de 147 opus, que incluye 15 sinfonías, 15 cuartetos de cuerda, dos óperas y una opereta, seis conciertos para varios instrumentos, música de cámara para piano y otros instrumentos, varias cantatas y oratorios, 36 partituras para películas, música incidental para 11 piezas de teatro y música vocal de todo tipo.

Durante toda su vida tuvo que librar un azaroso combate contra la rigidez del así llamado realismo socialista que imponía el marxismo oficial. Ya reconocido nacional e internacionalmente, recibió el primer zarpazo cuando compuso su ópera satírica La nariz, basada en una de las Novelas breves petersburguesas de Nikolái Gógol, al ser tachada de formalista en 1930 por la Asociación Rusa de Músicos Proletarios. De seguidas, recibió un nuevo ataque luego de estrenar en Leningrado, con gran éxito por la solidez de su composición, la ópera Lady Macbeth del distrito de Mtsensk. El propio Stalin acudió a verla en Moscú y, desde su palco, no ocultó su desagrado ante una música que no comprendía. A mitad de la presentación, él y su comitiva abandonaron la función visiblemente molestos. De inmediato, el diario Pravda publicó, el 28 de enero de 1936, la siguiente nota editorial titulada “Caos en la música”:

“Quien escucha la obra se queda asombrado desde el primer momento por un torrente de sonidos voluntariamente caóticos y carentes de armonía (…). Es difícil seguir este tipo de música y es imposible recordarla (…). Cuando el compositor emprende un sendero hecho de música sencilla y comprensible, parece asustarse de tal desgracia y se lanza de cabeza al caos musical, que a veces se transforma en cacofonía. La expresividad que quiere el auditorio se transforma en un ritmo endiablado. (…) Se trata de un caos izquierdista en vez de música natural y humana (…). Todo es grosero, primitivo y vulgar (…). Probablemente el compositor no se ha molestado en prestar atención a lo que el público soviético busca y espera de la música”.

Más todavía, el 6 de febrero, un nuevo artículo de Pravda, titulado “La danza desnaturalizada”, atacaba al ballet de Shostakovich El arroyo luminoso.

Amenazado de tal manera, y al prever el riesgo de mayores y más despiadadas reacciones del régimen, pues hubo ocasiones en que perdió su trabajo, bajaron sus ingresos y necesitó de amigos influyentes en la cúpula del poder soviético que lo disculparan, Shostakovich compuso obras menos informales pero de calidad. Durante la II Guerra Mundial, cuando Leningrado fue aislado por las tropas alemanas en un cerco que duró 900 días, Shostakovich se enroló como bombero (no como soldado porque era miope), y compuso unas de sus mejores sinfonías, la Séptima, denominada Leningrado. Escribió sus primeros tres movimientos en la ciudad sitiada, y el último en Kuibishev, adonde fue trasladado en avión. En 1942 la sinfonía fue ejecutada por una maltrecha Orquesta de la Radio de Leningrado. Y pronto fue interpretada por la Filarmónica de Londres y la Orquesta de la NBC dirigida por Arturo Toscanini.

Al terminar la guerra, compuso el oratorio La canción de los bosques, en el que cita a Stalin como el “gran jardinero”.

La tozudez marxista siguió persiguiéndolo, de todos modos. El 10 de febrero de 1948, fue publicado el Decreto Zhdánov, que criticaba y descalificaba a Vano Muradelli, Serguéi Prokófiev, Aram Jachaturián y Dmitri Shostakovich como “revisionistas” y propensos a las “desviaciones formalistas”. Claro está, varias composiciones de Shostakovich fueron nuevamente prohibidas y fueron retirados ciertos privilegios de los que gozaba la familia del compositor.

Ya muerto, su hijo Maxim Shostakovich ha hecho nuevas revelaciones sobre las persecuciones sufridas por su padre. Nacido en 1938, Maxim fue compositor, pianista y director de orquesta. En 1964, a la edad de 26 años, fue designado director de la Orquesta Sinfónica de Moscú, incluso antes de terminar sus estudios. Debutó como director de orquesta en diciembre de 1966, y estrenó al año siguiente el poema sinfónico Octubre, de su padre. El 8 de enero de 1972, Maxim estrenó en Moscú la Sinfonía N° 15 de su padre. Desde 1978 desempeñaba el cargo de director jefe de la Orquesta Sinfónica de la Radio y la Televisión Central de la URSS. En 1979, Maxim se vio envuelto en una polémica en tomo a un libro sobre su padre, Dimitri, muerto en 1975. El libro, que apareció en Occidente bajo el título Testimonio, fue denunciado en la prensa soviética como un fraude. Maxim dijo entonces a los periodistas que su padre no tenía nada que ver con el libro, aunque el editor del mismo, Solomon Volkov, lo describió como el resultado de cuatro años de entrevistas con el compositor.

En 1981 Maxim huyó de la URSS durante una gira de la orquesta por Alemania, y pidió asilo. Recibió, junto con su hijo Dmitri (como el abuelo), la protección de las autoridades de la República Federal de Alemania, luego de actuar en el concierto que ofreció en Fuerth (Baviera) al frente de la Orquesta Sinfónica de la Radio y la Televisión de la Unión Soviética.

Al poco tiempo, Maxim pidió asilo en Estados Unidos y obtuvo la nacionalidad de ese país. En 1986 fue nombrado al frente de la Orquesta Sinfónica de Nueva Orleáns. Con ocasión del vigésimo aniversario de la muerte de su padre, en 1995, Maxim Shostakovich fue a México para dirigir la Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma. En tal ocasión, concedió, en su camerino de la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl, una entrevista a La Jornada donde narró algunos de los acosos sufridos por su padre. “Mis recuerdos más vívidos –dijo– datan de manera especial de 1948, cuando la mayor parte de las partituras de mi padre habían sido prohibidas por Stalin (…) quien le endilgaba a papá frases lapidarias: formalista, enemigo del pueblo, etc. Y la gente apedreaba nuestra casa, y lo hacían porque creían lo que decía Stalin: que papá era la encarnación del mal… Eran años muy difíciles. Yo era un niño pequeño. Había un árbol frente a la ventana del estudio de mi padre, y yo me subía a él para defender, con mi tirachinas, a mi padre de la gente que iba a insultarlo… Él platicaba mucho conmigo, y cuando yo le preguntaba y le pedía que me hablara de aquella época solía decirme: ‘perdono a mis enemigos, los perdono’. Era una gran persona papá. A partir del momento de su muerte yo siempre he estado convencido de que si no hubiera habido tanta maldad y tanta persecución en su contra, si no hubiera existido tanto sufrimiento en su vida por culpa del sistema estalinista, mi padre hubiera vivido muchos años más y hubiera escrito muchas más partituras, muchas más. Pero el sistema lo mató, el estalinismo mató a mi padre. José Stalin mató a Dmitri Shostakovich”.

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Bibliografía consultada

Carlos Prieto. Dmitri Shostakóvich. Genio y drama. Prólogo de Jorge Volpi. México: Fondo de Cultura Económica, 2013.

Solomon Volkov. Testimony. The Memoirs of Dmitri Shostakovich. Nueva York: Harper and Row Publishers, 1979. Edición en español – Madrid: Aguilar, 1991.

Enrique López Aguilar. “Los dos rostros de Shostakovich”. En: La Jornada Semanal. Madrid: domingo 10 de septiembre de 2006.

“El director de orquesta Maxim Shostakovich y su hijo Dimitri piden asilo político en Alemania Occidental”. En: El País. Madrid: 14 de octubre de 1981.

Pedro Beltrán. “Stalin mató a mi padre Dmitri”, dice Maxim Shostakovich hijo de Shostakovich. En: Efemérides. http://www.jornada.unam.mx/


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