Juvel Vielma dirige “Cartas de amor a Stalin” en el teatro Trasnocho Cultural, donde encarna al escritor ruso Mijáil Bulgákov, quien fuera perseguido y marginado durante la dictadura stalinista.

―Mijaíl Bulgákov dice, en una de sus misivas: Soy un escritor, no un político. ¿Puede el artista permitirse ser apolítico? ¿Debe serlo?

“Esa es una gran pregunta que hace el protagonista en algún momento. El artista no puede desprenderse de la política, ser apolítico es algo casi imposible”.

―¿Qué debe ser lo político: el artista o su arte?

“El artista. Porque el arte va más allá de lo que, como sociedad, hemos establecido. El arte debe traspasar, se desprende de lo concebido y es ahí cuando logra trascender. Si mezclas el arte y le colocas una etiqueta de alguna tendencia no llega a trascender. El autor al saberse sujeto no está exento de tener tal o cual preferencia política, pero su producto debe ir más allá de lo humano y para ello debe ser libre”.

―Juan Mayorga describe su propia obra como una historia de amor donde intervienen tres personajes: un hombre, una mujer y el diablo. ¿Usted comparte esta visión?

“Lo que comienza como un juego inocente de Bulkágova, su esposa, se convierte lentamente en una alucinación donde Stalin se comporta como una figura demoníaca que acosa, seduce, alaba, aplaude y juega a ‘reconocer’ a un enfermo Mijaíl Bulgákov. Es una historia de amor donde Bulkágova es testigo impotente de la destrucción de su amado, y donde Bulkágov juega a enamorar a un dictador”.

―¿Cuál es el deber del artista frente a la censura?

“No debería existir la censura para el artista. En el arte uno se convierte en una especie de profeta que anuncia, que dice cosas. Creo que esa es la función del artista: no debe existir zona prohibida para un verdadero artista”.

―Según su propio autor la obra es una meditación sobre la necesidad que tiene el artista de ser amado por el poder, necesidad tan fuerte como la que tiene el poder de ser amado por el artista.

“El poder siempre es atractivo y el artista desea ser reconocido por él; y viceversa. Hay una simbiosis interesante entre estos dos dilemas”.


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