El mancillado pavimento, las paredes carcomidas y las aceras laceradas caracterizan cada vez más al país. Lugares públicos que albergan tanto: residencias, comercios, rutinas, apuros, pesares, quejas y optimismo, en los que la arquitectura y la creación artística se entremezclan para ser ciudad.

Sin embargo, en Venezuela la desidia no conoce límites y se extiende como un mal para el que no ha habido intentos de cura. Nada más la organización sin fines de lucro IAM Venezuela (Institutional Assets and Monuments) registra 150 alertas sobre sitios patrimoniales que están en riesgo, tanto patrimonio arquitectónico como obras artísticas.

“Es difícil agrupar todas las obras del país en una sola descripción sobre su estado de conservación. Hay unas en buen estado y otras muy deterioradas. Por lo que hemos cubierto en la institución, que por supuesto no representa la totalidad de lo que existe en el país, puedo afirmar que muchas obras presentan un importante deterioro por vandalismo o falta de mantenimiento”, indica Ana María Carrano, gerente ejecutiva de la organización.

Entre las recientes alertas registradas en la página web de IAM Venezuela, están el deterioro de la obraIsabela de Lía Bermúdez, ubicada en los espacios abiertos de Parque Central. “Está corroída en las bases y en las juntas o pliegues de las hojas de hierro. Hay partes de las soldaduras que están desgastadas y el ala izquierda se le fracturó y cayó sobre la mitad de la obra”, indica el texto periodístico publicado en febrero de este año.

La fundación también registra las denuncias de desvalijamiento del hotel Miramar de Macuto, obra del arquitecto Alejandro Chataing que cuenta con dos declaratorias patrimoniales, como indica el organismo. Además, también ha advertido sobre la pérdida del contrapunteo cromático de la famosaCromointerferencia de color aditivo de Carlos Cruz-Diez en el aeropuerto de Maiquetía, así como los daños en Inducción cromática merideña, del mismo artista, que está ubicada en el Aeropuerto Nacional Alberto Carnevalli de Mérida.

Tráfico de bronce. Las obras de bronce están entre las más vulnerables. El metal es uno de los más buscados entre delincuentes para venderlo. “Particularmente las que están en zonas cercanas a la frontera se encuentran en riesgo de desaparecer. Hemos identificado un contrabando de bronce que traslada piezas a Colombia y las negocia según el valor del peso del material. En el último año y medio registramos que más de 60 piezas en diferentes estados han sido mutiladas o desaparecidas en su totalidad”, señala Carrano.

En agosto del año pasado la organización publicó una investigación en la que indica que si bien el robo de piezas de bronce es de vieja data, la situación ha empeorado por la devaluación del bolívar. En ese momento, se hace referencia en la nota, se pagaba en Cúcuta el equivalente a 2 dólares por kilo. Citan el caso de Capacho Viejo en Táchira, donde fue robada una estatua de Cipriano Castro. Los hurtos incluyen hasta campanas de iglesias, como el ocurrido en la iglesia Santa Inés de Cumaná.

El diario de Los Andes, por ejemplo, reportó en septiembre del año pasado que fue sustraída la imagen de Felipe Márquez que estaba ubicada en el Paseo de los Fundadores de Mérida. La misma nota informativa recuerda que meses antes se llevaron del Parque Metropolitano Albarregas la efigie de Tulio Febres Cordero, una obra en la que aparece hablando con Gabriel García Márquez, al que ya le habían quitado los brazos. “En Mérida hemos contabilizado 30 obras en bronce que han sido sustraídas total o parcialmente”, detalla la ejecutiva.

Las obras del Metro de Caracas son otra preocupación. En enero de este año IAM Venezuela realizó un recorrido por las estaciones e identificó 15 obras con algún tipo de perforación o grafitis. “Es lamentable ver del deterioro de muchas obras del Metro, que cuenta con una extraordinaria colección que reúne más de 100 piezas de arte público. En Chacaíto, por ejemplo, una de las piezas de El kaleidoscopio de Beatriz Blanco fue robada entre octubre y noviembre de 2017. Estamos hablando de la silueta en bronce de un hombre de tamaño casi natural, que se encuentra muy cerca de las taquillas del Metro”, agrega Carrano.

También llama la atención sobre las que están ubicadas en el bulevar de Sabana Grande, como la estatua de Armando Reverón del escultor Johan González, a la que le faltan algunos dedos.

El restaurador Daniel Suárez considera alarmante que la restauración no sea una prioridad para las autoridades. “Parece que es más importante hacer nuevas obras mientras se olvidan de mantener lo hecho por grandes maestros del país. En la estación Chacaíto hay una obra de Jesús Soto en mal estado y en las mismas condiciones se encuentra la de Gego que está en La Hoyada”. Si bien la mayor parte de su trabajo de restauración es en el sector privado –donde también advierte de problemas de mantenimiento, especialmente cuando una obra pasa de un coleccionista a otro–ha sido llamado por Pdvsa La Estancia en varias ocasiones para recuperar obras en el bulevar de Sabana Grande, comoTajatí de Lía Bermúdez y Homenaje a las orquestas venezolanas, realizada por él mismo. “Fue hace más de cinco años. La de Lía Bermúdez tenía incluso un disparo y la mía, que es de bronce, fue tumbada para robársela. Recordemos también que la Esfera Caracas de Soto fue varias veces vandalizada”, cuenta.

Carlos Maldonado, docente y crítico de arte, piensa que no solo es necesario que haya una política de Estado para la preservación, sino también conciencia de la ciudadanía para valorar las colecciones públicas.

“Me pregunto por el estado de las tres estatuas de leones que se colocaron en las entradas de Caracas, obras de Clemente Díaz Méndez. En la plaza de toros de Maracay se han llevado placas de grandes faenas para fundir el metal. Lo mismo pasó en el Nuevo Circo. Yo no sé dónde está, por ejemplo, elMonumento al inmigrante de Mario Ceroli. Estuvo en Plaza Venezuela y luego fue llevado a la autopista Caracas-La Guaira. Ahora, su paradero es desconocido”. 

Ante el IPC

Ana María Carrano, gerente ejecutiva de IAM Venezuela, asegura que la ONG ha tenido comunicaciones y reuniones con trabajadores del Instituto de Patrimonio Cultural. “En febrero de este año publicamos un texto de Eva Riera, nuestra corresponsal en Falcón, sobre el deterioro de la Casa de la Poesía de Coro. A partir de ese texto, la oficina regional se comunicó con nosotros y ahora evalúa el estado de la casa. Otra de nuestras alertas hizo que el IPC elaborara un informe sobre la cubierta del Parque Arqueológico Taima Taima”, indica.

Cuenta también que en una reunión reciente en las oficinas del IPC en Caracas, las autoridades aseguraron que pronto reanudarán la restauración de Cromointerferencia de color aditivo en Maiquetía, que se había comenzado en 2014. “Otro ejemplo es que en agosto del año pasado alertamos que más de 35 columnas de la cerca del liceo Daniel Florencio O’Leary, patrimonio histórico de Barinas, habían sido rayadas con grafitis. Estaban de vacaciones y la alerta sirvió para que el director de la institución se enterara. A los cuatro días, el director había convencido a un par de obreros para que voluntariamente pintaran todas las columnas”. 


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