La actriz mexicana Cecilia Suárez se roba el show en la serie La casa de las flores. Con la voz pausada y marcadamente nasal de su personaje Paulina de la Mora, se ha ganado el aplauso de miles de seguidores que adoran y comentan acerca de una producción que cuenta con la reina de las telenovelas, Verónica Castro, y ofrece un tributo y a la vez un poco de parodia de ese género televisivo.

Unos podrían llamar a esta propuesta del director Manolo Caro –y que forma parte de la plataforma de Netflix– una serie novela: un híbrido que se alimenta de la estructura melodramática y el exceso emocional del culebrón clásico, pero que agrega una pizca de sorpresa, tensión, irreverencia y humor negro.

“Nosotros nos identificamos con el melodrama, eso es lo que conforma nuestra escenografía sentimental (…). Nos ha construido, yo creo que eso no está mal. A mí lo que me parece es que ahora lo que llamamos telenovela permaneció en un formato que hace 30 años funcionaba pero que hoy necesita retomarse con otro lenguaje”, reflexiona Suárez.

Reconoce que al dramático televisivo le faltó reaccionar para dar el salto a nuevos terrenos. “Sí, eso fue lo que no hizo la telenovela y por eso el streaming le dijo: ‘¡Con permiso, pues tenemos otros temas que nos interesan más!”, recalcó.

La casa de las flores es una serie extrañamente adictiva; juega con la idea de una familia disfuncional que parece convivir en una pretenciosa normalidad, pero que esconde secretos y traiciones. Es precisamente en la mezcla de esos elementos que se produce una trama retorcida y, sobre todo, divertida.

Ya lo decía la propia Castro, quien interpreta a Virginia Mora (la madre y el eje del clan familiar protagonista), en una charla con este diario: “Es la vida, sexo, hijos, dramas, problemas que tienes que tapar, y no es fácil”. La actriz también señaló que se dejó llevar por un movimiento de amantes, universos musicales con estética transgénero y unos hijos que juegan en una vida que discurre entre el dolor y la caricatura.

“Era urgente tocar temas arriesgados, hablar de esas cosas normales y naturales de las que antes no se decía nada y que son parte de la vida. Eso abarca todos los olores, tipos y tesituras”, reflexiona Suárez.

Es en ese contexto –un mundo sin límites para la tragedia pintada de sarcasmo– en el que precisamente se ubica el personaje de Paulina, quien transita entre la normalidad y el caos para tratar de mantener a flote a su círculo familiar. Es un trabajo entretenido, fuera de lo común y, como pocos lo saben, ese timbre de voz que ha gustado tanto en México como en otros mercados del continente tiene una inspiración en la propia familia de la actriz.

“Me inspiré en una tía, pero no voy a decir su nombre. Es un homenaje de amor y cariño a esas tías que conocemos y apreciamos mucho”, dijo la intérprete esbozando una sonrisa.

Pero, realmente, esa característica se dio en el trabajo diario dentro del rodaje de la serie. “Fue ocurriendo en los llamados a escena. De pronto nos detuvimos, nos miramos a los ojos y dijimos: ‘¿Qué vamos a hacer? ¿Lo seguimos o lo paramos?’. Realmente era un riesgo, pero con Manolo Caro el camino más arriesgado atrae y por eso nos aventuramos”, recuerda la protagonista acerca del jocoso tono de voz que desarrolla frente a las cámaras.

Suárez dice que el éxito de la serie está en la conjunción de ingredientes como la defensa de la familia por encima de todo y un poderoso elenco comandado por Castro que sigue brillando y tiene un carisma indestructible frente a la pantalla.

“Cada personaje tiene una vida enriquecida por la visión de Manolo. Él es un director que retomó el melodrama sin miedo, lo cual es digno de aplaudir para un director de su generación (tiene 33 años de edad). Se mete en el género y lo invade con temas que le interesan con mucho humor negro”, expresa Suárez.

La actriz de 46 años de edad es también la musa de Caro, ha trabajado con él en películas como La vida inmoral de la pareja ideal (2016), Elvira, te daría mi vida pero la estoy usando (2014) y prepara para el próximo año la versión mexicana de la comedia italiana Perfectos desconocidos.

“¿Sabes qué me gustó también de La casa de las flores? Que tiene personajes femeninos relevantes y muy fuertes”, reflexiona. “Claro, en general tenemos mujeres tridimensionales, poderosas, inteligentes y una historia en la que nos salimos del discurso patriarcal que nos ha hundido tanto tiempo (…). No queremos ser lloronas, queremos ser algo más”, opina, y marca un paralelo con la historia de la antiguas telenovelas y su retrato femenino.

Verónica Castro recargada. “Trabajar con Verónica fue increíble (…). Me tenía nerviosa que resultara una diva, pero es una mujer muy amena y nos hizo reír todo el tiempo con sus anécdotas y chistes”, dijo la actriz Aislinn Derbez, quien interpreta a Elena, posiblemente la hija “más normal” de la familia protagonista.

No era para menos la expectativa de la actriz, pues se trataba de compartir con la reina absoluta de las telenovelas mexicanas que llevó los melodramas a Rusia, Medio Oriente y, claro, a toda Latinoamérica. “Esto no tiene nada parecido a lo que hice antes. Estoy descubriendo un mundo diferente. Podría decir que es como un segundo aire, pues implicó que me metiera en algo desconocido. Fue una inyección de energía”, dijo Castro.

En su papel de Virginia, la estrella de telenovelas como Los ricos también lloran y Rosa salvaje, logra un gracioso retrato de una dama de alta sociedad que vive más de apariencias y de un prestigio muy lastimado por sorpresas inesperadas e incómodas.

Indica que le interesaba llamar la atención de las nuevas generaciones. “De los millennials. Espero que mis viejos (colegas) no me vayan a odiar y a decir: ‘¿Qué fue lo que le pasó a esta pinche loca?’. Pero lo cierto es que la gente que me vea en la serie se va a quedar en shock”, bromeó Castro.


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