En diciembre pasado se cumplió un año desde que se dictó la primera orden judicial que sacó de cartelera a la película El Inca de Ignacio Castillo Cottin. En enero de 2017 la medida fue ratificada y el cineasta y sus abogados la apelaron. En mayo siguiente, el juez Oswaldo Tenorio Jaimes declaró con lugar la apelación y el filme volvió por pocos días a las salas, pero en junio el TSJ emitió una medida cautelar que seguirá vigente hasta que haya una decisión sobre el amparo interpuesto por la familia del boxeador Edwin Valero.

—¿Cómo se siente con todo este contratiempo?

—Ha sido una montaña rusa. Desde junio hasta el día de hoy estamos esperando una audiencia, pero no ha habido nada. Hemos enviado cartas de solicitud sin resultado alguno. Mientras no nos convoquen, la medida cautelar se está convirtiendo en una disposición permanente. Recordemos que las películas tienen un ciclo de vida, no es que se presentan y tres años después se vuelven a llevar a las salas. La idea es que el precedente no se mantenga, por eso vamos a pelear. Las medidas contra El Inca mataron a la película. Ha sido muy doloroso también el papel de instituciones como el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía. Nosotros fuimos invitados en diciembre al Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en La Habana y el CNAC envió una carta para pedir que nos sacaran de esa cita. Aunque no habíamos confirmado si íbamos a participar, nos dijeron que tal vez el año que viene porque el ente no lo autorizó por razones judiciales.

—¿Cómo ha sido el respaldo del gremio respecto a la censura de El Inca?

—El gremio está claro. Todo lo que existe en el cine venezolano es la labor de años de las personas que laboran en esta área, los que han trabajando para que existan instrumentos como la Ley de cine. Ellos han sido coherentes, pero el CNAC es otra cosa. Son unos funcionarios que están ahí, pero que no representan a nuestras películas, historias, gremio ni ley. El CNAC es actualmente una institución desvinculada del cine, de los intereses y demás personajes vinculados a la movida cinematográfica. Están desconectados y eso es muy triste. Vale decir que el CNAC no nos ha desembolsado el dinero que se recaudó durante los pocos días que estuvimos en cartelera luego del fallo a nuestro favor. Alega que se debe a la medida cautelar.

—¿Perdió la esperanza de que la película se vea en el país?

—¡Para nada! El caso lo ganamos legalmente, el gremio nos apoya. ¿Cómo voy a perder las esperanzas? Soy de los que cree que hay que luchar en cada espacio, en este caso por responsabilidad. Uno no puede ser pasivo y dejar que la ignorancia se apropie de una industria en la que hacemos vida. Yo haré todo lo posible desde mi esquina. Ahora la pelota está del otro lado. Mis abogados semanalmente van a solicitar la audiencia. Cada vez que pueda hablar, lo haré. Nunca tiraré la toalla.

—¿Ha pensado en otras opciones para proyectar la película, como una plataforma de streaming o Youtube?

—En Venezuela no, pues está prohibido. Te cuento una anécdota. Un amigo estuvo buscando El Inca entre vendedores de películas piratas y ellos le dijeron que estaba prohibida (risas). Ahora, en sitios como Youtube podría ocurrir si alguien lo hace en otro lado. No sé en realidad cómo funciona eso. Pero yo tengo que garantizar que no se exhiba en Venezuela, tengo que cumplir el mandato de la ley. No voy a hacer lo contrario. Estoy en contra de las medidas que han tomado, pero eso no significa que las vaya a violar. Si quiero que institucionalmente se me respete, también debo respetar yo.

—¿Tiene gana de seguir haciendo cine en Venezuela?

—No voy a condicionar la pasión por hacer cine a una medida judicial emitida por cualquier improvisado. Tengo ganas de filmar en Venezuela, de seguir contando nuestras historias. Eso no me va a detener ni a autocensurar. Siempre estoy trabajando en algo.

—¿Entonces esto no se transformará en autocensura en el futuro?

—Me cuido pero para ser cada vez mejor. Quiero dejar claro que ni me voy a autocensurar ni voy a meter el dedo en la llaga. Ni una cosa ni la otra. Quiero ser leal a mis historias. Todo esto me afecta, pero no quiero que condicione mi labor. No es que voy a crear un personaje para vengarme de lo que sufrí. Todo esto parte de la ignorancia y de un burócrata que confunde lealtad con esclavitud, elementos que no quiero que influyan en mi obra.


Cine en Venezuela

Ignacio Castillo Cottin asegura que seguirá trabajando en el país. “Es el lugar donde quiero contar mis historias y donde me gusta vivir”, indica. Sin embargo, reconoce que las dificultades son cada vez mayores. “El tema inflacionario ha afectado bastante y ha hecho que una cantidad importante de personas del medio se haya ido del país. Conseguir personal calificado es un reto en estos momentos. Gracias a que todavía se hace algo de publicidad y videoclip, el oficio se mantiene. Eso permite que esté vivo. La recaudación de Fonprocine no alcanza para un largometraje. Además, las películas son muy vulnerables”, refiere. “Tengo un proyecto que no es de acá, pero aquí tengo otros que no puedo adelantar”, remata.


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