Es mentira que nadie es profeta en su tierra. Lo sabe Canelita Medina.  65 años de carrera le han valido inmensas satisfacciones sobre el escenario, así como muchas amistades.

“Ha sido acá, en mi país, donde he podido ser. Un artista puede tener toda la promoción del mundo, pero sin el público, es nadie”, afirma la cantante. 

El domingo 11 de noviembre “La dama del son” celebrará más de seis décadas de trayectoria en el Aula Magna de la UCV, un lugar en el que se reunirá con músicos de distintas generaciones con las que ha compartido durante años, así como con la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho, dirigida por  Elisa Vegas.

—Ha dicho que en situaciones como estas se da cuenta de quiénes son sus amigos.

—Chico, fueron muchos los artistas que no fueron invitados, sino que llamaron para decir que querían estar acá por Canelita. Eso no lo hace todo el mundo. Me siento feliz y privilegiada por Dios y la Virgen.

—Usted comenzó a los 14 años…

—Ya vas a sacar cuentas. Por eso no me gusta que estén diciendo los años (risas).

—…una muchacha que a esa edad empezaba a cantar.

—Fueron años duros. Comencé como cantante de orquesta, una labor bastante difícil. En aquella época no se viajaba en avión, sino por tierra; el artista ganaba tres lochas. En el escalafón, el que menos ganaba era el cantante. Muchas veces me cambié en el autobús o tuve que dormir dos horas para seguir a otra presentación.

—Pero había voluntad, tanto así que lleva 65 años.

—Bueno mi amor, porque eso se lleva acá (se señala el corazón). Uno no siente el cansancio. Hoy estoy un poco golpeada porque tengo una rodilla mal, pero el domingo se me olvidarán los dolores.

—La música,  la mejor medicina

—Claro que sí.

—¿Alguna anécdota de esos primeros años?

—Yo era muy tímida cuando comencé en la Sonora Caracas, que era la orquesta de planta de Radio Continente. Era una época en la que iba el público a las radios a ver a las actuaciones. Entonces, anunciaron que yo iba a estar allí, pero cuando comenzaron a tocar los músicos, se me fue la voz. Nunca me imaginé que eso podía pasar. Dije: «Trágame tierra». Eso me marcó mucho, pero he perdido la timidez. Ahora que venga lo que sea.

—¿Y qué la llevó al camino de los solistas?

—Yo era cantante de Federico y su Combo Latino, que estaba con Foca Records. Ellos quisieron irse antes de que se terminara el contrato, y las disqueras no se negaron, pero pidieron que yo me quedara.

— ¿Hubo algún tipo de obstáculos por el hecho de ser mujer?

—En ese aspecto, le doy las gracias a los músicos venezolanos, que son mi segunda familia. Siempre me han brindado su respeto y admiración. No hubo problemas por eso.

—Veo que algunas de sus canciones están en plataformas como Spotify.

—Bueno, de eso no te puedo hablar. Eso es asunto del manager, que lo dejé encargado de eso. Me he rodeado de gente que se mueve.

—¿Y cómo vislumbra el futuro de la salsa en momentos en los que predominan otros estilos?

—Siempre ha habido épocas en las que la salsa ha estado arrinconada. Pasó con el merengue. Me retiré ocho años a trabajar en la empresa privada, sin saber de la música. La salsa siempre tiene sus seguidores, así que llegará el momento y reinará otra vez.

—¿Qué hizo durante los años de retiro?

—Bueno, cuando llegó el merengue y el guachi-guachi, me retiré. Tenía a mi hija pequeña, fui padre y madre. Empecé a trabajar en Farvenca, una distribuidora de medicinas. Una tarde me llamaron por teléfono para preguntarme si quería formar parte de Federico y su Combo Latino. Como uno siempre tiene ese gusanito por dentro, no esperé que me lo dijeran dos veces. Con ese grupo pegué mi primer éxito: “Besos brujos”.

—Y esa hija se convirtió en cantante.

—Una gran cantante, compositora, música y arreglista.

—¿Y qué tanto influyó usted para que ella también eligiera la música?

—Siempre traté de mantenerla alejada. Ser cantante de salsa  no es fácil. Uno se come tres verdes y dos maduras. Yo quería que tuviera una profesión y, si luego quería cantar, que lo hiciera. Hay gente que vio mal eso. Me decían que yo era egoísta, que no quería competencia.  ¿Qué sería de mi hija si no hubiera hecho su carrera de esa forma? Estoy orgullosa de ella, y ahora está a cargo de la Dirección de Cultura de la UCV. Ella no me decía que quería ser cantante. Te voy a contar esto. Un día un músico me dijo que había visto a una negrita cantando en la pizzería La Delia, y que creía era mi hija.. Dije que no podía ser porque ella trabajaba todos los días. Pero, por curiosidad, una noche fui, me senté de última y la vi salir a cantar. Ese día dije que no podía hacer más nada, pero le pedí que terminara la carrera. Estudiaba Administración de noche y trabajaba de día.

—Una noche caraqueña que brindaba tanto.

—En aquel tiempo sí. De esa noche extraño la época de ser cantante de orquestas. Uno viajaba tanto, tuve el privilegio de alternar con tantas orquestas puertorriqueñas, cubanas, que venían. Recuerdo con nostalgia porque ya no se dará otra vez.

—¿Qué tiene de especial la salsa?

—¡Ay, mi amor! El que no baila con un tambor no tiene sangre en el cuerpo.

—¿Y ha conocido a gente sin sangre en el cuerpo?

—¡Claro que los he conocido! Es más, he conocido a salseros que no saben bailar.

—¿Cómo se siente cantar por primera vez junto a una sinfónica?

—Asustada, aunque no es la primera vez. Estuve otras veces con Oscar D’ León, la Gran Mariscal de Ayacucho, en programas. Pero no es lo mismo estar uno o dos números, que tener la responsabilidad de que el espectáculo sea de uno. Pero adelante.

—Hay músicos que no pudieron estar por tener otros compromisos, como Oscar D’ León. ¿Qué otros le hubiese gustado que la acompañaran?

—Muchos que se han ido, como el conguero Francisco Rojas, Luisito Quintero, tantos otros. Hay una cantante, Estelita del Llano, pero está fuera del país. Ella concursó conmigo en un programa de aficionados llamado Buscando estrellas por Ondas Populares. Ella cantó un bolero precioso, pero llegó la rumbera y le quitó el premio.

—¿Qué hará después del concierto?

—Hay una propuesta para ir a Medellín.

—¿Qué es la música?           

—Todo. Yo no voy a dar la cómica en un escenario. Cuando no pueda hacerlo más, tendré que decir hasta acá llegué.

Con orquesta

El concierto por los 65 años de carrera de Canelita Medina será el domingo 11 de noviembre en el Aula Magna de la UCV, a las 11:00 am. Habrá son cubano, guajiras, guarachas y son montuno. Además de la Orquesta Gran Mariscal de Ayacucho, dirigida por  Elisa Vegas, también estarán Verónica Rey, Dimas Pedroza, Alfredo Naranjo, Trina Medina, Floria Márquez, Naty Martínez, Wilmer Lozano, Betsayda Machado, El Sonero Clásico del Caribe, Goyo Reyna, Ramón «Pecheche» Mijares, Juan José Hernández “el Indio”, Katherine Coll, Ana Isabel Domínguez, Delia Dorta, Edgar Sibadas, Trío Hermanos Rodríguez y Williams Mora.

En el concierto serán interpretados los temas “Que vuelvas” y “Cenizas”, que serán grabados para subirlos luego a plataformas digitales.


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