Bob Odenkirk tiene un día tranquilo. Si bien está en plena grabación de una sola escena con seis páginas de texto que solo ocupará 5 minutos en la pantalla, parece disfrutar de salir del personaje y responder preguntas.

Uno de los momentos fuertes de esta tercera temporada de Better Call Saul –que ya está disponible en Netflix– es el enfrentamiento judicial entre los hermanos Jimmy y Chuck McGill que, se adivina, terminará favoreciendo al mayor.

Otro, sin dudas, es el regreso de Gus Fring, el narco escondido bajo la fachada de los Pollos Hermanos que en algún momento se cruzará con el futuro Saul Goodman.

“Todo se va acercando poco a poco”, dice el actor en un alto de las grabaciones en Albuquerque, Nuevo México.

—¿Qué tan cerca está Jimmy McGill de ser Saul Goodman?

—Bastante cerca. Quizás a más de la mitad del camino. Lo que lamento es que en algún momento voy a tener pasar de estos trajes y este corte de pelo –que están bastante bien– a esos colores y ese estilo (risas). Hablando en serio, pienso que estamos por ver cómo se rompe definitivamente la relación entre Jimmy y su hermano Chuck. Creo que Saul Goodman va ser una elección lógica para él.

—¿Habrá un momento especial que todos podamos percibir como “la transformación”?

—Considero que esa transformación ya terminó, excepto por una cosa: en lo que él se convierte después de Breaking Bad. Seguimos poniendo el ojo en cómo Jimmy se transforma en Saul, pero también está Gene, el tipo que termina en Omaha preparando rolls de canela. Creo que esa es la respuesta que esta historia también debería dar y me encantaría que así fuera.

—¿Qué piensa de que la gente simpatice tanto con Saul Goodman?

—Es muy raro, tanto como que la gente simpatice con un tipo como Walter White. Ese fenómeno del antihéroe es muy curioso y no sé de dónde viene. Walter White era un tipo horrible, pero al final la gente lo seguía queriendo, quería que reviviera y que volviera a cocinar más metanfetaminas.

—Pasó de interpretar a un personaje más en una historia a ser el protagonista. ¿Cómo se encuentra ese equilibrio tratándose del mismo personaje?

—Hay algo que los buenos guionistas saben hacer. Vince Gilligan lo hizo con Breaking Bad y lo hace ahora con Better Call Saul: ver a las mismas personas desde distintos ángulos. Hay varias versiones de Jimmy, el tonto, el que quiere ser un abogado serio, el torturado por su hermano mayor, etcétera. Y no creo que sea un problema interpretar esas diversas maneras de ser porque todos somos así. Cuando estoy en el trabajo soy uno, cuando estoy con mi pareja soy otro, cuando estoy solo soy diferente. No es tan complicado ni eso hace que uno sea un esquizofrénico.

—Vince Gilligan imaginó Better Call Saul como una comedia, pero terminó siendo más un drama familiar que genera risas incómodas.

—Está balanceada de una manera diferente. Tenemos dos episodios que no tienen nada de comedia y hay otro que tiene como seis páginas de guion que son pura diversión. Me gusta mucho eso porque yo vengo de la comedia y porque relaja un poco la tensión de toda la mierda familiar que hay.

—¿Espera que Better Call Saul explote en su tercera temporada, tal como sucedió con Breaking Bad?

—Mi expectativa acerca de cómo espero que le vaya a una serie probablemente sea distinta a la de un actor más joven, porque debo haber hecho más de 50 pilotos y haber visto muchos proyectos terminar, pero también fracasar. Lo único que digo es que Saul es una nueva manera de contar las cosas, en todo sentido. Nadie quiere hacer otro Breaking Bad, tiene otro ritmo completamente diferente. 


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