Si hay algo difícil para el ser humano en general es detenerse frente al espejo en silencio, lejos del ruido, con apertura y sinceridad para mirar las costuras, lo que somos. El acto de profundizar en uno mismo y en el entorno que nos define sin escudarse en el narcisismo, implica armarse de valor, o bizarría, palabra que utiliza Juan Carlos Chirinos quizás porque se impregnó de ella para escribir su más reciente libro titulado Venezuela. Biografía de un suicidio.

A lo largo del ensayo Chirinos realiza una radiografía de Venezuela que nos lleva a entender la herida en la que se ha convertido. Traza un mapa personal sin orden cronológico que pasa de la cuarta República, a la Conquista, al chavismo, haciendo referencias variadas: los mitos, el uso del lenguaje, el caudillismo, todo esto en un ejercicio de desdoblamiento necesario para detectar las espinas de historia con las vísceras en su sitio. Hay que tener en cuenta que este ensayo fue escrito en uno de los momentos más críticos para Venezuela, lo que hace que la escritura de Chirinos sea racional, sí, pero también telúrica.

En las primeras páginas, el autor advierte que Venezuela. Biografía de un suicidio es un libro escrito para lectores no-venezolanos, y es cierto, puede ser considerado un libro de referencia para todo aquel que quiera aproximarse al interior de un país convulso tan complejo de entender. Sin embargo, creo que también es un libro necesario para los lectores venezolanos. Pues es una herramienta que invita a dejar de ocultar los defectos bajo la alfombra para llevar al lector de manera honesta y meditada a la esencia. O, como diría Pablo d’Ors, para “reconciliar al hombre con lo que es”. Algo urgente en la Venezuela de hoy.


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