Esta vez la protesta no tuvo lugar en la alfombra roja, la encarnó su propio filme. El director brasileño Kleber Mendonça Filho presentó este miércoles en Cannes Bacurau, una película de género abundante en sangre y carga política.

Brasil, “dentro de unos años”. La localidad autóctona de Bacurau, en la región nororiental de Sertão do Seridó, desaparece del mapa en Internet. Los celulares cesan de funcionar y dejan a los habitantes aislados. Los asesinos tienen carta blanca para liquidarlos a todos.

El tercer largometraje de Mendonça, codirigido por Juliano Dornelles, su director artístico hasta ahora, compite por la Palma de Oro, tres años después de que Aquarius aspirara también al máximo galardón. Entonces, el cineasta protagonizó junto con su equipo una mediática protesta en la alfombra roja para denunciar “un golpe de Estado” contra la ex presidente izquierdista Dilma Rousseff. “Este año no habrá protesta” contra el ultraderechista Jair Bolsonaro, dijo Mendonça horas antes del estreno.

Bacurau, cargada de escenas truculentas y una estética inspirada en los wésterns de los años setenta del siglo pasado, puede leerse como un tributo a las comunidades autóctonas de Brasil, que en el filme no se dejan intimidar por el grupo de asesinos estadounidenses que trabajan por cuenta de las autoridades locales.

“La diferencia con los wésterns tradicionales es que entonces los indios eran filmados de lejos, solo se les oía gritar”, explicó por su parte Dornelles. “En Bacurau los indios son los rubios con ojos azules, pero nosotros nos acercamos a ellos y les hacemos hablar”, agregó. Pese a la participación de Sonia Braga –protagonista ya de Aquarius– y del alemán Udo Kier, se trata de una película coral, en la que los habitantes van a la una, algo muy necesario en Brasil “para soportar la locura que se está dando ahora” con Bolsonaro, según Mendonça.

El director habló indistintamente de la película, que empezó a escribir años antes de la llegada al poder del presidente ultraderechista el primero de enero, como de la situación política en Brasil. “Lo que para mí es sorprendente son las películas de acción en los cines comerciales: ¡deben de trabajar meses para despojarlas de todo contenido político!”, opinó.

Dornelles reconoció que en el guion original había mucho más humor. Pero los acontecimientos en su país acabaron convirtiendo la película en una historia mucho más seria. Mendonça abundó: “Por ejemplo, Río ahora es deprimente, a escala municipal, de estado y federal. La gente está viniendo a Recife como si fueran refugiados y los estamos acogiendo, porque de alguna manera seguimos protegidos cultural y políticamente”.

Sin embargo, los directores se dejan también llevar detrás de la cámara por los derroteros de la imaginación. Convertidos en resistentes, los habitantes de Bacurau contratacan a sangre fría gracias a un potente psicotrópico que les impide sentir miedo para ser tan sanguinarios como sus atacantes. “¡Es como la poción mágica de Astérix!”, dijo Dornelles.


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