Hubo un ligero repunte de 11,64% en el número de asistentes a las salas de cine de Venezuela en 2017. De un total de 19.013.796 espectadores en 2016, se pasó a 21.226.361 el año pasado en los circuitos comerciales, según cifras de la Asociación de la Industria del Cine.

Pero Abdel Güerere, presidente de la Asociación Venezolana de Exhibidores de Películas, considera que es necesario ver las cifras con precaución.

El número de espectadores, según datos del CNAC, fue de 21.843.992 en 2007; 24.162.893 en 2008; 26.758.099 en 2009; 27.465.740 en 2010; 29.356.157 en 2011; 28.499.132 en 2012; 29.265.604 en 2013; 29.481.692 en 2014 y 28.899.050 en 2015.

“Tengo varias hipótesis para este incremento. En principio, hubo un mayor atractivo de las películas que llegaron a la cartelera. Tuvimos 3 filmes que consiguieron más de 1 millón de espectadores en 2017”, indica Güerere refiriéndose a Rápidos y furiosos 8 (1.313.886 espectadores), Mi villano favorito 3 (1.262.533) y La bella y la bestia (1.252.246), las cintas más vistas en el país el año pasado. Le siguieronEmoji: la película (832.593), Thor: Ragnarok (774.587), Spider-Man: de regreso a casa (766.542), Coco (701.102), Cars 3 (660.201), La Liga de la Justicia (658.582) y Annabelle 2 (646.627).

Otro motivo que impulsó el incremento, a juicio de Güerere, fue la digitalización de varias salas de cine del país. “Ocurrió en diciembre de 2016, cuando se digitalizaron 40 salas del circuito Cinex en el interior del país. De muy pocos espectadores, la asistencia subió porque hubo películas más actuales. Eso atrajo a 400.000 personas a las salas”, agrega.

No obstante, para el representante del gremio, las cifras siguen por debajo de períodos anteriores, especialmente por la crisis económica. “El aumento de los precios de las entradas fue inferior al de la inflación. El promedio en todo el año 2017 fue de 5.024 bolívares, incluidos los lunes populares, rebajas especiales y promociones en un país donde la mayoría de salas son 2D. Otro factor que puede incidir es la emigración de venezolanos, especialmente de jóvenes, que representan el público meta de los cines. Vale recordar que la crisis eléctrica de 2016, que obligó a cambiar los horarios en los centros comerciales, no se presentó el año pasado, salvo episodios muy puntuales en el interior”, acota sobre lo ocurrido el año pasado, cuando Fox dejó de estrenar en Venezuela. “Las ausencias no se pueden medir”, dice sobre este punto.

Güerere celebra la disposición de los exhibidores en mantener la proyección de filmes. Cuando se le pregunta por el público que va a las salas, contesta: “En 2015 fue la última vez que se hizo un estudio al respecto, en ese momento 60% de las personas que iba al cine era del estrato D y 30% era C. Se han hecho varios estudios. Es una experiencia aspiracional porque siente que mejore su calidad de vida subjetiva: el centro comercial, la butaca, el aire acondicionado. En Venezuela es un espectáculo popular, lo demuestran los precios, los más bajos de América Latina”.

Cine venezolano. Papita 2da base de Luis Carlos Hueck fue la película venezolana más vista el año pasado. Se estrenó el 15 de diciembre y en 2 semanas sumó 284.277 espectadores. Aún sigue en cartelera y registra 722.329 entradas, según datos recabados hasta el 6 de febrero.

La comedia es la secuela de Papita, maní, tostón, hasta ahora el filme nacional con mayor número de espectadores de la historia. De acuerdo con cifras del CNAC, acumuló hasta 2015 un total de 1.977.969 espectadores.

Otra película que en 2017 tuvo buenos resultados en taquilla fue Solteras indisponibles de Carlos Malavé, con 71.943 espectadores, seguida deMás vivos que nunca de Alfredo Anzola, con 31.580.

Para el crítico Edgar Rocca esos números deberían llevar a la reflexión sobre lo que debería ser el cine venezolano en los próximos años. “El hábito y el gusto del consumidor han cambiado y pasaron de los dramas sociales a filmes más ligeros, como comedias e historias familiares. Esa puede ser la piedra fundacional de nuestra industria, que se ha intentado consolidar desde los años veinte. Amábilis Cordero fundó un estudio y no se logró, Rómulo Gallegos también y fracasó. En los años cuarenta, Bolívar Films intentó industrializar y tampoco tuvo éxito en este aspecto. En los años setenta hubo un resurgimiento, principalmente económico, con el apoyo del Estado que colaboró en la creación de individualidades y obras sólidas de directores como Clemente de la Cerda y Román Chalbaud, aunque son casos que enriquecen nuestra historia pero no fomentan una industria”, señala el realizador de El peor hombre del mundo, comedia estrenada en 2016 que sumó 109.500 espectadores.

Rocca desarrolla junto con Robert Andrés Gómez el proyecto documental Cine invisible, en el que se profundiza en las causas por las cuales el cine iberoamericano no ha tenido suficiente penetración en el mercado mundial. Manifiesta que en las entrevistas que han hecho en la calle, la gente suele responder que está cansada del problema social. “En momentos tan complicados, ver estos temas en pantalla los afecta. El público quiere un respiro”.


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