Lo primero que puede acudir a la mente de un espectador al escuchar la palabra cine es la imagen de alguna película institucionalizada de Hollywood. Iván Candeo, con su exposición Sin acto, que inaugura el domingo en la Galería Carmen Araujo de la Hacienda La Trinidad, refuta ese concepto y aboga por los elementos fundacionales del séptimo arte.

Por ejemplo, con el videoensayo La máquina de humo, Candeo, de 35 años de edad, plantea cómo el humo ha sido protagonista en el lenguaje audiovisual desde la época de los filmes de Méliès hasta la actualidad, incluidos registros de bombas lacrimógenas en Caracas o experimentos empleados en la aeronáutica para saber cómo diseñar las alas de un avión.

“Hoy el cine ha regresado al primitivismo, por decirlo de algún modo, de los principios del siglo XX. Vemos cómo la gente graba con sus teléfonos a un bebé, a una mascota o noticias en las calles. Y también lo que está en Instagram, Facebook y Youtube forma parte del cine”, señala el artista.

En la serie Primeros planos, el artista visual muestra cómo el primer plano ha sido utilizado en el cine para oprimir al espectador o para informarle datos esenciales de la trama. En cuadros de pequeño formato pintó en óleo imágenes de cintas como La pasión de Juana de Arco, de Carl Theodor Dreyer, y Recuerda, de Alfred Hitchcock.

“En estos primeros planos hay una dirección opuesta a la imagen del cine convencional. Yo pongo la composición casi al borde de lo invisible. Hay una intimidad y una materialización que no están en la cinematografía común. En la obra traslado el plano a un elemento físico que puedo tocar, que está allí”, explica.

Candeo señala que en su obra, aunque no de manera explícita, devela lenguajes que son utilizados en el terreno político. Menciona el caso del video difundido en las redes sociales del diputado Juan Requesens, detenido a principios de mes acusado por su presunta vinculación con el atentado contra Nicolás Maduro. “Un primer plano juzga e interroga. Si me acerco a ti y te hago una pregunta es como si fueras Requesens. Los letreros ‘Se busca’, por ejemplo, son primeros planos. Es un trabajo político, pero no partidista ni de oposición. Solo se revelan las estructuras con las que el lenguaje cinematográfico se usa en la política”, indica.

Expresa que su interés por el séptimo arte parte de que el cine tenía un objetivo preciso desde su nacimiento, que se relacionaba con el desarrollo de la humanidad. Considera que hoy día no existe esa claridad, pues se cuestionan y reformulan temas como la democracia, la independencia o la moral. “Estamos produciendo nuevas condiciones de posibilidades creativas”, añade.

Para él, el rol de quien cumple una labor creativa en el siglo XXI se reconfigura en cada individuo. Piensa que hay artistas que deberían entrar en el debate de la cultura visual en una sociedad que está tomada, de manera muy marcada, por la imagen. “Venezuela, por ejemplo, tiene un consumo audiovisual vasto. La influencia de la televisión en el país es importante. Estudiar eso es necesario”, opina.

Luego de vivir un año y medio en España, a Candeo le parece muy pronto para decir que ha cambiado como artista o como individuo. Se define como el mismo caraqueño que dio clases en la Unearte y la Ucsar, y sobre su pasión por el discurso visual dice: “Hay una vocación en mí por las imágenes. Es una manera de reafirmar mi existencia. Tiene una importancia casi vital”.


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