José Tomás Angola ha sido premiado en cada uno de los ámbitos culturales en los que se desenvuelve: poesía, narrativa y dramaturgia. A sus 52 años de edad confiesa que no es tan talentoso como llegó a creer cuando era joven. Sigue en Venezuela: escribe, dirige y actúa. Medida por medida, pieza original de William Shakespeare, es la obra que presentará el próximo fin de semana en la Asociación Cultural Humboldt.

—Los griegos iban al teatro para hacer catarsis. En medio de esta tragedia, ¿los venezolanos hacen lo mismo?

—El teatro en Venezuela tiene dos responsabilidades: resguardar nuestro espíritu, profundamente golpeado por la pérdida de los valores, y convertir el escenario en un gran espejo en el que podamos ver en acción tanto lo bueno como lo malo. El arte sublima la vida. Construye una suerte de salida a la terrible realidad que nos rodea.

—Sus montajes no son precisamente comerciales, pero aun así ha estrenado dos este año. ¿Cómo ha logrado emprender estos proyectos?

—Tengo la certeza de que en el país aún quedan muchas personas amantes del arte. El teatro no se circunscribe exclusivamente a las obras comerciales. En otros años era el Estado el que se encargaba de montar las piezas clásicas, ahora la tarea queda en manos de los privados.

—¿Qué tienen que decirnos los clásicos en este momento?

—En el caso específico de Shakespeare es la potencia de su texto. Los diálogos conservan su vigencia, a pesar de que fueron escritos hace 400 años. La esencia del ser humano se mantiene igual. El discurso del gran dramaturgo inglés tiene una poética que no escuchamos hoy día sobre los escenarios. En la actualidad los montajes son más llanos, pero la belleza de los clásicos hace falta de vez en cuando.

—Tiene una novela que empezó a escribir hace ocho años y aún no la publica. ¿Por qué?

—No soy novelista. Respeto mucho ese género. Personalmente soy detallista, minucioso, obsesivo, neurótico… Por eso tengo tanta aprensión con lo que hago. He reescrito la novela múltiples veces y siempre trato de que vaya de la mano con mis expectativas. Espero que este año me anime a entregarla a un editor.

—Le tomó tiempo el montaje de esta obra y apenas estará en cartelera tres fines de semana. ¿No siente que es mucho esfuerzo para tan poco tiempo?

—Somos ambiciosos, pero no locos. En primer lugar, entendemos las limitaciones del público: el montaje dura tres horas, por eso las funciones son a las 11:00 am. En segundo lugar, la sala es para nuestro uso exclusivo durante esos fines de semana, pero el teatro también tiene otra programación, por lo que no puede pasar un mes y medio con este montaje.

—¿Cómo se puede sobrellevar el desgaste de la cotidianidad con el oficio de la escritura?

—La escritura es mi tabla de salvación, aunque ya no escribo como solía hacerlo antes. El ánimo decae, a veces me tropiezo con actos de escritura que son un exorcismo y cada vez soy más exigente conmigo mismo.

—¿Por qué se desmarca del ego característico de los artistas?

—Porque es terriblemente dañino. Ahora bien, es imposible vivir sin él. Los artistas necesitan de ese ego para pararse ante el público y expresar lo que piensan. Sin embargo, no debe usarse para arremeter contra los demás.

—En sus palabras, está lejos tanto de lo profano como de lo divino, ¿entonces en qué plano se ubica?

—Buscando lo divino sin dejar de ser profano. Mientras menos eres, más serás.

—Entre sus muchos oficios no practica el de crítico, ¿por qué?

—Porque tengo un ímpetu por decir y no por leer lo que otro ha escrito sobre alguna obra. Ahora bien, me encanta el género, aun cuando exista la mala crítica. Considero que el halago no sirve para nada, pero una buena opinión sí te ayuda a mejorar como artista. Siempre hay que deslindar la obra del autor: el hecho de que critiquen tu obra, no significa que estén hablando de ti.

—¿Cuál es el papel que juegan los artistas en medio de la crisis que vive el país?

—Están llamados a mantener encendida la llama de la fe en el ser humano, en específico la del venezolano. Matar a alguien es muy fácil, lo difícil es quebrarlo moralmente.

—Hay algunos escritores venezolanos, radicados en el extranjero, que han narrado la crisis actual. Aunque no son partidarios del gobierno, sus historias se basan precisamente en el chavismo. ¿Ha considerado escribir sobre esta corriente política?

—El que se está ahogando no tiene mucho tiempo para reflexionar, lo único que quiere es salvarse. Los escritores que están en el extranjero pueden contar lo que ocurre desde la distancia. Los que estamos aquí vivimos inmersos en este caos. Todo lo que he leído sobre el chavismo está cargado de mucha rabia, por lo que creo que aún debemos esperar algunos años para ver con más calma lo que ha sido este gobierno.

—Los que se van y los que se quedan, ¿no es esa una tonta discusión?

—Claro. Ahora bien, nunca habíamos vivido una migración masiva. El problema es que no se respetan las instancias de cada quien y es allí donde entramos en conflicto. No puedo permitir que alguien desde afuera me diga lo que debo hacer y viceversa.

—¿Cuál es su apreciación sobre la movida teatral y literaria nacional, qué rescata, qué desdeña?

—No desdeño nada y rescato todo. Para emprender algún proyecto en estos momentos hay que ser valiente. Puede que me guste o no, pero respeto y admiro esas ganas de seguir creando en el país.

—Más allá de su papel como artista, ¿cuál es su postura como ciudadano?

—Ambos roles están unidos. Ejerzo mi ciudadanía desde el arte.

—¿Considera que la sociedad superará esta coyuntura? ¿Aún conserva las esperanzas?

—No hay forma de que te quiten la esperanza. Tú puedes renunciar a ella, pero con eso pierdes el sentido de la vida. Creo que a veces maximizamos las cosas. En efecto es un momento trágico, pero otros pueblos las han pasado peor, por ejemplo, en las guerras europeas o en las matanzas raciales en África.

—Es una persona muy activa en Twitter. ¿Qué representa para usted?

—Twitter es una pequeñísima obra de teatro. La gente entra a esa red y hace catarsis. En mi caso no le digo a los lectores que piensen como yo, siempre evito las polémicas. Hay días en los que no tengo nada que decir y simplemente no escribo. Soy muy respetuoso con mis opiniones y me alejo del lenguaje escatológico.


Archipiélago artístico

José Tomás Angola Heredia nació en Caracas en 1967. Es dramaturgo, poeta, narrador y periodis­ta egresado de la UCAB. Estudió en Columbia University (Nueva York) y en el Ciespal (Quito). Ha obtenido el Premio de Cuentos de El Nacional (2005) y el Premio Municipal de Teatro de Caracas (2001); recibió la mención de poesía en la Bienal Nacio­nal de Literatura “Miguel Ramón Utrera” (1996) y la mención de honor en el VII Certamen Internacional de Teatro Breve Fundación Requena-Arrabal Teatro de Valencia, España (2004). Sobre las tablas se ha presentado en el Centro Cultural García Márquez (Bogotá), Casa América (Madrid y Barce­lona) e Instituto Cervantes (Estocolmo y Río de Janeiro). Entre sus próximos proyectos está una pieza de gran formato sobre la venezolanidad y la publicación de su primera novela.



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