Desde hace algunos años, el tema de la ciudad y la relación del ser humano con todo lo que tiene que ver con lo urbano, son unas de las preocupaciones que se ven expresadas en el arte contemporáneo. El artista se implica en ello justamente por su condición ciudadana. En algunos casos, la calle es “el soporte” cuando esta es intervenida mediante grafitis o con carteles que alteran inesperadamente su apariencia cotidiana. En otros casos, el procedimiento es radicalmente opuesto y se da cuando el artista trabaja el tema urbano en su estudio o taller, con cualquiera de los diversos medios expresivos existentes: pintura, escultura, fotografía, instalación, entre otros. Es, bajo esta perspectiva, que hemos concebido esta exposición.

Si bien la ciudad es siempre el referente, el enfoque de un trabajo en el taller es radicalmente distinto al del llamado Arte de la calle, o Street Art, que se realiza directamente en la ciudad. Los objetivos también divergen. El Street Art apareció en los conflictivos años sesenta, como una expresión crítica, irreverente –y fundamentalmente anónima–, que puso en entredicho situaciones políticas y sociales mediante imágenes de fuerte impacto. Durante muchos años fue considerado vandálico e ilegal, hasta que, en la década de los noventa, se fueron conformando estilos y tendencias, al punto que hoy se reconoce a los artistas urbanos como creadores de un nuevo medio de expresión propio de la contemporaneidad. El trabajo en el taller, en cambio, supone un trabajo de investigación y meditación en torno a la ciudad como tema, teniendo como objetivo crear un lenguaje artístico y una estética de la imagen que gire en torno a este tema.

En Urbes, exposición que hoy presentamos, los artistas que participan tienen estrecha relación con la ciudad y la han hecho motivo de su obra. La registran, la evocan o la reinterpretan en su taller. En efecto, Fausto AmundarainRafael ArteagaJosé Gregorio GraterónLubeshka SuárezAlexander Martínez y Richard López centran su atención en aspectos existentes en ella, sea como paisaje, como intervención de alguno de sus elementos o como registro de escenas de la vida urbana. Con excepción de Lubeshka Suárez, que trabaja la fotografía digital, todos son pintores. Los seis se relacionan con la ciudad de manera diversa: la viven, la sufren, la disfrutan. Ello denota que los modos de relacionarse con su entorno son tan variados como lo es, asimismo, su representación o alusión a este. En todas las obras que actualmente exponemos se evidencia que la ciudad no es solo un espacio físico. Es un lugar de convivencia, de conflictos o de placer.

Fausto Amundarain

La obra de Fausto Amundarain (Caracas, 1992) se sustenta bajo dos conceptos: el desgaste y la sobreestimulación. Las vallas de las calles, cuyas imágenes han sido rasgadas infinidad de veces por la continua superposición de papeles, constituye uno de los dos referentes que motiva la realización de sus obras. El segundo es el uso de detalles de dibujos realizados en su infancia, presentados como grafismos autónomos de manera ampliada. En ambos casos, se trata de trabajar la memoria. En el primero, con las vallas, como persistencia o “sobreestimulación” de la imagen a fuerza de excesos; en el segundo como gesto evocador. En ambos el artista opera como re-constructor de nuevas imágenes.

Rafael Arteaga

La historia menuda de las calles, aquella que reposa en los recuerdos, es la que protagoniza “los retratos citadinos” pintados por Rafael Arteaga (Caracas, 1986). Para él, la memoria es la que une el antes y el ahora. De allí que lo visto o lo vivido sea el motivo de sus pinturas. En esta evocación, el artista hace de la realidad indiferente del día a día, de lo habitual y lo cotidiano, un hecho memorable y trascendente. En su caso, el pasado reaparece de muchas maneras: a través de marcas y objetos de consumo de otras épocas, o como en las obras aquí expuestas, como huella mnémica que proviene de la remembranza, cuando él mismo se visualiza en el parque infantil donde jugaba. También en escenas recurrentes que se perpetúan en el presente cuando, en su circuito circadiano, camiones de agua potable hacen sus entregas diarias.

José Gregorio Graterón

La pintura de José Gregorio Graterón Luque (Caracas, 1966) tiene relación estrecha con el tema urbano. Primero por sus recorridos a pie; segundo, porque lo hace también como espectador. Su práctica artística, le ha permitido, justamente, valorar las cosas vistas en las calles. En sus obras se ‘respiran’ las texturas, el color, hasta los objetos encontrados en la ciudad. Así, en la serie Caracas grafiti, lo urbano es tratado de manera espontánea y emocional: las figuras humanas son reinterpretaciones libres de figuraciones que aparecen en los muros de algunos grafitis, y están trabajadas con soltura y expresividad. Por otra parte, en obras de apariencia abstracta, el ensamblaje y la intervención sígnica y matérica sobre objetos encontrados, expresan el progresivo deterioro urbano que, para Graterón, se transforma en su principal elemento estético.

Lubeshka Suárez

La fotografía es el medio con la cual Lubeshka Suárez (Caracas) transfigura una imagen para reelaborar su propio lenguaje plástico. Por medio de los recursos digitales, lo fotografiado –es decir, los lugares icónicos que ella fotografía– adquiere una expresión casi pictorialista ya que imperan elementos que si bien son tratados en la fotografía, su apariencia responde más a criterios manejados en el campo del arte: color, valores tonales, atmósfera, composición. La serie Íconos es resultado del registro de monumentos y construcciones emblemáticas que la artista ha realizado durante sus viajes por diversas ciudades del mundo. Su punto de mira lo ejecuta desde su desplazamiento. Las torres de Nueva York, el puente de Brooklyn, la pirámide del Louvre en París son algunos ejemplos. La ciudad se asume de manera placentera y festiva y ello se traduce en color, movimiento y luz.

Alexander Martínez

La obra de Alexander Martínez (Calabozo, estado Guárico, 1965) presenta diversos referentes. En primer término la concepción de la obra como un bordado que se ‘va hilando’ a medida que ‘cuenta historias’ provenientes de situaciones que el artista visualiza cuando camina por la ciudad. Las escenas se sintetizan por medio de grafismos: Caracas se identifica con la figura del león; la violencia urbana por medio de símbolos: el del tiro al blanco, una bala o espinas, entre otros más. Las imágenes presentan lecturas ambivalentes cuando una silueta en posición protagónica alude tanto a un cuerpo yacente –al igual que en las ‘partes policiales’ – como a las escrituras callejeras de los grafiteros. Son formas serpenteadas que, llevadas al relieve, muestran “las diferentes pieles” que muestra la ciudad. Lo caligráfico y los signos urbanos se muestran como una unidad.

Richard López

La pintura de Richard López (Valle de la Pascua, 1975) puede considerarse hiperrealista por su detallismo casi fotográfico. Su tema es la ciudad: “Me considero un artista visual en constante exploración del entorno y sus acontecimientos lumínicos los cuales incitan el acto pictórico y el disfrute del color. Mi pintura se inscribe en el género del paisaje urbano o retratos del paisaje. Creo en el poder evocador de la pintura”.

Los puntos de vista que adopta no son comunes: detalles de fachadas, muros que cortan las “vistas” de las calles, entre otras. Son paisajes que para nuestra percepción pueden resultar poco resaltantes pero se convierten, en la obra de López, en elementos estéticos. De esta manera, busca despertar en el espectador su sentido de pertenencia al familiarizarse diariamente con su entorno urbano.

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Realizar Urbes en la Sala William Werner del Centro de Artes Integradas puso de manifiesto la importancia del entorno como motivo en las artes visuales contemporáneas. En esta ocasión visto en seis expresiones diversas. Pero el tema no se agota. Sabemos de otros artistas que están trabajando en ello por lo que es probable que, más adelante, sea motivo de otro trabajo investigativo.


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