El viernes en la tarde el guitarrista y compositor Aquiles Báez dio un concierto en el hospital J. M. de los Ríos ante un grupo de niños. Lo acompañó la cantante Ana Isabel Domínguez.

Son actividades de las que no le gusta jactarse. “No son momentos de promocionarse, sino de encontrarse. He ido a tocar a barrios, universidades, a muchos lados, porque el país necesita momentos de este tipo. Hay una lucha política, ¿pero qué pasa con la pelea contra la mediocridad?”.

Ahora, dice, hay mucha incertidumbre, “pero hay que continuar y generar ideas”.

—Participó en la marcha del 7 mayo que fue convocada por los artistas. ¿Qué lo motivó a participar en esa movilización?

—La música genera ideas. Hacen falta todavía muchos espacios. Chico Buarque dice algo que es muy interesante. Considera que el artista debe ser consecuente con su tiempo y este es el que nos tocó vivir a los venezolanos. Por eso, desde esta trinchera de músicos uno no solo debe generar los espacios, sino establecer puentes. La música es un camino natural de concertación.

—¿Qué considera que fue lo más importante?

—La expresión que tenían los músicos, más allá del concierto final. Se trata de la necesidad de expresarse y buscar las formas para hacerlo ante una situación tan crítica. La realidad de no encontrar medicinas, hacer colas para que te den dos pedazos de canilla… Todo colapsa. Hay fallas de servicio eléctrico. ¿Qué es eso, si acá tenemos la represa del Guri?

—Incluso se sumaron de forma abierta y bien identificados integrantes del sistema nacional de orquestas y de Unearte.

—Todos estamos afectados. ¿Quién puede con el peso de la realidad? Eso de salir a la calle y sentir que se atraviesa una situación terrible es un gran peso. Recordemos también al chamo del corno al que se llevaron detenido o al muchacho al que le reventaron el violín, que lo único que ha hecho es tocar el “Alma llanera” en las marchas.

—Ha habido también muchos músicos anónimos que se han vuelto una especie de emblema de la crisis nacional.

—Claro, porque son necesidades de expresión. Creo que estamos en un momento complicado y cada quien busca su forma de manifestarse. Eso es lo que conlleva el sentido democrático, que cada quien haga lo que considere pertinente.

—¿Por qué es la música la manifestación artística más común en este tipo de situaciones?

—Porque es el arte que llega más directamente a las emociones. Ha sido utilizada tanto por Adolfo Hitler como por las religiones. La música conecta con una cosa muy visceral que tiene que ver con los sentimientos. Conmueve mucho. Por eso la usan de un lado y del otro. Sin menospreciar a los que se han manifestado desde el pop, creo que hacen falta otros caminos, composiciones, gente que diga las cosas como las siente. Son tiempos para cantar a partir de las ideas y la palabra tiene una fuerza muy contundente. Sin embargo, pienso igualmente que todavía no se ha tocado lo que se debería. Faltan muchos espacios de expresión.

—Por ejemplo…

—Hay músicos que han hecho cosas maravillosas que no son tan conocidos, como Henry Martínez. Estamos en una época en la que es más fácil llegar a través de lo mediático. Estoy ladillado de la cancioncita “Venezuela”. Además, no es de un autor venezolano. Pero se ha vuelto una especie de himno. Es complicado. Cuando queremos protestar, buscamos algo que nos identifique, pero por carencia de identidad no tenemos una música que lo haga. Simón Díaz creó unos espacios, pero hacen falta más. Alí Primera lo consiguió. Individualmente sí están los caminos, aunque es necesaria la exposición y la promoción.

—¿Ser consecuente es fijar posición?

—Yo nunca he tomado una posición partidista. Creo que el artista no debe tomarla. Bueno, por lo menos yo, no puedo hablar por los demás. Nunca he creído en ningún partido político, ni de izquierda ni de derecha. Sin embargo, pienso que estamos en un momento en el que hay que ser críticos con lo que está ocurriendo. Por ejemplo, decidimos ir al J. M. de los Ríos porque no hay insumos. Por eso, no solo llevamos cosas que necesitan, sino alma, entretenimiento y amor. Hace unos meses también toqué ahí y es duro ver esa realidad. ¿Cómo uno se va a quedar tranquilo cuando esa realidad te toca la cara? Cuando uno ve la delincuencia desatada, los servicios que no funcionan. ¿Cómo uno va a quedarse de manos atadas? Uno tiene que expresarse a partir de lo que uno siente y la música es un medio para hacerlo.

—¿Cuál debe ser el aporte del músico más allá de este momento?

—A partir de las ideas y la creación. La música en estos tiempos tiene que estar inspirada en la reflexión. Este país necesita una reconstrucción. Me parece hermoso lo que escribió Carlos Cruz-Diez, quien considera que este es un gran momento para Venezuela porque existe la oportunidad de comenzar desde cero. Comparto esa idea. Esto va hacia un cambio. No sé cuándo, pero cuando suceda, tendremos la oportunidad para deslastrarnos de tantos vicios.

Sin argumentos

En 2014, cuando se intensificaron las protestas después del 12 de febrero, compuso una canción junto con Willy McKey y Ernesto Rangel. Se llama “Los estudiantes (Volver tus sueños verdad)”, que se hizo popular y fue cuestionada por seguidores del oficialismo que la consideraron un espaldarazo a quienes manifestaban en las calles con barricadas.

Ahora, que la situación está más tensa, indica: “Son tiempos que te hacen crear. Ese año también compuse ‘Cenizas de la historia’. Ahora tengo una sobre cómo el hermano mata al hermano. En Venezuela hay una situación desigual, porque son escudos y piedras en contra de un aparato bélico. Esta pieza no tiene nombre. Es momento de componer sobre lo que está ocurriendo. No hay argumentos para tanta muerte y eso hay que decirlo”.


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