No imaginó nunca la periodista Anna Vaccarella que su renacer, luego de superar el linfoma no Hodgkin –un tipo de cáncer que surge en los linfocitos– que le fue diagnosticado en 2015, sería de la manera en que se está produciendo. “Comencé a asomarme de nuevo a la vida con mucho miedo. Cuando se está en ese proceso en el cual el médico te dice que hay que esperar dos años para saber qué va a pasar, uno no tiene idea si anotarse en el grupo de los sanos o en el de los enfermos. La transición ha sido dura, ambigua, pero ya empecé a convencerme de que estoy sana. Es complicado, pero se logra”.

Y lo dice con sonrisa y agradecida: “Para nada imaginé este renacimiento espiritual y profesional que me está haciendo sentirme muy feliz”.

Regresó a Unión Radio con el programa En sintonía, se estrenó como conferencista motivacional conRenacida y, hace dos semanas, volvió a la televisión con el programa Un día a la vez, que se transmite los domingos, a las 10:00 pm, por IVC.

El programa, con una temporada de 16 capítulos, nació de una propuesta que le hizo Enrique Gómez, vicepresidente de programación de Unión Radio.

—¿Por qué Un día a la vez?

—Siento que ese es uno de los grandes aprendizajes que me ha quedado después de la experiencia que pasé. Porque es la mejor manera de vivir la vida, conectarse con el aquí y el ahora. Porque el futuro es incierto y puede cambiar en segundos. Es una manera de no agobiarnos por tantas cosas, de no pre-ocuparnos por lo que puede pasar y que, al final, no es lo que termina sucediendo.

Entonces, Anna Vaccarella, ante todo mujer de televisión, se ha propuesto todos los domingos una misión: desarrollar un programa inspirador, sobre héroes anónimos, que tienen historias de superación que compartir. “Cada programa tratará de una vida vivida con valentía, de una vida que enfrenta una adversidad y sale fortalecida de ella. Sobre todo en un momento del país tan complicado, en el que nos sentimos tan desesperanzados, frustrados, tristes”.

—¿Y cómo es posible inspirar en medio de tanta rabia y decepción?

—Claro que es posible. Porque esa rabia, ese dolor, esa frustración está fuera de nosotros. Sentimos que nada de lo que nos pasa es justo y la desesperanza es terrible. Pero dentro de nosotros hay una fuerza y unos tesoros únicos. Hay un dicho que dice que “los barcos no se hunden por el agua que les rodea, se hunden por el agua que entra en ellos”. En medio de tantas malas noticias, que son inevitables, hay que conectarse con lo mejor de nosotros. Cuando estás entre la vida y la muerte, en una sala de quimio, compartiendo con otros una tragedia tan grande, te das cuenta de que no hay nada peor.

Las historias de esos héroes anónimos, dice, le llegan desde que ha decidido conectarse con lo positivo. Y así surgieron secciones para al programa como “Campeones de vida”, esas personas que en la peor de las situaciones tratan de salir adelante; “Forjadores de destino”, esos que inciden positivamente en otros a través de iniciativas; “Alimentando sonrisas”, que tiene que ver con esa solidaridad que ha salido a flote en estos momentos entre los venezolanos.

Vaccarella ha asumido la producción general de un programa con el que quiere devolverle a la televisión la calidad que tenía cuando comenzó a formarse en RCTV, esa escuela de tantos, recuerda. “Allí me enseñaron que hay que respetar a la audiencia y Un día a la vez es esa tele de calidad que se ha perdido. Hoy no hay recursos, no hay competencia. Y siento que el programa tiene una altísima factura”.

—¿Hoy se pregunta por qué el cáncer?

—Me lo pregunté mucho en la primera etapa. Por qué a mí, una mujer buena, con unas niñas de cuatro años que me costó tanto tener. Y sentí que no me lo merecía. Pero luego cuando te entregas y entiendes que ese diagnóstico no lo puedes cambiar, como no podemos cambiar el país que tenemos ahora porque no depende solo de una sola persona, comienzan a aparecer luces. Y entonces surge la pregunta ¿para qué a mí? Y Un día  a la vez es parte de la respuesta de para qué tanto sufrimiento. Porque en Venezuela también estamos ávidos de buenas noticias, de esas historias que inspiran.

—Pasada la enfermedad, ¿siente que el ser humano tiene que enfrentar situaciones como la que usted vivió para reevaluar y revalorar su vida?

—Hay un dicho que dice que los seres humanos cambiamos solo por dos situaciones: porque aprendimos lo suficiente o porque sufrimos demasiado. A mí me tocó la segunda opción. Y no es que yo no haya aprendido. Pero sí, me ha hecho renacer, y lamentablemente a veces, a través de experiencias tan duras, te vas forjando como el acero. Pero también creo que quien se preocupa por su crecimiento personal lo logra sin tener que atravesar por situaciones tan traumáticas.

—¿Qué es lo más difícil que ha aprendido en este proceso y qué no repetiría de su vida antes del cáncer?

—No repetiría, y es una tarea diaria, tanto agobio, tantas preocupaciones sin sentido. No sería tan malagradecida con la vida. Yo era muy saludable y no valoraba lo que era estar sano. No repetiría esa ceguera de no ver lo esencial. El aprendizaje es vivir la vida un día a la vez, entender que cada minuto cuenta, conectarme con lo esencial, que son los afectos. Aunque cuando llegan esos momentos, inevitables, en los que me invaden la desesperación, la tristeza, el sufrimiento, trato de salir rápido de esa zona. Pude con el cáncer, puedo con todo. Eso me inspira.  

—¿Alguien que vive un día a la vez piensa en el futuro?

—Viviendo un día a la vez, conectándote con el aquí y el ahora, construyes un futuro maravilloso. Un día a la vez te permite construir lo que deseas alcanzar. Para mí cada día suma. Yo no sé cuántos me quedan, pero agradezco todos los que vivo. Y tener a mis hijas a mi lado me hace pensar en el futuro porque los niños son futuro. 

—¿A qué le tiene miedo hoy Anna Vaccarella?

Piensa. Sonríe. “Me ponchaste”, dice. Y concluye: “Yo duermo todas las noches con el miedo, yo tengo el miedo instalado en la almohada. Pero cuando uno atraviesa una situación tan complicada, inteligentemente exorciza el miedo y te haces su amiga. Lo vives, lo sientes y hasta llegas a controlarlo. Porque no sabemos hasta cuándo vamos a estar”.


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