Las editoriales independientes en Venezuela responden ante la crisis del país con apuestas cada vez más arriesgadas, sólidas y meritorias. Presentamos una serie de preguntas que les hicimos a los más destacados sellos nacionales de esta naturaleza, sobre el origen de su iniciativa, la labor que realizan, los autores que publican y sus próximos proyectos. Continuamos la serie con Madera Fina, editorial que se inició en el año 2015 y que está conformada por Rodrigo Blanco Calderón, Luis Yslas y Carlos Sandoval.

―¿Qué motivaciones y entusiasmos determinaron la creación de su editorial? ¿Cuál es su historia? ¿Por qué el nombre?

“Una vez que se disuelve la Cooperativa Editorial Lugar Común, Rodrigo Blanco Calderón y Luis Yslas deciden fundar Madera Fina con el interés de ofrecer textos literarios de alta calidad estética pero, por igual, con excelente acabado respecto de la confección material del libro.

El nombre se relaciona con lo que, pensamos, es el más artístico uso de la madera: la elaboración de libros y sus contenidos”.

Para quien conoce los gustos musicales de los editores, imposible no pensar en la famosa canción de Yordano del álbum de 1990, Finales de siglo… canción titulada, por supuesto, “Madera fina” .

―¿Con qué criterios decide su editorial la publicación de un libro? ¿Podría darnos algunos ejemplos al respecto?

“Los criterios básicos que motivan la escogencia de un título es su calidad estética y las proyecciones que ese texto pueda tener (o tiene, en el caso de las reediciones) en el contexto de la cultura. Verbigracia: la edición de todas las crónicas de Elisa Lerner, un material de indudable importancia para el campo literario y el pensamiento venezolanos y, al mismo tiempo, una lección de escritura sin par. Las crónicas de Lerner constituyen un corpus de reflexión sobre el país escrito en una prosa versátil que convierte la sabiduría en una amena charla de amigos, si se nos permite la imagen. Deleite quizá sería la palabra que más se ajusta a la experiencia de leer esta obra monumental que honra nuestro catálogo.

Otro ejemplo: Los señores, del portugués Gonçalo M. Tavares, quien amablemente nos cedió una selección de su vasto proyecto narrativo en el que se combinan la ironía, los juegos metaliterios y un estilo mercurial que se desliza hacia el discurso ensayístico sin menoscabo del ímpetu novelesco”.

―¿Hay libros más apropiados que otros para los buenos oficios de una editorial alternativa?

“En principio, no sé si somos una editorial ‘alternativa’. Entiendo por ‘alternativa’ una empresa editora que se dedica a publicar libros que las editoriales propiamente tales (las casas grandes, con decenas de empleados y un catálogo amplio) no publican por razones crematísticas o de línea editorial. Nosotros publicamos títulos sobre la base de los criterios arriba detallados, pero nuestro interés no desconoce los réditos que puedan y deben reportarnos los libros que hacemos y vendemos. Con todo y que en varias ocasiones hemos solicitado ayuda financiera a algunos amigos particulares o empresarios, Madera Fina apuesta también por el sostenimiento económico a largo plazo de la compañía. En ese sentido, publicamos libros que cualquier editorial de más amplia fuerza monetaria podría haber publicado (las novelas de Méndez Guédez, el libro de cuentos de Santiago Gamboa, la novela de Martín Caparrós, para citar tres casos). De allí que no creemos que exista un tipo de libro literario particular que delimite nuestro radio de acción estética o de mercado, por cuanto no sabemos, debo repetirlo, si somos una ‘editorial alternativa’. Nos gusta más reconocernos como una editorial modestísima que busca, eso sí, crecer en medio de –sobra decirlo– muchas dificultades socioeconómicas”.

―¿Para un autor, qué diferencia hay entre ser publicado por una editorial alternativa o por una editorial comercial?

“Ya lo dije arriba: nosotros somos una editorial comercial modesta. De esta pregunta colijo que una ‘editorial alternativa’ no tiene fines de lucro. Lo cual me lleva a recordar que en la pasada década del noventa (fines del siglo XX), en Venezuela se entendía que ‘alternativa’ era una editorial que recibía subsidios del Estado a través del desaparecido Consejo Nacional de la Cultura, con el fin de publicar textos (a veces, de tirajes mínimos) sin otro interés más que el de materializar el libro.

La pregunta sobre la diferencia autoral respecto de publicar en un tipo u otro de casa editora (‘alternativa’ o ‘comercial’) no nos compete a nosotros responderla, sino a los escritores”.

―¿En qué consiste la contribución que las pequeñas editoriales independientes hacen a los lectores?

“Una editorial modesta como Madera Fina, al no tener que mantener una plantilla numerosa de empleados ni tener una categoría comercial alta, puede vender sus productos a un precio relativamente asequible. Sin embargo, no podemos sustraernos a la dinámica de un mercado castigado por una exorbitante inflación, como cualquier otra editorial comercial”.

―¿Qué clase de apoyo deberían recibir las editoriales alternativas? ¿De acuerdo a su experiencia, diría que son respaldadas por otras instituciones, que suelen recibir financiamiento o apoyo promocional externo?

“Debo insistir: Madera Fina no es una editorial ‘alternativa’. Ahora bien, como toda empresa comercial y más aún en estos tiempos, nosotros hemos establecido algunos convenios de manera de hacer sinergia para publicar ciertos títulos. Esos convenios los hemos constituido básicamente con fundaciones. En otros casos, hemos acudido al recurso del crowdfunding, ofreciendo como contraprestación a los colaboradores títulos de nuestro catálogo”.

―¿Qué es lo más difícil de gestionar para una editorial como la suya?

“Parecerá chocante: es difícil lograr que muchas librerías paguen a tiempo”.

―¿Cuál es la mayor dificultad con que se han enfrentado en el último año?

“Hasta ahora, lo más difícil que enfrentamos es el costo de impresión. Elevadísimo. Y subiendo a la velocidad de la descomunal inflación”.

―¿Qué explica, en su opinión, el surgimiento de pequeñas editoriales independientes a lo largo de los últimos años?

“Es obvio que el mercado se ha atomizado y contraído debido a la crisis socioeconómica del último lustro. Esto hizo que las casas editoras privadas transnacionales se marcharan del país o redujeran sus ofertas de títulos. El espacio abandonado ha permitido, mal que bien, la creación de pequeñas empresas editoras como la nuestra.

Lo mismo le ha ocurrido a las editoriales del Estado: continúan operando, pero no publican al desmesurado ritmo que las caracterizaba hace menos de una década”.

―¿Cómo influye el contexto nacional en su labor editorial: imprenta, distribución, promoción, ventas?

“El contexto nacional afecta a todas las instancias involucradas en el proceso editorial. La afectación estos últimos dos años (tiempo de operatividad de Madera Fina) ha sido, lamentablemente, negativa. El costo de impresión, debe repetirse, es muy elevado (lo que repercute en el precio de venta de los ejemplares); la distribución se ha tornado cuesta arriba debido a las constantes manifestaciones callejeras; la promoción se pierde porque los eventos se suspenden por la inestabilidad social; las ventas disminuyen por efectos de todas aquellas causas”.

―¿Cómo es la proyección de una editorial como la suya fuera del país?

“Hasta ahora nuestra proyección internacional va conquistando espacios básicamente gracias a la confianza que varios autores han depositado en nuestro trabajo: Santiago Gamboa, Gonçalo M. Tavares, Martín Caparrós y Juan Tallón. Pese a que las piezas que publicamos de estos autores (o estamos por publicar: Tallón) no pueden ser comercializadas en el exterior, pues se trata de obras de exclusiva y restringida circulación en Venezuela (también The Night, de Rodrigo Blanco Calderón), Madera Fina ha participado en actividades de difusión en Miami y Madrid en las que al menos hemos podido difundir lo que venimos haciendo. No obstante, prevemos fortalecer nuestra presencia en algunas ferias internacionales”.

―¿Puede comentarnos algún título o autor particular de la literatura venezolana que deseen o vayan a editar próximamente? ¿Por qué ese título o autor en especial?

“Tenemos listo un libro de Adriano González León titulado Señas de una generación, un volumen de ensayos sobre la obra (hasta ese momento publicada) de algunos autores que integraron los grupos literarios en los que participó González León o cercanos al autor (por simpatía estético-ideológica o contraste). De este libro solo se publicaron fragmentos, con seudónimo, en los años setenta. Sobra comentar la importancia de este título, más aún si recordamos que en 2018 se cumplen cincuenta años de la publicación de País portátil.

Hay otros trabajos programados, pero de esos conversaremos en su debido momento”.

Y precisamente mañana, viernes 8 de diciembre, para cerrar el noveno Festival de la Lectura Chacao, Madera Fina estará presentando Señas de una generación de Adriano González León, con Carlos Sandoval en representación de la editorial y con la participación especial de Andrés González, hijo de Adriano que también se ha dedicado al mundo de la literatura. 


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