Las editoriales independientes en Venezuela responden ante la crisis del país con apuestas cada vez más arriesgadas, sólidas y meritorias. Presentamos una serie de preguntas que les hicimos a los más destacados sellos nacionales de esta naturaleza, sobre el origen de su iniciativa, la labor que realizan, los autores que publican y sus próximos proyectos. Continuamos la serie con Libros del Fuego, editorial que se inició en el año 2013 y que está conformada por Alberto Sáez, Rodnei Casares y Juan Mercerón.

―¿Qué motivaciones y entusiasmos determinaron la creación de su editorial? ¿Cuál es su historia? ¿Por qué el nombre?

“La creación de la editorial surge del gusto de un grupo de amigos por los libros. Buscábamos que el lector pudiera disfrutar no solo desde la óptica de la lectura sino desde la experiencia visual, con un diseño útil pero admirable. Con esas intenciones nace Libros del Fuego, que su nombre busca ser un homenaje a todos los libros que se han perdido en las hogueras, bien sea por censura o autocensura”.

―¿Con qué criterios decide su editorial la publicación de un libro? ¿Podría darnos algunos ejemplos al respecto?

“Como toda editorial, la selección de los libros es un acto que parte de la búsqueda de textos que muevan al lector, que posean cualidades que hagan de él un producto cultural de calidad. Pero también sabemos que esa selección, por más cavilada que sea, es una selección subjetiva, proveniente de la experiencia de lectura e intuición que puedan tener los editores a la hora de elegir.

En nuestro caso, la obra es seleccionada luego de que los tres integrantes de la editorial discutimos si es pertinente su publicación. Solo si los tres estamos de acuerdo, y creemos en ella, seguimos adelante”.

―¿Hay libros más apropiados que otros para los buenos oficios de una editorial alternativa?

“Pienso que un libro que posea las cualidades estéticas y formales que un editor busca para su catálogo, puede tener méritos para estar en cualquier editorial. Creo que ese ‘apropiado’ al que te refieres tiene que ver más con el criterio que puede tener cada editor para decidir lo que publica”.

―¿Para un autor, qué diferencia hay entre ser publicado por una editorial alternativa o por una editorial comercial?

“Creo que el término alternativa no es correcto. Las editoriales que somos más pequeñas trabajamos dentro del mismo mercado que las editoriales más grandes, no trabajamos de forma alterna a lo que ocurre en el mundo del libro.

La diferencia fundamental entre unas y otras radica en el presupuesto que tienen las más grandes para lograr mayor presencia entre los lectores y en los géneros que deciden ofrecer. Esto, en principio, crea una desventaja que la editorial pequeña debe solventar apostando a la calidad del libro en todos sus sentidos, destacándose constantemente para ganar la confianza de los lectores.

Para un autor que entienda esto, puede lograr que su obra oscile entre una presencia masiva (en el caso de las editoriales grandes), pero que también pueda ser considerada y valorada por otro público lector (en las editoriales pequeñas)”.

―¿En qué consiste la contribución que las pequeñas editoriales independientes hacen a los lectores?

“Me gusta pensar que las editoriales pequeñas somos una cantera de escritores. Al ser la calidad una condición obligatoria en lo que hacemos, podemos arriesgar más por talentos nuevos de lo que una editorial grande haría por temor a vender poco, lo que hace que la oferta de autores crezca dentro del país. Y no solo lo digo en el sentido comercial, lo digo en el sentido de formar, poco a poco, una generación literaria que pueda relevar a nuestros autores canónicos. Creo que esa es nuestra contribución”.

―¿Qué clase de apoyo deberían recibir las editoriales alternativas? ¿De acuerdo a su experiencia, diría que son respaldadas por otras instituciones, que suelen recibir financiamiento o apoyo promocional externo?

“En muchos lugares el apoyo al mercado editorial es muy bueno, las instituciones que velan por su salud y las cámaras del libro, que rigen y estudian su producción, buscan que lo hecho en su país sea conocido y apreciado. Entienden el peso y la herencia cultural que eso puede dejar a las nuevas generaciones. Actualmente, eso no ocurre aquí.

Nuestras instituciones conocen y estudian poco el fenómeno editorial que ocurre en Venezuela en estos momentos, desconocen la existencia de muchas editoriales y no convocan a trabajar de forma unificada. Con esto no hablo de que financien la producción de las casas editoriales, sino de que ayuden a lograr una sustentabilidad para mantener vivo el mercado, que ayuden a formar nuevos editores que creen nuevos puestos de trabajos, que creen un puente entre editoriales e imprentas, distribuidoras, ferias. La labor de las instituciones evidentemente no es mantener, sino formar y potenciar”.

―¿Qué es lo más difícil de gestionar para una editorial como la suya?

“Creo que la distribución es el punto más difícil, y el que hemos desarrollado más lentamente dentro de nuestra gestión editorial”.

―¿Cuál es la mayor dificultad con que se han enfrentado en el último año? ¿Cómo influye el contexto nacional en su labor editorial: imprenta, distribución, promoción, ventas?

“El tema económico nacional afecta directamente lo que hacemos porque no nos permite poder mantener una sustentabilidad y hacer crecer el ritmo de publicaciones”.

―¿Qué explica, en su opinión, el surgimiento de pequeñas editoriales independientes a lo largo de los últimos años?

“Lo veo como un síntoma saludable de que en nuestro país hay una necesidad por leer y por hacer libros, por fomentar la lectura. Todo lo que hoy estamos cosechando tendrá sentido en la medida que seamos persistentes y tratar de mantener a flote cada proyecto que exista actualmente, por más pequeño que sea”.

―¿Diría usted que el ser una editorial alternativa ha funcionado como ventaja o como desventaja dentro del mercado editorial actual en el que se desempeñan? ¿Por qué razones?

“No creo que existan desventajas. Todos comienzan desde algo muy pequeño, incluso las grandes editoriales que hoy conocemos. El objetivo es poder desarrollarse y ganar terreno entre los lectores para poder ir creciendo. Este es un oficio en el que la paciencia es necesaria porque enseña a no decaer”.

―¿Cómo es la proyección de una editorial como la suya fuera del país?

“Es difícil entrar en otro mercado, debes conocer, seguir sus reglas y adaptarte a lo que ahí sucede. Para nosotros entrar a Colombia y Chile ha sido todo un ejercicio de paciencia inmenso; por eso abrimos la colección Clásicos, porque con ella tenemos más garantías y podemos ofrecer nuestra óptica sobre obras que son archiconocidas. Ahí está lo interesante del reto”.

―¿Puede comentarnos algún título o autor particular de la literatura venezolana que deseen o vayan a editar próximamente? ¿Por qué ese título o autor en especial?

“El anhelo imposible siempre nos lleva a Doña Bárbara, una obra fundamental y necesaria. Para nuestra alegría, a final de año estaremos publicando una novela de José Urriola y la compilación de los 40 años de crónicas deportivas de Humberto Acosta. Puede que haya un par de autores más pero hasta que no esté confirmado, no lo podemos asegurar”.

Y para cerrar el año, este viernes 15 de diciembre la editorial estará presentando La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, con palabras a cargo de Agustín Silva Díaz. La cita es para las 5 pm, en la Sala Eugenio Montejo de la Biblioteca Los Palos Grandes.

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Para más información sobre Libros del Fuego:

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Facebook: Editorial Libros del fuego


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