Las editoriales independientes en Venezuela responden ante la crisis del país con apuestas cada vez más arriesgadas, sólidas y meritorias. Presentamos una serie de preguntas que les hicimos a los más destacados sellos nacionales de esta naturaleza, sobre el origen de su iniciativa, la labor que realizan, los autores que publican y sus próximos proyectos. Continuamos la serie con Dcir ediciones, que se inició en el año 2015 y que está conformada por Edda Armas, Carlos Cruz-Diez y Annella Armas.

La conversación comienza con Edda Armas, coordinadora editorial del proyecto; más adelante se incorporará su hermana Annella, diseñadora de Dcir. 

―¿Qué motivaciones y entusiasmos determinaron la creación de su editorial? ¿Cuál es su historia? ¿Por qué el nombre?

“Venía tentada por la idea de crear una colección de poesía venezolana. La visualizaba bellamente diseñada y muy cuidada en su proceso editorial, deseando que la fotografía tomase papel protagónico en sus portadas. Motivaba la lectura de poemarios pulidos y dados por terminados por parte de poetas consagrados y emergentes, los que por mi interacción permanente con poetas en el país tenía la oportunidad de conocer en manuscritos, los que no encontraban salida editorial. Para el lanzamiento del proyecto en 2015, contábamos con dos títulos impecables que nos entusiamaban por su alta factura estética: Ritual de bosques de María Clara Salas y Pasajero de Néstor Mendoza, lo que nos fue decisivo para el arranque. Deseaba que la conceptualización del diseño gráfico estuviese a cargo de mi hermana Annella Armas, artista visual con quien habíamos realizado fluidamente otros proyectos creativos. Ya juntas, definimos que serían dos títulos al año, uno de poeta consagrado y uno de poeta emergente (en lo posible), que el formato fuese vertical de 15 x 10 cms, formato de bolsillo que permite el mejor aprovechamiento del papel, los que se imprimirían juntos, e igualmente se bautizarían y promoverían en un esfuerzo conjunto para los dos títulos del año. Nuestro emprendimiento apostaría al rendimiento del pequeño equipo que éramos los tres socios fundadores, al que invitaríamos a sumarse a Maribel Espinoza, una profesional estrella en la corrección editorial”.

―¿El nombre?

“Es la mejor anédota de nuestro inicio. Creo justo indicar que el nombre ‘dcir ediciones’ se lo dio a nuestro proyecto el maestro Cruz-Diez, nuestro aliado más entusiasta. Nos carteábamos con él por esos días por otro proyecto, y comentándole las ganas que teníamos de emprender un proyecto de editar poesía venezolana, él nos anima y pregunta qué nos faltaba para decidirnos, contestándole: ―Un socio. Inmediatamente respondió: ―¡Aquí estoy yo!. Nos comentaba que ser editor de poesía era de lo poco que le faltaba por hacer. Que había diseñado portadas para libros de poesía, y que su pasión por este género se lo habían inculcado durante la infancia sus padres. Volviendo al nombre, la verdad es que nos habíamos paseado por una larga lista de posibles nombres, pero una mañana sonó el telefono de casa y era Carlos, diciéndome: ―Ve tu correo, te mandé algo. Al abrir el e-mail visualizamos el logotipo que había creado con el nombre ‘dcir ediciones’, y nos pareció perfecto, para estos tiempos de dificultades, en los que tanto hay por decir, en los que apostamos a que la creación no se detenga, y esta se anteponga a la barbarie y al arrase de la civilidad y la vida. El verde aplicado al logo es, justamente, por la esperanza de tiempos mejores para el país”.

―¿Con qué criterios decide su editorial la publicación de un libro? ¿Podría darnos algunos ejemplos al respecto?

“Al definir la colección que emprendíamos en 2015 dedicada a la edición de poesía venezolana, deseamos fuese reflejo / espejo de la más actual producción literaria en este género en el país. Los criterios de decisión los fijamos en consenso como comité editor, leyendo todos los manuscritos, y apelando a opiniones de un comité de lectores, en caso de que sea necesario. Buscamos que esta colección sea un registro plural de voces, tanto en el abordaje temático como en las expresivas en el uso del lenguaje, que representen un particular aporte a la creación poética. Nuestro texto fundacional, incluido en la primera página de cada título, expone: ‘dcir deja la imposibilidad y confabula. En optimista acto de resistencia, corteja obras inéditas de poetas venezolanos en la sobria proeza de editar poesía en tiempos sin papel’.”

―¿Hay libros más apropiados que otros para los buenos oficios de una editorial alternativa?

“Esto es muy subjetivo. Como editorial independiente alternativa, podemos darnos la licencia de tomar riesgos y publicar libros especiales, digamos raros, experimentales, muy personales, que incluso han quedado rezagados sin llegar a la edición, tal vez con algún premio merecido, como fue el caso de Estatua de sal de Cristina Gutiérrez Leal (Premio XX Bienal Literaria Ramos Sucre, Mención Poesía 2015) que nos significó un gran hallazgo, apropiadísimo para nuestra intención durante 2017 de publicar la poesía de dos jóvenes poetas emergentes. Valoramos en el libro de Cristina su madura expresividad en el cuestionamiento ético que se plantea en la relación con la madre, la religión y otras tensiones con lo autoritario o lo desigual. El foco, para nosotros, no está en el aspecto comerciable del libro, sino en la calidad literaria y la transcendencia de la obra que editaremos, apoyando la trayectoria de un autor, o respaldando a autores emergentes con la publicación de su primer poemario, como en el caso ya mencionado de Cristina, y en el de Carlos Egaña, nuestro otro autor de este año, con su poemario experimental sin fronteras entre géneros literarios Los Palos Grandes, donde ‘destilan muchos sujetos y una Caracas de trancazos’, como apunta Luis Pérez Oramas en el texto de contraportada. Valorándolos, al editarlos, como espejos cuestionadores del tiempo vibrante y espinoso, multifónico y con el dolor presente, en el que se les escribe”.

―¿Para un autor, qué diferencia hay entre ser publicado por una editorial alternativa o por una editorial comercial?

“Esta es una buena pregunta de urgente consulta a los autores venezolanos, que les daría contenidos interesantes para otra serie en este Papel Literario”.

―¿En qué consiste la contribución que las pequeñas editoriales independientes hacen a los lectores?

“Creo que principalmente, al ser una iniciativa privada, atiende otros aspectos que los hacen atractivos al lector. Aunque modesta, se asume con responsabilidad y profesionalismo, con el fin de aperturar otras interesantes ventanas para que al lector le lleguen textos imprescindibles, curiosos, marcados por el sello y los ojos acuciosos de sus editores, apartados de patrones clásicos, elegidos con absoluta libertad. Apostamos a un producto de impacto visual en su forma editorialmente cuidada, pues hay mucha pasión por los libros influyendo en el cómo los llevamos adelante, con la participación activa del equipo profesional que somos, interactuando en el proceso que cada quien asume en los distintos frentes: Annella con el diseño gráfico, Maribel Espinoza y Néstor Mendoza como correctores, en mi caso asumiendo la coordinación editorial, desde la cual compagino el trabajo de todos durante el proceso del manuscrito hasta convertirse en libro, contando con un impresor que garantice la calidad de impresión y el acabado final del producto (en nuestro caso cosidos los cuadernillos, con acabado de barniz mate en portada). La mayor contribuición es el resultado: libros signados por una propuesta estética que impacta la experiencia lectora, con detalles sutiles que hacen la diferencia, lo que venimos comprobando es gratamente apreciado por los lectores, los de aquí, e invalorablemente por aquellos que estos libros encuentren en el intercambio internacional”.

―¿Qué clase de apoyo deberían recibir las editoriales alternativas? ¿De acuerdo a su experiencia, diría que son respaldadas por otras instituciones, que suelen recibir financiamiento o apoyo promocional externo?

“Annella y yo hemos sido admiradoras y coleccionistas de los libros que estas producen, a veces artesanalmente, ingeniosamente versátiles en el uso de los recursos gráficos, de calidades y cualidades de papeles y cartulinas con texturas y/o colores por parte de editoriales alternativas. En lo personal, cuando viajo los busco, apreciando que en las ferias internacionales de libros se exhiben agrupadamente en stands que llaman la atención. Los libros así producidos pareciera que contuvieran en sus cuerpos gráficos la emoción del amor por los libros que siente el editor, satisfecho plenamente del hallazgo de la obra particular que promueve. Creo que en esta forma aventurada de editar se crea un lazo distinto y mucho más estrecho con el autor, mediante el fluido intercambio de consultas en la toma de decisiones sobre las propuestas que se desarrollan, durante cada etapa del proceso. Estas editoriales suelen manejar tirajes bajos, a veces de 100, incluso numerados y algunas veces autografiados por el autor. Nosotros editamos 500 ó 600, con expectativa de llevar el tiraje a los 1.000 ejemplares.

En cuanto a las fórmulas de financiamiento, estas son diversas y sui generis en cada caso. Algunas cuentan con el respaldo de personas que hacen aportes personales y se convierten en mecenas de esos libros. Otras logran un patrocinio de una empresa o institución privada. Otros practican la venta anticipada entre lectores, aportes del autor o de una empresa que los adquiere como regalos corporativos, aunque esta opción es actualmente poco probable. La nuestra se financia con un fondo creado con patrocinio privado. Lo cierto es que cada editor alternativo busca modos de existir y sobrevivir, la más de las veces dando la impresión de que fuese ‘por amor al arte’. Lo que no excluye que no se alcance un éxito relativo al comercializar los productos, cuando el libro logra impacto y ventas, en un mercado agresivamente complejo para los libros de poesía. En nuestro tercer año, empezamos a ver algún resultado, con la satisfacción de mucha aceptación por parte de los lectores y la crítica nacional e internacional”.

―¿Qué es lo más difícil de gestionar para una editorial como la suya?

“Lo más difícil fue tomar la decisión de iniciar el emprendimiento. Pensábamos en ser responsables al emprender algo que creara expectativas, a las que pudiésemos garantizarle continuidad. Sabíamos también del tiempo personal que esto nos exigiría, pero sentíamos que era nuestro grano de arena en tiempos de dificuldades, en los que muchas editoriales han cerrado o se han ido del país, y la importación de libros es simplemente imposible. En todo caso, volviendo a la pregunta, un punto álgido está específicamente en la distribución. Esto es el dolor de cabeza, pues no existe la posibilidad de la compra en firme por parte de las librerías, y el consignar exige mucha organización, y grandes dosis de paciencia para el seguimiento de esas consignaciones. Algunos pagos salen demorados, y el coste de reposición se dispara entretanto. Increíblemente, estamos ya en el tercer año, con seis títulos editados y desplegados en bautizos, recitales, ferias de libros, en alianza con Distel presentes este año en Filuc, Filcar, Feria del Libro del Oeste, Festilectura; disponibles en librerías especializadas en literatura como El Buscón, Kalathos, Sopa de Letras, Lugar Común, La Ballena Blanca en Mérida y Tecni-Books en Pampatar, La Isla de Sístola en Sevilla, y tiendas de arte como Punto de Arte en La Castellana en Caracas, y Kroma en Ciudad de Panamá”.

―¿Cuál es la mayor dificultad con que se han enfrentado en el último año?

“Los altos costos de producción e imprenta, en consecuencia a la desmesurada inflación que sufre este rubro en el país, pues repercute directamente en el precio de venta al público”.

―¿Qué explica, en su opinión, el surgimiento de pequeñas editoriales independientes a lo largo de los últimos años?

“Es una forma activa de resistir. Una forma de apostar a la creación, a lo inquieto, a la construcción del discurso que interroga, reflexiona, por tanto una apuesta a la vida. También una forma adedre de romper el silencio que pareciera querérsele imponer al escritor, a la creación que cuestiona, piensa y quiere expresarse libremente. Es una apuesta a la apertura de otros canales de conjugar obras, autores y espacios cómplices de disfrute con los lectores. Como equipo pensamos que es una manera de rescatar y refrescar el medio editorial, con nuevas propuestas, posturas tanto gráficas como poéticas, del editor y de los autores”.

―¿Diría usted que el ser una editorial alternativa ha funcionado como ventaja o como desventaja dentro del mercado editorial actual en el que se desempeñan? ¿Por qué razones?

“Lo vemos como ventaja pues ejercemos en libertad posturas estéticas, críticas, creativas, haciendo aportes positivos que implican valores para la vida y la convivencia ciudadana, lo cual creemos es necesario estimular firmemente hoy día. Editar y Leer nos hace libres”.

―¿Cómo es la proyección de una editorial como la suya fuera del país?

“Nuestros libros son muy livianos, lo que facilita su transportación, y esto hoy día es una ventaja. Los textos de contraportada de cada título nuestro es solicitado a un poeta y/o crítico internacional, a modo de crear puentes de valoración y diálogo entre autores y países. Aprovechamos nuestras oportunidades de viaje para la donación de la colección de nuestros libros Dcir en centros especializados de poesía, como la Fundación Museo José Hierro en Madrid, o la Fundación de las Letras Mexicanas en Ciudad de México, así como la distribución en grupos de lectura, críticos y colegas. También contamos con una red de aliados, que llevan nuestros títulos fuera del país, como lo han hecho: Team Poetero, Libros del Fuego, autores y escritores. Hemos podido organizar algunas presentaciones en el exterior, como por ejemplo la de Crónicas budistas y Los ausentes en la Casa de la Lectura de Buenos Aires con la colaboración de los poetas Alejandro Méndez y Mercedes Roffé, autores de las contraportadas de estos libros, y de Blanca Streponni, residencianda en esa ciudad hace cinco años. En el caso de Los ausentes de Rubén Ackerman, concursando como libro publicado en 2016, obtuvo el Premio Mención Ilustre Municipalidad de Cuenca en el VI Certamen de Poesía Hispanoamericana del Festival de la Lira 2017, el pasado mes de noviembre, en Ecuador. Tenemos invitaciones para presentarlos en NY, Panamá y Miami durante 2018, ideando medios para concretarlo”.

―¿Puede comentarnos algún título o autor particular de la literatura venezolana que deseen o vayan a editar próximamente? ¿Por qué ese título o autor en especial?

“No podemos. Como editores alternativos nos reservamos el derecho a la sorpresa”.

Y como última sorpresa del año, Dcir ediciones ofrece el recital poético Dcir reunido, en que los autores María Clara Salas y Carlos Egaña ofrecerán una lectura de sus propios poemas; así como Alicia Torres leerá del libro de Blanca Strepponi, Alfredo Chacón del poemario de Rubén Ackerman, Graciela Yáñez Vicentini los textos de Cristina Gutiérrez Leal y Ricardo Ramírez Requena los de Néstor Mendoza. El encuentro tendrá lugar mañana jueves 14 de diciembre, en la Librería El Buscón del Trasnocho Cultural, a las 5:30 pm. 


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