Los trabajadores de la Universidad Católica Andrés Bello realizaban el lunes los últimos preparativos para iniciar semestre la jornada siguiente, la Universidad Metropolitana comenzaba el mismo día las últimas dos semanas del trimestre y las universidades públicas se recuperaban de las pérdidas ocasionadas por el apagón del 7 de marzo, cuando otra falla eléctrica afectó todo el territorio nacional.

Las casas de estudio superior en Venezuela se paralizaron otra vez. Las condiciones no permitían el traslado de estudiantes y profesores, tampoco el suministro de agua y electricidad a esas instituciones. Por eso las actividades académicas y administrativas en abril incluyen planes de contingencia.

“No nos podemos quedar paralizados. El país no puede reducirse a las cuatro paredes de la casa. Ese día nos hundimos. Por eso, pese al estado de anormalidad se decidió hacer un esfuerzo para desarrollar actividades ajustados a un plan de contingencia que se aplicará durante todo el semestre”, explicó José Virtuoso, rector de la UCAB.

Allí hay 14.000 estudiantes, distribuidos en sus sedes de Montalbán y Guayana, entre pregrado y posgrado. El reglamento que norma las actividades en condiciones excepcionales fue aprobado en Consejo Universitario el 26 de marzo de 2019.

Situación similar se vislumbra en la Unimet. Samantha Gasmann, presidenta de la Federación de Centros de Estudiantes, señaló que el apagón afectó el trimestre en curso, en el que están inscritos 4.200 estudiantes, así como el resto del calendario académico. “Desde la primera falla eléctrica se está estructurando un plan de contingencia que incluiría flexibilidad y entendimiento entre las partes afectadas”, dijo.

Las universidades públicas también trabajan en planes alternativos para reanudar las actividades. La Universidad Central de Venezuela suspendió las clases hasta el primero de abril, cuando se reunirá el Consejo Universitario para evaluar la situación y ofrecer soluciones a los 40.000 estudiantes de la institución. La rectora Cecilia García Arocha considera que para poder planificar es necesario conocer la realidad.

“La Universidad siempre dará oportunidad a los estudiantes, se reprogramarán las actividades, pero es necesario saber la situación real, qué día se tendrá luz y qué día no, si habrá un plan para recuperar el sistema eléctrico. Eso es imprescindible para poder proyectar y es algo que se le debería preguntar a la dirigencia”, indicó.

En la Universidad de Carabobo 34.000 alumnos esperan la decisión del Consejo Universitario el lunes. Pablo Aure, secretario de la UC, dijo que continuarán haciendo lo posible para desarrollar las actividades tomando en consideración que “mientras esté el régimen, que castiga la educación y la excelencia, no se podrán recuperar las universidades”.

La Universidad Simón Bolívar presenta el panorama más complejo. Los problemas con el suministro de agua en sus sedes en Sartenejas y el litoral dificultaron el desarrollo del trimestre pasado, y ahora incrementan la incertidumbre del que está en curso.

Luego del primer apagón el 7 de marzo no han visto clases, de acuerdo con los estudiantes, pues la reprogramación estaba pautada para comenzar esta semana. La sede de Sartenejas tenía previsto comenzar el miércoles 27 de marzo las actividades, y la sede del litoral el lunes. Las autoridades informaron que el consejo directivo se reunirá el primero de abril.  


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