En la Venezuela “revolucionaria” reinan la corrupción y la ineficiencia, pero el comisionado residente de la ONU no lo sabe. No hay actividad del país que no esté dominada por negociados de toda especie en manos de empleados incompetentes y ladrones, pero el comisionado residente de la ONU lo desconoce. Quizá lo sepa, pero no lo puede creer. Seguarmente llegan historias oscuras y truculentas a su despacho, pero le parecen exageradas porque no concibe que puedan ocurrir en una república del siglo XXI que ha hecho una historia digna de respeto. Deben estar exagerando, seguramente que descubren demonios donde no los hay, puede pensar. De allí su afirmación que ha suministrado en relación con el suministro de medicinas contra el VIH que ha dado a conocer.

En efecto, ha dicho el alto funcionario que desde su despacho se han distribuido 10 millones de medicamentos para el combate del temido y expandido VIH, un logro en medio de la desasistencia de los enfermos. Pero 25 organizaciones no gubernamentales se han apresurado a desmentirlo. No es cierto, es mentira, grita un coro de ONG agrupadas en la Red Venezolana de Gente Positiva, que saben de lo que están hablando y que reclaman la solución de un problema cada vez más generalizado y perentorio. ¿A quién le creemos? Debe perdonar el elevado burócrata de la ONU, pero ellos son los protagonistas de una cruzada con quienes tenemos la obligación de la credulidad.

Pero lo desmentimos a medias, para no ser injustos. No tenemos dudas en cuanto al hecho de que hayan salido del despacho internacional 10 millones de medicamentos para la atención del VIH, debe ser así como 2 más 2 son 4, pero tenemos la certeza de que se han extraviado en el camino para caer en las garras de las mafias relacionadas con el régimen que se encargan de hacer negocios turbios con ellas, como lo hacen con todo lo que se adentre en sus territorios. Lo que se entrega desde las oficinas de la ONU desciende a una jungla de malhechores cuyo único propósito es el llenado de sus bolsillos, así sea a costa de la salud de las víctimas del VIH. Lo que se calcula con precisión y se maneja escrupulosamente en organismos caracterizados por su pulcritud, se dilapida en las vagabunderías de un vasto elenco de mercaderes de la peor calaña que amasan fortunas a costa de la tragedia del prójimo y que cuentan con la complicidad de la burocracia de la dictadura.

Para evitar el chasco de un nuevo desmentido, pero especialmente para poner las cosas en su lugar, para que se trabajo no sea relacionado con una pandilla de malhechores, el comisionado residente de las Naciones Unidas debe hacer las aclaratorias del caso, debe demostrar que, aun cuando sea de noche, no todos los gatos son pardos, ni rojos-rojitos, sino todo lo contrario. Pero, ¿se atreverá a ponerle el cascabel al gato?


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