El representante del presidente Juan Guaidó ante la OEA ha sido reconocido por la mayoría de los países del hemisferio y ahora puede ocupar un lugar que se requería para la defensa de los intereses de la democracia venezolana en el organismo internacional. Es un paso trascendental en la lucha contra el usurpador, que se lleva a cabo en los ámbitos extranjeros y en los organismos multilaterales, que tanto se necesitan para acabar con la dictadura.

Al lograr la recepción formal de su representante en el seno de la OEA, el presidente Guaidó recibe un espaldarazo y demuestra el acierto con el que orienta los pasos en el panorama internacional. Cada vez es más visible en otras latitudes la causa de la libertad venezolana. Cada vez aumentan las posibilidades de su defensa en los espacios que antes copaba la burocracia del usurpador. Nuevas voces se suman al coro que pregona los horrores de la república en los escenarios foráneos, para que aumente la presión contra el régimen ilegítimo. Los críticos de la gestión del presidente Guaidó, porque le han atribuido excesos de prudencia y rasgos de vacilación, tendrán que pensarlo mejor después del triunfo que ha obtenido en la institución que agrupa a todas las naciones del hemisferio.

Por si fuera poco, ha escogido con evidente acierto a la persona que en adelante ocupará la representación nacional en la casa grande de las Américas. El hecho de que el nombramiento recaiga en un intelectual de reconocida trayectoria, en un demócrata probado en las lides del Parlamento en la época de la democracia representativa, en un analista sólido y reconocido, multiplica el mérito del acto que desde aquí celebramos. Gustavo Tarre Briceño, el político escogido para la misión, ha destacado con creces en esas funciones de interés nacional.

Nuestro nuevo representante en la OEA fue docente de larga trayectoria en la UCV, como catedrático de Derecho Constitucional. También enseñó Ciencias Políticas en la Universidad Simón Bolívar, y participó en congresos nacionales e internacionales en las áreas de su especialidad. Parlamentario desde 1993 en la bancada socialcristiana, fue bastión de diálogos constructivos en momentos de tensión, y presidente de la Comisión de Finanzas de la Cámara de Diputados, función que ejerció en medio de una concordia proverbial sin darle motivo al escándalo. Sus excelencias de opinante sobre temas de actualidad, no solo desde la época de la democracia representativa sino también a partir del ascenso del chavismo, circularon en las columnas que escribió y escribe para este diario que hoy se enorgullece con su designación.

En 2014, debido a un plan absurdo que urdió el chavismo, Tarre Briceño fue acusado de cómplice de un designio de magnicidio. Una patraña, por supuesto, un montaje para evitar el crecimiento de la oposición a través de movimientos de amedrentamiento, pero la existencia de pruebas sobre amenazas concretas y próximas lo obligaron a salir con urgencia del país. Desde entonces ha vivido con modestia en la capital de Estados Unidos, ciudad que ahora lo conocerá por las funciones que desempeñará en la OEA. Un gran paso para la democracia venezolana, un acierto del presidente Guaidó, una alegría para El Nacional y para sus lectores.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!