Hablamos en editorial anterior sobre la presencia popular que se ha multiplicado alrededor del liderazgo que actualmente lucha contra el usurpador, manifestada en las muchedumbres que han recorrido las calles de todo el país cuando han sido convocadas por la dirigencia. Hoy advertimos un crecimiento de este apoyo, que no se expresa en el número de las personas que lo forman, el cual sigue siendo abrumador,  sino mediante  la calidad del nuevo aporte que se quiere ofrecer  a las faenas por la democracia.

Como reportó El Nacional ayer, la ciudadanía ha respondido a la búsqueda de soportes para la distribución de ayuda humanitaria que ha iniciado el presidente Guaidó, de una forma que merece especial encomio. Los venezolanos se presentaron de manera masiva a los lugares en los cuales debían identificarse para trabajar en la distribución de alimentos y medicinas, no solo expresando su decisión de ayudar en una actividad tan necesaria y urgente, sino también con infinitas expresiones de alegría.

¿Qué se desprende de tal conducta? La gente quiere estar presente y activa, no solo marchando cuando se la llama, sino también ofreciendo su tiempo en beneficio del bien común. Se le quiere demostrar a la dictadura que se la quiere expulsar a través de acciones que superan hechos como  la asistencia a una manifestación en las avenidas, para convertirse en compromiso personal que va más allá, pero mucho más allá, en entrega sin límites por la causa de la libertad.

Pero también la gente refrenda así su sintonía con el liderazgo que ahora está a cargo de la navegación, otro rasgo de la evolución política de nuestros días que debe considerarse en cuanto muestra de novedad y como factor de inspiración para el futuro próximo. Se ha establecido un vínculo formidable entre el liderazgo encabezado por el presidente Guaidó y las mayorías nacionales, como pocas veces se ha visto a través de la historia. El vínculo se expresa ahora a través de un compromiso de colaboración que implica actividad individual de veras, asumir cada cual obligaciones con el prójimo, hacer que la solidaridad pase de la retórica a los hechos concretos, un tipo de movilización que no ha sido frecuente y que anuncia el advenimiento de situaciones de cambio que no se dan todos los días.

El paso de la mecánica de las marchas masivas a la solidaridad expresada en hechos que significan obligaciones asumidas a título personal y obligan a cambiar las rutinas privadas en beneficio de los asuntos públicos, revela un mudanza de trascendencia en el designio de acabar el continuismo de Maduro. Indica la evolución de una consciencia en torno al bien común que solo se advierte en situaciones excepcionales, cuando se quieren asumir compromisos genuinos, cuando se quiere ser protagonista en términos completos, cuando nos cansamos de los segundos planos porque queremos y necesitamos actividad en la vanguardia. Tal es el hecho que presenciamos o llevamos a cabo hoy en Venezuela,  para asombro de propios y de extraños.


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