No hay buenas noticias para los que esperan librarse de la dictadura a través de la ayuda extranjera. El panorama, tal y como se viene moviendo en estos días, no permite hacerse con esperanzas dignas de atención.

El concierto latinoamericano parecía que no desafinaba por el mantenimiento de una conducta crítica en el Palacio de Nariño y por la llegada de Bolsonaro a la cúspide carioca. Son, ciertamente, fuerzas que se pueden unir para aumentar las presiones contra un régimen que cada vez les estorba más. Sin embargo, desde el centro del mexicano Zócalo llegan ventarrones capaces de alejar las nubes negras que atormentan al chavismo.

AMLO no es de posturas triviales, sino un convencido de su misión en su país y más allá de las fronteras nacionales. Tampoco, como el revolucionario que pretende ser, congenia con las orientaciones de centroderecha y derecha de sus colegas meridionales. Sería realmente estrambótico que se pusiera del lado de los rivales del dictador venezolano. Puede pensarse, sin equivocaciones de importancia, que frenará los impulsos del Grupo de Lima y de cualquier iniciativa contra el régimen de Venezuela que necesite el soporte de Tlatelolco.

La OEA ha tratado de sancionar a Maduro, pero no lo ha logrado. No existen motivos para pensar que pueda tener éxito en el futuro cercano, en especial cuando Luis Almagro, su secretario general, ha sido expulsado de su partido de izquierdas en Uruguay por lo que consideran como una beligerancia extrema frente a los asuntos venezolanos. Si la vieja unión panamericana ha fracasado ante nuestro desafío, y el secretario general está saliendo con las tablas en la cabeza, no hay razones para pensar que se pueda ahora llevar allá a cabo un itinerario eficaz ante una meta que le ha sido esquiva.

Habría que detenerse en los caprichos y en los pálpitos de Trump para que la generalización se haga más preocupante, pero lo esbozado parece suficiente para sugerir que lo más conveniente depende de hacer las cosas en casa sin fijarse demasiado en las posiciones del vecindario.


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