Las malas lenguas aseguran que lo de someter a la población a tres días sin electricidad es una práctica común en la isla que está anclada en el mar de la felicidad. Al parecer Castro solía ordenarlo cuando los cubanos se alebrestaban. Además, mucho se ha dicho por las redes (los que han podido usarlas y leerlas) que el inefable Ramiro Valdés está en Caracas asesorando directamente al gobierno sobre la manera de neutralizar a Juan Guaidó.

El Twitter se ha encendido con críticas al presidente encargado y a la oposición que lo acompaña, y muchos aseguran que esa es parte de la estrategia madurista para minar el apoyo con el que cuenta en este momento la oposición, impulsada por el liderazgo de un joven diputado que no ha tenido miedo de dirigir al país hacia un cambio.

También están los que afirman que mantener a la gente frustrada y ocupada en sobrevivir es la mejor manera de desmovilizar la protesta, que no tenía dudas de volver a las calles para sacar al régimen de su comodidad y darle la vuelta al escenario político.

Todas estas variables se desinflan sin medios informativos. La estrategia del gobierno puede haberles explotado en la cara, porque la tesis de que la gran falla eléctrica fue producida por el “imperio” tampoco ha podido llegar a sus pocos seguidores acostumbrados a comerse sus cuentos a cambio de una bolsa CLAP y una botella de ron.

Aquí la desinformación ha jugado en contra de los rojitos, aunque seguramente estaban pensando capitalizar las ganancias en ese campo, desde que Guaidó ha usado eficientemente las redes sociales para movilizar a la gente. Lo que ha resultado es que ni el ministro de Comunicaciones ni su hermana, la vicepresidente, han podido llegar a la gente que está acostumbrada a oír sus mentiras, y más puede la indignación del pueblo que cualquier tontería que estos funcionarios inventen.

Lo poco que se puede leer en redes es la frustración de los venezolanos, a todo nivel. Y cada uno está claro de que la culpa de que esta catástrofe esté pasando no es de más nadie sino de los que están atrincherados en Miraflores, en donde por cierto no falta ni agua ni luz.

Nadie puede sintonizar en la televisión el canal Venezolana de Televisión. En las primeras horas del apagón las emisoras que se escuchaban eran las chavistas, pero conforme fue pasando el tiempo solo ponían música. Es de suponer que de los cientos de personas que buscan señal por las calles, ninguno se va a poner a leer los tuits de los oficialistas.

Así que lo que cosecharon es más rabia, por la muerte de los inocentes, por el hambre de los niños y los abuelos, por el trabajo que le hacen pasar a las madres, porque todo lo que están haciendo en contra de los ciudadanos es interpretado inequívocamente como pura maldad. Basta ya.


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