¿Qué sentido tiene reforzar la censura contra los medios de comunicación en momentos en que el señor Maduro acaba de obtener un resonante triunfo que, contra todo pronóstico, le llevó a acumular cerca de 6 millones de votos? ¿O es que acaso no se siente satisfecho con el resultado obtenido en esa jornada electoral que, entre otras cosas, resultó pacífica, ordenada y tranquila como nunca antes en esta Venezuela convulsionada y hambrienta?

Algo parece oler mal en Dinamarca porque no existe razón alguna para que el candidato ganador esté de malhumor con la prensa escrita, con las emisoras de radio, con las estaciones de televisión y, para peor, con las redes sociales. No es culpa de los periodistas el hecho cierto de que las cosas no salieran tan brillantemente bien como se había pregonado desde las tarimas del oficialismo, o que los militantes y simpatizantes no acudieran en masa a los mitines y a las marchas del PSUV. 

Debe existir alguna razón (o algunas, todo es posible) muy poderosa que enredó y motivó el traspiés en el transcurso del paseo triunfal del candidato oficialista el pasado domingo 20 de mayo. Lo cierto es que no fueron los periodistas, ni los reporteros gráficos, ni los camarógrafos, y muchos menos los técnicos y los choferes que con toda paciencia pasaron el día con una botellita de agua mineral y un bocadillo colocado en una bandeja de anime.

Y den las gracias jóvenes y jóvenas, porque otros ni eso (los pasantes subpagados como los llama acertadamente El Chiguire Bipolar), se tuvieron que conformar con ver comer a los demás y, como el perro de Pávlov, ensalivaron sus bocas mas no llenaron sus estómagos. Y para mayor desgracia, a alguna gente del gobierno (sí, no se rían, existe gobierno) no se les ocurre otra que cerrar periódicos, revistas, radios, canales de televisión y no pare usted de contar. Y siga contando porque lo que viene es joropo a pesar de que las alpargatas cuestan hoy un dineral.

Pero volvamos a lo nuestro, a lo que nos da de comer (es un decir… de los gerentes) y es que si siguen cerrando medios pues lo mejor, señor Maduro (¿madurará alguna vez?) es que cierren las escuelas de Periodismo, o de Comunicación Social, porque a la postre no habrá Periodismo, ni Comunicación y mucho menos Social.

Tome usted, reelecto presidente de la hambrienta república de Venezuela, una de sus decisiones más difíciles pero que, sin duda, decidirá el futuro de millares de jóvenes que, hipnotizados por los desbordados medios de comunicación de la derecha (¿existe una derecha en Venezuela?) cometen el error garrafal al inscribirse en las escuelas de Comunicación Social. Desconocen el futuro, no saben ni advierten que en el socialismo no hay lugar para ellos.

Son jóvenes al fin, muchachos y muchachas, presidente Maduro. Sea paciente con ellos, después de 20 años no entienden todavía el socialismo como puente directo hacia la felicidad. Sea usted prudente y, por qué no, paciente con quienes se niegan a ver lo que está ante sus ojos. Habrá que reeducarlos, ya esa experiencia se ha intentado mucho pero con errores garrafales. Las técnicas no han sido las adecuadas. Hay que preguntarle a Putin para que, si su majestad quiere, nos ilumine con una autocrítica.       


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